Te cuento la película

Campeones
Campeones

España (2018) *

Duración: 124 min.

Música: Rafa Arnau

Fotografía: Chechu Graf

Guion: Javier Fesser, David Marqués

Dirección: Javier Fesser

Intérpretes: Javier Gutiérrez (Marco Montes), Juan Margallo (Julio Montero), Athenea Mata (Sonia), Luisa Gavasa (Amparo), Jesús Vidal (Marín), Daniel Freire (Francisco Carrascosa), Mariano Llorente (Iván), Roberto Chinchilla (Román), Alberto Nieto Fernández (Benito), Gloria Ramos (Collantes), Itziar Castro (Madre de Jesús), Vicente Gil (Yepes), Luis Bermejo (Antonio), Laura Barba (Victoria), Julio Fernández (Fabián), Sergio Olmos (Sergio Costa), Jesús Lago (Jesús), José de Luna (Juanma), Fran Fuentes (Paquito), Stefan López (Manuel).

Un discapacitado que trabaja como controlador de aparcamiento coloca una multa a un coche cuando su dueño sale hecho una furia, quejándose de que le haya multado por cinco minutos, a lo que el controlador le responde que fueron 42, diciéndole enfadado el multado, Marco Montes que ya ha visto que contratan a los más espabilados, tirando la multa al suelo.

Marco es segundo entrenador del Estudiantes de baloncesto, y se desespera al ver que su equipo va perdiendo y Carrascosa, el entrenador, sigue una estrategia equivocada, haciendo que en entrenador pierda la paciencia por las críticas y le pida que se marche al vestuario, pues debe obedecerle a él, lo que les lleva a discutir, acabando Marco por agredir a su superior, debiendo sujetarlo incluso sus jugadores, gritándole la gente mientras se marcha, "fuera, fuera".

Ve luego, mientras bebe, la noticia de la agresión, acabando por emborracharse, lo que le lleva a estar a punto de tener un encontronazo con un motorista, por lo que se despista y acaba arrancando el espejo de un coche policial. Le persiguen tras el incidente y le obligan a parar, golpeando el coche de la policía de nuevo al no frenar bien.

Le saca del calabozo, para un juicio rápido un abogado de oficio.

Acusado de conducir con una tasa de alcohol que triplica lo permitido, de daños a un vehículo policial, lesiones a los agentes y resistencia a la autoridad e insultos a los agentes, la juez le condena al pago de los daños, perdiendo el permiso de conducir por dos años y a una pena de prisión de 18 meses, que, le dicen, podrá serle conmutada por la realización de trabajos en beneficio de la comunidad en un destino y por un periodo que le comunicarán en unos días.

Él se pregunta cómo podrá hacer esos trabajos y compatibilizarlos con su trabajo, aunque cuando se reúne con el presidente del equipo, le comunican la decisión de la directiva de despedirlo, no defendiéndolo ni siquiera Carrascosa, que le dice que es el mejor segundo entrenador que ha tenido, pero que no le conviene al equipo.

Le comunican que los trabajos en beneficio de la comunidad los hará en la Asociación Los Amigos, donde trabajará con personas con discapacidad intelectual durante 90 días.

Él dice que no entiende lo de trabajar con subnormales, pidiéndole la jueza que cuide su lenguaje, asegurando él que no es ofensivo, pues años atrás existía el día de los subnormales, y entonces salían los mongólicos con una hucha.

Va luego a comer con su madre, que se extraña de que no le coja la llamada a Sonia, y diciéndole que está deseando que se arregle lo suyo para que vuelva a su casa y deje de invadir su espacio.

Sonia regenta una tienda de uniformes y sueña con ser madre.

Marco acude a la asociación cultural Los Amigos, estando Julio, su encargado feliz de tener un entrenador de baloncesto para su equipo, diciéndole Marco que con una hora de entrenamiento a la semana será suficiente, diciéndole Julio que relacionarse en la asociación beneficia a los chicos y que cuanto más tiempo entrenan más socializan y más felices se sienten.

