
La carreta fantasma
Körkarlen (1921) * Suecia
Duración: 106 min.
Fotografía: Julius Jaenzon
Guion: : Victor Sjöström (Novela: Selma Lagerlöf)
Dirección: Victor Sjöström
Intérpretes: Victor Sjöström (David Holm), Astrid Holm (Edit), Hilda Borgström (Anna Holm), Tore Svennberg (Georges), Lisa Lundholm (Maria), Concordia Selander (Madre de Edit), Einar Axelsson (Heermano de David), Tor Weijden (Gustafsson).
Tras contraer la tuberculosis un año atrás, la hermana Edit, del Ejército de Salvación regresa a casa de su madre para morir allí, acompañándolas la hermana Maria que le pide que en ese momento deje de pensar en los descarriados, pues ya los ayudó, aunque ella pie que llame a David Holm, y como insiste decide ir a buscarlo.
María va a buscarla a su casa, donde están solo su mujer y sus hijas durmiendo y convence a la mujer para que vaya a ver a la moribunda mientras Gustafsson trata de encontrar a David en varias tabernas, sin éxito.
Cuando llega Anna, la esposa de David, muestra su resentimiento hacia la enferma, que al verla la abraza y la besa mientras le pide perdón.
Luego pide a Maria que la lleve de nuevo a su casa para que el marido no la vea allí.
Todo esto ocurría en la víspera de Año Nuevo.
En ese momento tres hombres beben en el cementerio, comentando uno de los borrachos, David Holm, que desde allí podrán saber el momento exacto para poder brindar por el Año Nuevo, ya que se ve el reloj de la iglesia, aunque sea un poco espeluznante recibirlo allí, entre los muertos y pregunta a los otros si temen a los fantasmas, tras lo que se dispone a contarle una historia de Año Nuevo.
Les habla de un amigo, Georges, un hombre que estaba siempre muy divertido que había estudiado en la universidad de Uppsala y era algo más listo que los demás.
Pero en la víspera de Año Nuevo se convirtió en un hombre diferente. Había perdido su alegría habitual y, mientras los demás bebían y jugaban a las cartas, él permanecía en un rincón muy triste y rechazaba las la bebida.
Mientras intentaba dormir los demás comenzaron a discutir, al acusar David a otro compañero de haberle cambiado las cartas.
Al escucharlos, Georges los separó y les recordó que era el último día del año y que aquel al que le ocurra algo fatal en esa fecha deberá conducir la carreta fantasma.
Lo dijo muy compungido y los demás le observaban preocupados.
Les cuenta que era una carreta muy vieja cuyo conductor no es un cochero ordinario, pues sirve a un jefe muy estricto llamado Muerte y para él un solo día es como 100 años en la tierra, y noche y día es apremiado a ocuparse de los asuntos de su Jefe.
Segunda parte
Donde quiera que va, la carreta encuentra tristeza y desesperación.
Avanza, invisible para la gente y para frente a una gran mansión.
Allí un hombre adinerado está sentado frente a un escritorio y del cajón saca un arma mientras el cochero penetra en la casa atravesando la puerta, encontrándolo ya muerto, tras haberse suicidado.
Avanza hasta él y carga con su alma, que extrae del cuerpo y lo lleva hasta su carreta antes de seguir su camino.
Georges les cuenta que nadie puede liberarlo de cumplir con su pesada tarea.
Un hombre bracea desesperado en el agua tras hundirse su barca en medio de un temporal. La carreta avanza igual por el agua que por tierra y el cochero camina por el fondo del mar para recoger el alma del hombre ahogado y llevarla a su carreta.
Georges les sigue contando que, pese a ser siempre la misma carreta y el mismo caballo, no siempre es el mismo conductor.
Les dice luego que la última persona en morir cada año, cuyo espíritu se eleve a las 12 de la noche, está predestinado a ser el conductor de la Muerte durante el siguiente año y por eso tiene tanto miedo de que le pase algo fatídico ese día.
