Te cuento la película

La ansiedad de Veronika Voss
La ansiedad de Veronika Voss

Die sehnsucht der Veronika Voss (1982) Alemania

Duración: 105 Min.

Música: Peer Raben

Fotografía: Xaver Schwarzenberger

Guion: Peter Märthesheimer, Pea Frölich, Rainer Werner Fassbinder

Dirección: Rainer Werner Fassbinder

Intérpretes: Rosel Zech (Veronika Voss), Hilmar Thate (Robert Krohn), Cornelia Froboess (Henriette), Annemarie Düringer (Doctora Marianne Katz), Doris Schade (Josefa), Armin Mueller-Stahl (Max Rehbein), Erick Schumann (Doctor Edel), Peter Berling (Pratorius), Günther Kaufmann (Ayudante de la doctora), Johanna Hofer (Jenny Treibel), Rudolf Platte (Jan Treibel).

Mediados de los cincuenta. Una mujer, Veronika Voss ve en el cine una vieja película interpretada por ella, "Veneno traicionero" en la que suplica a otra mujer que le ponga una inyección de morfina a cambio de todas sus posesiones.

Veronika recuerda el momento en que rodaron la película y la alababan por haber estado conmovedora, señalando ella que no es solo por el Guion, que también es por el amor del guionista, Max Rehbein, su marido.

Sale tras ello del cine y aunque llueve copiosamente se queda parada en un parque bajo la lluvia hasta que un hombre, Robert Krohn se ofrece a acompañarla con su paraguas, preguntándole ella si le ofrece paraguas y protección, asintiendo él, que luego, y una vez en el tranvía le ofrece también su abrigo para que entre en calor, aunque rechaza su ofrecimiento de asiento, pues dice temer que la gente pueda reconocerla y querer hablar con ella.

A medianoche el insistente timbre del teléfono despierta a Robert y Henriette, su novia, que es la que lo coge, diciéndole a Robert que se trataba de la señora Voss que lo ha citado para tomar el té al día siguiente en el Privilege, un hotel de lujo, diciendo él que no la conoce, a lo que Henriette le responde que ella tampoco lo conoce a él, pues dijo que era un hombre encantador.

Robert se reúne en efecto al día siguiente con ella, contándole que es periodista deportivo, aunque su vida, le dice es más bien aburrida y que se lleva bien con su novia, que es la mujer que contestó al teléfono.

Ella le dice que entiende que debió hacerse reproches el día anterior por no haberla reconocido a primera vista, aunque le dice que fue un alivio para ella que alguien se interesara por ella pese a no saber que era famosa y eso le hizo sentirse una persona.

Veronika le pide al camarero que apague la luz, que dice es demasiado fuerte y encienda las velas, hablándole de las luces y las sombras, que son el secreto del cine, preguntándole a Robert si le parece hermosa a la luz de las velas.

Le pide tras ello a Robert que le preste 300 marcos, pues ha visto un broche precioso y cuando ve algo que le gusta tiene que conseguirlo, entregándole él el dinero, bajando ella a comprárselo, observando que en la tienda tienen una fotografía suya, pidiendo a la vendedora que le dé un broche de 300 marcos, sin fijarse en ninguno, dándole uno de 285.

Sube con su broche y se despide de Robert al que le dice que tiene una cita con su productor para hablar de su próxima película, cuyo Guion ha escrito su marido, diciéndole que sabe que está pensando si engañaría a su mujer con ella.

Antes de marcharse vuelve a la tienda y pide que le devuelvan el dinero del broche, pues no le gustó al hombre para el que lo compró, siendo reconocida por la dueña de la tienda admiradora suya que accede a devolverle el dinero a cambio de que autografíe la fotografía que tenía colgada, contándole que la recordaba de 1944 en Berlín, recordando ella que la película se rodó en 1943 y luego se compró la piel tan bonita que lleva puesta para el estreno.

La dueña le dice que bombardearon su establecimiento, y pudo salvar su foto, pero no su autógrafo, que Veronika escribe de nuevo, concluyendo la mujer que pese a todo fueron buenos tiempos, contándoles Veronika que está preparando una nueva película y que cuando se estrene se comprará una nueva piel y le regalará una foto más actual.

Henriette le recrimina haberse gastado 300 marcos en un cóctel.

En el periódico consigue que Greta, una compañera le busque las noticias sobre la actriz de los años 1949 a 1951, aunque le dice que su mejor época fue durante la guerra con la UFA y que se comentaba que tuvo algo con Goebbels, algo que Robert dice no es cierto, pues fue Goebbels quien le prohibió trabajar, lo que su compañera le dice que es falso, y que por el contrario el ministro la protegió, haciendo en aquella época una película tras otra aunque en los ambientes culturales la creyeron cuando después de la guerra contó lo contrario, haciendo 3 años que no rueda una película y que bebe mucho yéndose también su matrimonio a pique.