Ve que tienen muchas copas, pero le dicen, la mayoría son de ping-pong, habiendo alguno también de baile de salón, y, le cuenta, el sobrino de Vicky ganó alguno.

Él ignora quién es Vicky, hasta que Julio le dice que es la amiga que les dijo que él se había ofrecido a ayudarlos cuando se enteró de que necesitaban un entrenador, aclarándole que es la jueza, que tiene allí a su sobrino desde 10 años atrás.

Marco le dice que empezará los entrenamientos el lunes. Pero entonces Julio recibe una llamada, precisamente de Victoria.

Tras hablar con ella, le dice a Julio que tendrá que ir martes y jueves y dos horas cada día y los sábados al partido, diciéndole Julio que nadie se enterará que está allí por una condena.

Se presenta a los discapacitados, que ve, apenas tienen idea del baloncesto y que tampoco entienden bien sus instrucciones, pues, por ejemplo, cuando les pide que hagan parejas, uno de ellos, Sergio, le dice que él ya tiene novia, aunque Jesús, otro le dice que es puta, diciendo Sergio que es puta, pero es su novia, quedándose Sergio además en ocasiones inmóvil por una ausencia.

Marco se desespera, pues no le obedecen ni saben nada de baloncesto, y a menudo empiezan a hablar de otras cosas, y no van bien equipados.

Al término de la sesión, y mientras le sellan el parte de asistencia, asegura que ve imposible hacer de ellos un equipo, pues ni son jugadores ni son normales, diciéndole Julio que no quiere ninguna garantía, solo que no tire la toalla, pues el anterior entrenador se marchó cuando había conseguido inscribirlos en la liga de la comunidad.

Va luego a un bar con Iván, un amigo y compañero de equipo, que le pregunta por su relación con Sonia, y si se han separado, diciendo que lo lamenta, pues su mujer está muy buena, algo que ofende a Marco, al que Iván le dice que aproveche para desmadrarse como su cuñado, que también le obligaron a trabajar como voluntario en un barco de Greenpeace donde había noruegas muy guapas.

Decide comenzar por enseñarles a correr, aunque les pide que corran en línea recta, lo hacen al pie de la letra, y, cuando él gira ellos siguen rectos y salen por la puerta.

Desesperado, decide ir a hablar con la jueza para proponerle pagar una multa en vez de seguir entrenando a los discapacitados, aunque la alternativa que le da ella es la de enviarle a la cárcel, y cuando le insinúa que trata de aprovecharse de la situación, ya que está su sobrino en la asociación, ella le dice que es una casualidad, pues ella habría preferido enviarle al hospital de tetrapléjicos de Toledo para que trabajara con personas que están así por culpa de las personas que cogen el coche con dos copitas.

Le despierta una llamada de Julio, muy contento porque les dejaron inscribirse en el campeonato nacional gracias a que le tienen a él como entrenador.

Sonia va a trabajar cuando, de pronto aparece Iván, el amigo de Marco, haciéndose el encontradizo y diciéndole que Marco ya le contó lo suyo, mostrándose ella estupefacta, pues ni siquiera sabe quién es.

Él le recuerda que es compañero de Marco en el Estudiantes, diciendo ella que sin chándal no le reconocía, señalando él que ahora son ya excompañeros, como ella y Marco, y, aunque él le dijo que no quería que ella se enterara de la situación, él le dice que Marco ya no está en el club y de su condena por conducir bebido.

Ella trata de llamarlo, pero Marco no se lo coge. Contándole Iván que quedó el sábado con él en el Kiss, pidiéndole ella que no le cuente que va a ir para verlo.

Tras ello, Iván le envía un mensaje a Marco diciéndole que debe cancelar lo del sábado.

Se fija en Román, que es el único que encesta, pero que no quiere jugar con el equipo.