David bromea tras contarles la historia, pero sus compañeros se quedan consternados, y más cuando les cuenta que Georges murió el día de Nochevieja del año anterior.
Gustafsson encuentra finalmente a David en el cementerio y le cuenta que la hermana Edit se está muriendo y quiere verlo.
Pero David se niega a ir.
Pero cuando Gustafsson se marcha, sus acompañantes le dicen que debería ir a verla, aunque él les dice que están a punto de dar las 12 y discuten, tornándose la pelea violenta y uno de los hombres golpea a Holm con la botella y acaba con él.
Justo en ese momento dan las 12 y, asustados, los dos hombres se marchan corriendo mientras la carreta fantasma avanza hacia él.
Su espíritu levanta la cabeza y ve cómo se acerca, en medio de un estridente ruido, pudiendo ver, cuando el conductor se quita la capucha, que se trata de Georges, que con su guadaña baja de la carreta y se acerca a él para decirle que le toca sustituirle, y se sienta junto a él.
Holm le dice que debería subirlo a su carreta y llevarlo al hospital, pero Georges le dice que en esa carreta no va nadie con vida y, cuando se acerca a un enfermo, es demasiado tarde para avisar al médico.
Le dice que sabe que debe afrontar las consecuencias del mal que ha infligido durante sus andanzas por el mundo.
Georges sabe que es culpa suya que acabara sus días así y que si no hubiera frecuentado su compañía habría llevado una vida más tranquila junto a su mujer, sus hijas y su hermano
Imagina la vida que podría haber tenido.
Junto con su hermano, habrían trabajado en la serrería y habría sido feliz con su mujer y sus hijas.
Con ellas y con su hermano pasa un bonito día de campo, donde comen contentos.
Pero en vez de eso, estaba emborrachándose con sus amigos mientras su mujer se ocupaba de la casa y él era violento y no quería saber nada de sus hijas, de las que se ocupaba solo Anna.
A veces lo encontraba tirado en la calle, incapaz de moverse.
En una de esas ocasiones acabó en la cárcel condenado por una borrachera.
El día antes de salir en libertad el alcaide le dijo que su condena va a acabar, pero que antes le espera un castigo más severo, y lo llevó hasta otra celda donde ve que está su hermano, pues mientras él estaba allí encerrado, su hermano mató a un hombre bajo los efectos del alcohol y pasará muchos años en la cárcel, aunque todos piensan que debería ser él quien cumpliera la condena, pues fue él quien lo llevó a la ruina y lo convirtió en un asesino.
Él dice entonces que dejará el mal camino, pues ha comprendido cómo se siente una persona al causar tanto dolor a alguien que quiere y que también ha comprendido lo terrible que ha sido para su mujer y sus hijas y empezará una nueva vida.
Tercera parte
Sale de prisión, en efecto y corre a su casa, pero no encuentra a nadie. La puerta está cerrada y cuando entra ve la casa abandonada y casi sin muebles.
Pregunta en la puerta de enfrente y la vecina le cuenta que no está enferma su esposa, que se fue, y otra vecina se lo corrobora y se ríen ambas de él.
Él, que estaba tan ilusionado por volver con ella se siente rabioso y piensa que habría entendido que se fuera abierta y sinceramente, pero huir es despiadado.
Escucha reír a las vecinas y asegura que la encontrará y le hará entender lo que se siente cuando el corazón se te hiela.
Con Georges recuerda que vagó a lo largo y ancho del país buscándolas, mientras el odio y el deseo de venganza crecían en su interior y así llegó el día de Nochevieja del año anterior, a esa ciudad, justo el mismo día que el Ejército de Salvación abría allí sus puertas.
Y a estas llamo David, muy borracho, poco antes de medianoche.
La hermana Edit lo acogió, pese a no haber abierto oficialmente, y él les dijo que no quería comida, sino dormir, por lo que le ofreció una de sus camas.