Le da también el teléfono de su agente, Karla Petrowitsch, que a su vez le da una dirección, aunque no ve allí rastro de que viva la actriz, por lo que les pregunta a unos ancianos que salen, los cuales le dicen que hable con Marianne Katz, la propietaria de una clínica neurológica.

Cuando llama a la puerta de esta la enfermera le dice que solo admiten a gente con cita, aunque cuando dice que es periodista y pregunta por Veronika Voss, hace que la doctora lo reciba, contándole que la actriz es una de sus pacientes, diciéndole que le debe 300 marcos y por eso quiere localizarla, diciéndole ella que la señorita Voss es muy formal en cuestión de dinero y no debe preocuparse por eso.

Tras despedir al periodista la doctora entra en una habitación en la que está Veronika en una cama, y le dice que si necesita dinero debe pedírselo a ella, pues no quiere que un tipo se entrometa entre ellos, recordándole que ella es su mejor amiga.

Veronika acude a ver a Prattorius, el productor, aunque antes de ser recibida ya su secretaria le dice que Prattorius piensa en otro tipo de mujer para el papel, y cuando este sale se excusa diciéndole que él la quería para el papel, pero que el director colocó a su amiguita, observando Veronika que en el despacho del productor hay una joven vistiéndose, suplicándole Veronika que le dé al menos el papel de la madre de la chica, respondiendo él que es un papel muy pequeño de dos o tres sesiones.

Henriette va a esperar a Robert al trabajo llevándole una carta de Veronika, observando que Robert ha estado escribiendo una poesía, aunque él se enfada y dice que no es buena, tirándola.

En la carta Veronika le devuelve el dinero que le debía, diciéndole que saldrá de viaje las próximas semanas, observando que ni siquiera la firmó, confesando solo entonces Henriette que había sentido ciertos celos tras oírle presumir de su reunión con ella.

Cuando unas horas más tarde regresan a su casa, borrachos, ven que les está esperando en la puerta Veronika, que se queja de la iluminación de la escalera antes de preguntarle a Robert si tiene coche para poder llevarla a Starnberg, donde tiene su casa, para pasar la noche con él.

Robert la acompaña a su mansión, que está sin luz y con todos los muebles cubiertos por sábanas. Encienden los candelabros y luego ella se pone un bonito traje diciéndole que le gusta seducir y que ha hecho todo lo posible para gustarle a él.

Recuerda entonces a su marido - que poco antes le dijo a Robert que estaba en Capri -, poniendo la radio en el mismo lugar que ahora está Robert, cuando ella comenzó a tomar alcohol y pastillas, razón por la que Max le regañaba, diciéndole ella que también él bebía, a lo que Max le contestó que él lo hacía para desconectar y ella para ser seductora y única.

Tras haberse acostado con ella ve cómo a media noche ella comienza a gritar y a retorcerse en la cama, echándole la bronca a Robert por haber roto un jarrón y de querer destrozar toda su vida, llegando a decirle que sabe quién es.

Le pide tras ello que la lleve hasta la ciudad para que la vea la Doctora Katz, que es la única que puede curar sus dolores, pidiéndole por el camino que compre otro jarrón igual para sustituir al roto antes de que nadie se dé cuenta.

Una vez en la clínica le pide a Robert que se marche ya y que le llamará, aunque él se queda frente a la clínica en su coche, viendo llegar a la doctora y a la enfermera.

Cuando esta llega a la clínica ve a Veronika en la cama y le pregunta cuántas pastillas se tomó, a lo que ella solo responde que amargan. Le preguntan tras ello qué hace ese hombre esperando frente a la clínica antes de llevarla a vomitar las pastillas, no poniéndole la inyección hasta que las expulsa.

Robert se despierta al amanecer debido al ruido del coche del ayudante de la doctora al marcharse, viendo cómo se acerca a él la enfermera para decirle que la doctora le pregunta si desea desayunar con ella, aceptando él la invitación.

Robert le pregunta si Veronika pasa allí mucho tiempo, respondiéndole la doctora que en las temporadas en que los dolores le son insoportables o ella teme que lo sean, ya que padece una enfermedad nerviosa, haciéndole ver que no tiene intención de esconderla de él, aunque pidiéndole que no publique nada, tras lo que se despide, aunque antes de marcharse le pregunta si su interés por la señorita Voss es profesional o tiene otros intereses, respondiéndole que ni él mismo lo sabe.

Al volver a su coche encuentra en él a Henriette y le pregunta si lo está espiando, respondiendo ella que no a él, sino a ella, tras lo que le pregunta si está enamorado de ella, a lo que le responde que no lo sabe.