Cuando vuelve a casa de su madre, esta le pregunta si ganaron ya algún partido, diciendo él que no, porque no jugaron ninguno, y que no le importa, diciéndole ella que debería importarle, porque es su equipo, para decirle que recuerde que su entrenador dijo de él que no servía para el baloncesto y no era cierto, diciéndole él que ella no podía saberlo porque nunca fue a verle jugar.

Le cuenta que por lo que dijo le dio dos bofetadas al entrenador, comprendiendo Marco que por eso le echaron del equipo, aunque su madre le dice que fue porque era bajo.

Sigue lidiando con su equipo y con sus problemas, con Marín, el hipocondriaco que le puso la multa, o Juanma, que quiere abrazar constantemente o con la descoordinación de Benito, que sin embargo conduce la moto con gran destreza, y del que Julio le cuenta que se organiza solo. Se levanta a las 4 de la mañana para ir a la cocina de un restaurante a trabajar fregando platos.

Le cuenta que Javier vive en una casa tutelada con otros tres compañeros y por las mañanas va a un taller de jardinería y les habla a las plantas, a las que regaña.

Jesús trabaja en un centro ocupacional donde desarma motores y los vuelve a armar una y otra vez y es tan buen mecánico que tiene aprendices que van a verle trabajar y tiene un grupo con el que toca todos los domingos.

Juanma trabaja en un centro de acogida de animales y le encantan, pero le tiene tanto miedo al agua que ni se lava, habiendo detectado ya Marco su mal olor.

Marín, además de controlador de aparcamientos controla los aviones y sus horarios.

El siguiente sábado tendrán su primer partido oficial y le cuesta hacerles entender que deben ir con la equipación azul, ya que les gusta más la roja, y de hecho, el sábado hay dos de ellos que van de rojo, uno porque creyó que dijeron ese color, y el otro, Jesús, porque dice que le queda mejor, no yendo Benito porque tenía que trabajar.

El jefe de Benito le exige que trabaje duro, pues le recuerda que le tiene allí pese a su problema y por ello no le deja ir a jugar.

A Jesús debe prestarle Marco su polo, que es azul pese a que le queda pequeño.

Por la noche, Marco va al Kiss y se sorprende al ver a Iván con sus mejores galas, pese a que le dijo que no iba a poder ir, y entonces ve entrar a Sonia, pensando que es una casualidad, decidiendo Iván escabullirse y dejarlos solos, enterándose entonces de que no es una casualidad y que fue allí porque le dijo que estarían.

Le pregunta por qué no contesta sus llamadas, pues creyó que había tenido un accidente grave, diciendo él que fue poca cosa, diciéndole ella que sabe que le echaron del club y le condenaron a entrenar a un club de discapacitados, tras lo que le dice que no se pueden solucionar los problemas sin hablar y él se fue de casa, diciendo él que prefirió irse antes de que ella le echase, diciendo ella que no entiende por qué le dice eso, pues le encanta y le gustaría tener un hijo con sus ojos.

Él pregunta si ha ido a eso, a sacar el tema, diciéndole ella que siempre huye de todo como si fuera un Peter Pan, diciéndole Marco que ella no puede hablar, pues iba a ser Penélope Cruz y acabó como dependienta en la tienda de su suegra, concluyendo ella que no fue una buena idea ir a verle.

Arrepentido la llama, pero es ahora ella la que no se lo coge.

Al día siguiente, tras el entrenamiento van a la ducha, aunque Juanma, como siempre prefiere no entrar.

Aparece entonces un ratoncillo y Juanma le pide al entrenador que lo salve. Este le dice que es mejor que lo salve él, que trabaja con animales y es el que mejor los conoce y comprende, haciendo así que se meta en la ducha, y le dice que el ratón quiere que todos huelan bien y le pasa el gel, comenzando Juanma a lavarse, acabando por coger gusto a la ducha.

Tras ello Juanma le pide un abrazo, y ahora ya no puede negarse.

Su siguiente partido será en Cuenca y se preguntan cómo irán, diciéndole Julio que en un autobús de transporte público que los deja cerca, algo inaudito para Marco, que pregunta quién irá con ellos, diciendo que solo irán él y los jugadores, preguntando él quién cuidará a los chicos, señalando que se cuidan solos, aunque al sacarlos de su entorno puede que alguno se comporte raro, señalando él que todos se comportan raro.

Cuando le deja frente a la parada, le dice que tiene que darle una buena noticia, que podrán contar con Collantes, un nuevo fichaje para sustituir a Román.

Esperan en la parada con Manuel abrazado a él sin soltarse mientras esperan a Collantes, que le dicen, ellos llaman mosca cojonera.

Aparece entonces una chica muy bajita con Síndrome de Down y con mucho carácter, que cruza la calle haciendo que tengan que frenar todos los coches, y cargada con una tabla de surf, por si el hotel tiene piscina, pese a que, según le recuerda Marco, vuelven en el día, a lo que ella dice, es muy negativo.

Una vez en el autobús, ve que Juanma se ha duchado, pero lleva puestas las dos equipaciones y la ropa interior para después de partido y que comienza a cantar que es muy bonito el sábado, no parando de cantar durante todo el trayecto.

Durante el partido, Marco observa que sus rivales tienen un jugador extraordinario, por lo que enseguida les sacan una gran ventaja, por lo que se queja y dice que ese chico es normal, que no tiene ningún defecto y las marca todas.

Collantes le dice que ella lo puede anular, diciéndole Marco que lo haga, haciéndole de forma drástica al darle una patada en sus partes.

Eso les supone el éxito. Ganan, y por ello, de regreso, Juanma se pasa todo el camino cantando feliz, logrando que todos los demás pasajeros acaben hartos.

Sonia le envía varios mensajes diciendo que ha intentado hablar con él, pero no ha podido, diciendo él que lo siente, diciéndole Collantes, que lo ve, que no le extraña que no tenga novia, diciendo él que está casado, extrañándoles a todos que su mujer no haya ido con ellos al partido y le aconsejan que si ha regañado le lleve unas galletas, no un ramo de flores, como si fuera un pringado.

En el autobús, con todos ya molestos por los cánticos de Juanma, el impacto de un chicle en la cara del conductor, que Sergio le lanzaba al sobrino de Vicky, hace que la paciencia de este llega a su fin y dé un frenazo que hace que todos se golpeen, llegando Marco a sangrar por la nariz.

Le dice tras ello a Juanma que como no deje de cantar les baja allí mismo, y cuando sale Marco en su defensa, comienzan una discusión en la que interviene Collantes, que le pregunta al conductor si está soltero o consiguió engañar a alguien, diciéndole este que no le da una bofetada porque es mongólica, momento en que Collantes le da una patada al conductor en sus partes.

En ese momento, además, Marín lanza su vómito sobre otros pasajeros, por lo que, poco después, parte el autobús habiendo dejado en tierra a todo el equipo.

Marco va a su casa, y como su mujer no le abre lo hace él con sus llaves y sube hasta el dormitorio donde la escucha gemir mientras escucha una canción, que él dice es la suya, lo que le parece doblemente ofensivo, por lo que entra en tromba, para comprobar que lo que Sonia está haciendo es boxeo con un punching-ball, y, al no haberlo escuchado, le da un puñetazo a él, que se queja de cómo le ha dejado la nariz, aunque ella reconoce que le vio un poco antes y ya la llevaba morada.

Le pregunta por el equipo, diciéndole que va bien, que ganaron ya su primer partido, aunque, le asegura, no habrá más, pues su condena es entrenarlos, no cuidarlos, diciéndole ella que tiene miedo a las responsabilidades y no quiere ser su padre, porque como él no tuvo, los demás no tienen derecho a tenerlo.

Él se marcha enfadado, y ella le dice que sí jugarán, asegurando él que no volverá a ir con ellos ni en autobús ni en tren, diciendo ella que alquilen una furgoneta, a lo que responde él que el equipo no tiene dinero, y cuando ella le dice que puede conseguir una él le dice que no tiene carnet, y si lo quiere, tendrá que conducir ella.