Decide cumplir la petición de Veronika yendo a comprar un jarrón igual al roto a la tienda que ella le indicó, que observa pertenece a los ancianos a los que les preguntó el primer día por Veronika y que le indicaron que debía preguntar en la consulta, decidiendo, para que no lo vean que sea Henriette quien cumpla el encargo.

Henriette se hace con el jarrón, no cobrándole nada el anciano, que le dice que solo pide a cambio un trozo de felicidad, ya que vive en el mundo de los sueños, pensando que ha ido allí de parte de la doctora.

Le muestra el anciano tras ello un número tatuado en su brazo, contándole que estuvo preso en Treblinka.

Cuando vuelve con el jarrón Robert le pide que lo lleve ella a casa de Veronika, lo que acepta porque está interesada en ver cómo es la villa de una antigua estrella de cine.

Robert va entretanto al periódico a disculparse por no haber acudido a hacer una entrevista que tenía que realizar esa mañana, contándole al redactor jefe que está tras una historia, diciéndole que él se encarga de los deportes y no del cine.

Reciben entonces una llamada de la propia Veronika, diciéndole el redactor jefe que está encantado de hablar con ella, recordando que la conoció unos años antes en una fiesta, diciéndole ella que quiere hablar con Robert, al que cita en el estudio 3 de Vabaria, donde va a comenzar a rodar.

Finalmente el redactor jefe le pide que investigue qué hay tras la clínica.

Henriette recorre la mansión de la estrella observándolo todo con curiosidad.

Veronika por su parte llama para ver a qué hora van a recogerla los de producción, recordándole la secretaria que no va a hacer el papel principal.

La doctora Katz le regaña por haberle dejado a Robert la llave de su casa a lo que Veronika le responde que todavía es suya, puesto que no ha muerto y además va a rodar, recordándole la doctora que solo va a hacer dos días de rodaje, algo ridículo.

Le pregunta luego la doctora, cuándo volverá a ver a su amante, diciendo ella que en el estudio, pidiéndole la doctora que recupere su llave y que tras ello no vuelva a verlo, a lo que Veronika le replica que eso son asuntos suyos, diciéndole la doctora que entonces tendrá que hablar ella personalmente con él y explicarle sus asuntos.

Ella dice que Robert le ayudará, diciéndole la doctora que los hombres se vuelven locos por las drogadictas, tras lo que le pregunta si necesita una dosis para trabajar, respondiendo ella que sí, tras lo cual le pregunta con qué va a pagarlo, diciendo ella que con lo que gane y que además tiene sus joyas, diciéndole la doctora que a lo mejor ya no le gustan, diciéndole ella que quizá no necesite ya más inyecciones, de lo que la doctora se burla.

Ve que están allí también los Treibel, la pareja de los ancianos, a los que la doctora les dice que ya hizo por ellos todo lo que podía.

En el estudio, Veronika vuelve a rodar por fin su escena, que debe repetir porque no llora lo suficiente, estando en el rodaje tanto Max, su ex marido, como Robert.

Finalmente deben utilizar glicerina para simular sus lágrimas, decidiendo el director echar del estudio a quienes no trabajan para evitar que se ponga nerviosa.

Robert y Max esperan fuera hasta que escuchan cómo ella solloza, viendo que está llorando tumbada en el suelo, diciendo Max que deben llevarla a una clínica especial.

El resto de la tarde la pasan Max y Robert bebiendo en un bar, contándole Robert que está enamorado de Veronika, diciéndole Max que lo destruirá porque es una drogadicta y que morirá cuando no pueda pagar la mercancía.

Le pregunta Robert si es que la doctora le da la morfina a cambio de dinero, diciéndole Max que de lo contrario no se la recetaría, decidiendo Robert que él la salvará y que no dejará que se destruya, deseándole Max suerte.

Aun borracho acude a la clínica, donde la recepcionista no quiere dejarlo entrar, diciendo él que si no lo dejan llamará a la policía, pues tienen allí a una mujer presa, amenazando la doctora con denunciarlo por allanamiento de morada.

Él le pregunta qué le va a dar a Veronika, diciéndole ella que morfina, pues no puede dejar que se arrastre de dolor, diciéndole Veronika que se vaya, pues no puede ayudarla, que lo hará la doctora, no quedándole otro remedio que marcharse.