Le pide a su compañero Antonio la autocaravana que él mima como a un hijo y que no era capaz de dejarla ni a su hermana, que en efecto conducirá Sonia para desesperación de Antonio, que ve cómo sale a trompicones, y haciendo que las marchas rasquen, rematándolo Julio al decirle que se lo van a pasar muy bien esos gamberros en su caravana.

El equipo, cada vez mejor preparado, comienza a ganar partidos, acompañándolos Sonia, que se entromete en las decisiones de Marco como este lo hacía con Carrascosa, haciéndose eco la prensa deportiva de sus éxitos, al ser la revelación de la temporada.

Tras su siguiente éxito se pondrán ya terceros, por lo que, si ganan el siguiente irán a la final, y por ello están todos muy contentos, acudiendo incluso la sorprendida Vicky, pero también Carrascosa, que se fija en Román, que está viendo el partido y lo saluda, diciéndole Román que le gusta y que lo está haciendo bien, diciendo Carrascosa que Marco es muy bueno, diciéndole Román que está aprendiendo, que tendrá siempre la discapacidad, pero que ellos le están enseñando a manejarla.

Celebran su paso a la final, fijándose Marco entonces en Román, que se marcha, por lo que va a buscarlo y le dice que le gustaría que jugara con ellos el último partido, preguntándole Román si es que no quiere hacer el ridículo, diciendo él que no, que el ridículo ya lo hizo la última vez que habló con él, y le pide disculpas.

Llega entonces Sonia, que lo abraza mientras observan a los chicos felices y Marco le dice que gran parte del mérito es de ella, tras lo que le propone volver ellos dos a ser un equipo, diciendo ella que sí, pero que quiere ser madre y no quiere esperar más.

Pero él tiene miedo, pues ella sería madre primeriza con más de 40 años, por lo que se multiplican las posibilidades de que la criatura nazca con deficiencias como cualquiera de esos chicos, ante lo que ella se marcha decepcionada.

Aparece entonces Marín que le dice que a él tampoco le gustaría tener un hijo como ellos, pero lo que sí le gustaría es tener un padre como él y le da las gracias por todo.

Julio le da la noticia de que no jugarán la final, pues los otros finalistas son Los Enanos, y se juega en su casa, en Canarias y los pagos de avión y hotel están fuera de sus posibilidades, asegurando que ya se lo comentó a los chicos y lo entienden.

Pero no es cierto. Todos están tristes y melancólicos en sus trabajos.

Marco acude a buscar a Sonia a la tienda y le pide ayuda. Se pondrán los dos unos de los uniformes de policías de su tienda y acuden al restaurante donde trabaja Benito.

Le dicen a su jefe que tienen un pendrive con grabaciones de los abusos con Benito, por el que percibe una bonificación fiscal, amenazando con cerrarle el bar, ponerle una multa de 60.000 Euros y llevarlo a prisión.

Yepes, el empresario, les dice que deben buscar una solución.

Unos días más tarde vuela todo el equipo hacia Tenerife, contándoles Sergio a unas monjas que les pagó el viaje el jefe de Benito, que ha pasado a ser patrocinador del equipo y que además le dio a este 15 días de vacaciones.

Marco va junto a Román, que le dice que desde que se hizo cargo del equipo Sonia, le apetece volver a jugar.

Collantes llega a Tenerife cargada con unos esquíes y Julio está emocionado de haber podido ver el mar.

Marco les confiesa que tiene pavor a los ascensores y por eso subirá andando hasta el séptimo piso, aunque entonces Juanma dice que hay una culebra y al ir a ayudarles le cuelan en el ascensor y no le dejan salir, como le pasó a él con el agua, aunque son tantos que el ascensor se queda parado, decidiendo los chicos saltar para ver si así se arregla, logrando que caiga, saliendo Marco descompuesto, mientras los chicos, por el contrario, se ríen mucho.

Mientras varios de los chicos tiran de Collantes, que esquía por los pasillos, Marco recibe una llamada de su madre, que estaba en unos servicios espirituales, y le dice que está todo el día rezando, viendo Marco cómo de pronto sale con su empleado de hogar sudamericano, muy elegante, de la habitación de al lado.

Julio ve cómo Marco mira a Román y le cuenta que es campeón olímpico, pues ganó la medalla de oro en Sídney 2000, siendo capitán del equipo paralímpico español, pero que les obligaron a devolverla al descubrir que solo él y otro jugador eran realmente discapacitados, afectándole mucho aquello, por lo que estuvo a punto de suicidarse, no fiándose por ello de los entrenadores.

Llegan muy ilusionados al pabellón deportivo, donde descubren que los Enanos son realmente un equipo de gigantes, que, gracias a su altura dominan para desesperación de Los Amigos, aunque poco a poco van haciéndose con el juego e igualando el partido, por lo que, a un minuto, pierden solo de un punto, logrando Román empatar y superarlos con dos tiros libres, aunque entonces ellos marcan un triple.

A solo 10 segundos y teniendo la posesión, Marco le pide a Benito que lance, pues pueden empatar, aunque este lo hace a su estilo. Corre hacia su propia canasta y desde allí lanza la pelota fuerte y hacia atrás aunque nunca logró encestar así. Y en esta ocasión… tampoco, por lo que pierden el partido, viendo sorprendido Marco cómo sus jugadores, lejos de deprimirse corren a abrazar a sus rivales y a felicitarles, felices, como si fueran amigos, gritando toda la grada el nombre del equipo rival, Los Amigos.

Sus jugadores van a felicitar al entrenador, aunque él les recuerda que han perdido, a lo que ellos le responden que no han perdido, que son subcampeones, y que eso es mejor que ser campeones, pues es mejor un submarino que un marino, y abrazándolo comienzan a botar, gritando "subcampeones", observando que ha ido incluso su madre a ver el partido y le dice que aunque hayan perdido, a una madre lo que le importa es que estén bien, asegurando él que hacía tiempo que no se sentía tan bien.

También le felicita Sonia, que le dice que lo importante es que lo ha hecho por su equipo, diciéndole él que su equipo es ella y le propone aumentarlo con otro miembro, tras lo que se besan.

Bajan luego todos a la playa y Marco vuelve a hablar con Román, que le dice que lo ha hecho muy bien, y que el siguiente campeonato deben ganarlo, diciendo Marco, "lo ganaremos", diciendo Román que le gusta que diga ganaremos, en vez de "ganaréis".

Román le cuenta que durante un tiempo estuvo jugando en el Getafe y que Carrascosa era su entrenador e iban a subir de categoría cuando tuvo un accidente al ser arrollado por un tipo que iba bebido, con su moto, afectándole el accidente a la cabeza, por lo que le dejó su novia y tuvo que dejar la carrera cuando estudiaba para arquitecto, pese a lo cual está contento porque están juntos.

Marco le cuenta que su padre se marchó de casa cuando tenía 9 años, diciéndole Román que ya se lo contó Sonia, diciéndole Román que ellos nunca le van a abandonar.

Marco vuelve a vivir con Sonia, despertándole una llamada de Paco Carrascosa, que le felicita por el subcampeonato.

Un mes después de haber firmado el último parte de su condena, Julio le agradece que haya seguido yendo y le dice que los dos sabían que ese momento llegaría, contándole él que vuelve a ser entrenador profesional, pero en la selección española, nuevamente como segundo de Carrascosa.

Pero no se quiere despedir de los chicos, asegurando que sería muy duro para él, que se aleja a toda prisa, aunque poco después ve, al girarse, que le siguen los chicos que le preguntan si es que no va a despedirse.

Les explica que tiene una gran oportunidad profesional y debe trabajar, diciéndole ellos que lo entienden y que solo quieren darle las gracias pues les convirtió en equipo. Que fue como un padre y les trató como personas.

Ven que se les saltan las lágrimas y Manuel va a abrazarlo, haciéndolo luego todos.

Calificación: 3