Decidido a desenmascarar a la doctora, Robert y Henriette van a ver a los Treibel a los que encuentran muertos tras haberse tomado unas pastillas, comentando un vecino que sabía que eso ocurriría, pues le pidieron que les hiciera un té con miel, y ellos le habían comentado que morirían así, tomándose las pastillas, que son amargas, con el sabor de la miel, diciéndoles que ya avisó a un médico, pidiendo Robert que avise también a la doctora Katz porque la casa y las cosas que hay allí son de ella, preguntándole el hombre cómo lo sabe, si no conocía a los Treibel, diciéndole el que sí conocía a la doctora.

Henriette le propone ir a denunciarlo a la policía, diciéndole Robert que mejor deben ir al departamento de sanidad a denunciarla por sus prácticas irregulares.

Pero cuando ven al funcionario que dirige la sanidad este le quita importancia a los hechos señalando que Treibel pasó 10 años con dolores desgarradores y solo con la morfina podían aliviarlos, preguntando Robert si en realidad no se trata de drogadictos, diciendo el funcionario que el estado controla los medicamentos, pero es difícil controlar a los hombres.

Robert le hace ver que los Treibel dejaron a la doctora todos sus bienes y obras de arte, a lo que el funcionario responde que de ser así refleja la relación de confianza existente entre médico y paciente, no viendo nada malo en ello.

Lo cierto es que cuando ellos se van el funcionario llama a la doctora Katz.

Robert le pide entonces a Henriette que se haga pasar por una persona rica, sola y desgraciada y con dolores difíciles de explicar y vaya a ver a la doctora, haciéndose pasar en efecto por una mujer separada y solitaria, pues casi todos sus amigos lo eran de su marido, diciéndole la doctora que no es bueno que pase tanto tiempo sola en una casa tan grande, pidiéndole Henriette que le ayude a buscar una ocupación, aunque esta le dice que una ocupación no puede sustituir un sentimiento, diciéndole que no debería recetarle morfina, sino un hombre que la quisiera, pero que a falta de este debe darle la receta, diciéndole que vuelva en cuanto tenga más dolores.

Cuando sale de la consulta llama por teléfono a Robert para decirle que tiene la receta, diciéndole este que irá a buscarla e irán a la policía a contarles todo, no sabiendo que desde la clínica la están viendo hablar por teléfono.

Y al salir de la cabina es atropellada por un coche, quitándole alguien la receta.

Robert acude con la policía a la clínica y acusa a la doctora de haber matado a su novia, aunque la policía no le cree, y le dicen que fue un accidente.

Él trata de convencerlos de que trafica con morfina y para demostrarlo busca la receta de la morfina en el bolso de Henriette, aunque solo encuentra una receta de valeriana, saliendo en ese momento Veronika, diciéndoles Robert a la policía que ella será la próxima en ser asesinada en cuanto no tenga dinero, pero Veronika no lo apoya. Les dice que lo conoce porque es un periodista que quiso hacerle una entrevista y que creyó que podía ir con ella más allá de una relación profesional.

La doctora habla con el funcionario de sanidad y le comenta que Veronika y el periodista están haciendo que peligre su forma de actuar, pues son impredecibles y ella además está volviendo a ser famosa, por lo que sugiere que desaparezca definitivamente con un gran final, una gran fiesta tras la que ellos se irán de vacaciones dejándola sola en su casa sin morfina pero con muchas pastillas.

Le preparan una glamurosa fiesta con gente del cine y periodistas, ante los que actúa, estando entre los invitados el propio Robert y Max, su ex marido.

Tras la fiesta Veronika se queda dormida. Cuando se despierta se despide de la doctora Katz, a la que le dice que le regaló mucha felicidad, reconociendo esta que se la vendió, y cuando se va y le dicen que se quedará sola ella dice: "ahora solo le puede regalar mi muerte", una frase de una de sus antiguas películas.

Recuerda su fiesta, cuando hablaba con los periodistas a los que les estaba contando que estaba en tratos con los tres grandes estudios de Hollywood.

Recuerda haber hablado con Robert tras la fiesta aunque ante la doctora y sus amigos, incluido el funcionario, diciendo que no esperaba que aceptara la invitación a su fiesta de despedida después de todo lo ocurrido.

Al despertarse trata de salir y ve que la puerta está cerrada y no puede abrirla, por lo que regresa a la cama donde se pinta los labios antes de buscar las pastillas que hay en su mesilla.

En el periódico le proponen a Robert redactar un segundo artículo, ya que investigó el tema de la actriz, aunque él dice que periodísticamente el caso da poco de sí, mientras lee un ejemplar donde informan de la muerte por una sobredosis de somníferos de una estrella de la UFA.

Robert ve cómo la doctora, con su enfermera y el funcionario de sanidad brindan contentos sin el menor remordimiento en la mansión de la estrella, pero en vez de avisar a la policía le pide al chófer que le espera que lo lleve de vuelta a Munich para seguir con sus informaciones deportivas.

Calificación: 3