Y mientras dormía, Edit cogió su raído abrigo pese a que la hermana Maria le advirtió de que no tenían aún un horno de esterilización y su ropa tendría toda clase de gérmenes, aunque Edit le respondió que la hacía feliz poder hacer algo por el primer huésped enviado por Dios, y se lo cosió, y le dieron las 12 en el reloj haciéndolo, por lo que rezó para que su huésped tuviera un buen año nuevo.
Pasó la noche cosiendo el abrigo sin pensar en los gérmenes y el hedor que desprendía.
Cuando se acostó su habitación se había enfriado y calado por completo.
Al despertar David, vio su abrigo, sucio, pero como nuevo y la hermana María le dio los buenos días y le dijo que saliera a desayunar.
David le preguntó si fue ella la que le arregló, y le pide que vaya la persona que lo hizo, aunque cuando llegó la hermana Edit, David se arrancó los botones, rompió sus bolsillos y deshizo todo lo que ella había hecho con tanto esfuerzo mientras reía y le decía que era una lástima que se tomara tantas molestias, pues está acostumbrado a llevarlo así.
Pese a ello, Edit le pidió que regresara la siguiente Noche Vieja, pues rogó en sus oraciones que tuviera un feliz año y desea saber si Dios atendió sus ruegos.
Él le dice que irá y le demostrará que dan igual ella y sus bobadas.
Georges le pide, antes de que ocupe su puesto, que cumpla la promesa, pues por su culpa la hermana Edit contrajo la enfermedad que la postró en su lecho de muerte, aunque él se niega a hacerlo.
Georges le recuerda que disfrutaba de lo más preciado y lo perdió y no puede evitar los remordimientos, ni se librará de ocupar su puesto el próximo año.
Él se niega a ir con él y regresa a su cuerpo, aunque cuando Georges le invoca diciendo "Prisionero, sal de tu prisión", su espíritu vuelve a incorporarse y observa entonces su cuerpo muerto.
Georges le dice que es un alma que ha perdido el control sobre su cuerpo al sonar las 12 campanadas en Nochevieja y desempeñará su labor liberando las almas de los mortales durante el próximo año.
Él se niega a aceptarlo y se lanza sobre Georges, que lo domina fácilmente y lo ata antes de subirlo a la carreta
Cuarta parte
Georges lleva a David junto al lecho de muerte de Edit, que puede ver a Georges al que le dice que ha llegado muy pronto, y, aunque no tiene miedo y está dispuesta a seguir su llamada, desea que le conceda una tregua hasta el día siguiente para que pueda ver a alguien y convencerle de que entre en razón, pues no puede comparecer ante Dios antes de enmendar una terrible desgracia que causó.
Le dice que la persona a la que quiere ver es el hombre al que ama.
David escucha atónito sus palabras, mientras Georges le dice que le concederá la tregua, pese a que sabe que no ejerce influencia alguna sobre ese hombre, pues ha intentado muchas veces que se reformara, albergando esperanzas de que hubiera algo de bondad en él, pero la ha decepcionado continuamente.
Recuerda que volvieron a verse cuando los miembros del Ejército de Salvación entregaban folletos en una taberna para tratar de captar gente.
David estaba en esa taberna bebiendo con otros hombres y cuando Edit le entregó uno de sus folletos, él lo arrugó y se lo lanzó a la cara.
Luego, la mujer de uno de sus acompañantes entró para buscar a su marido, aunque David le dice que no le haga caso, ante lo que la mujer lo acusa de haberlo incitado a dejar su hogar y su trabajo y de haberlo convertido en el borracho que es ahora.
Edit interviene para evitar la pelea y convence al hombre para que regrese con su mujer y le dice al otro que no debe permitir que lo arrastre a la perdición.
David se burla de él y le pide que vaya y se salve, que él irá a vigilarlo, yéndose el hombre con el folleto, pese a las burlas de su compañero.
David acude, en efecto al acto organizado por el Ejército de salvación y se burla cuando su compañero de juergas hace, ante todos, un acto de contrición.
Mientras le llaman la atención, se fija en él una mujer, Anna, su esposa, que acude, demacrada y ojerosa.
Más tarde, David se fija en otra mujer que tose y le dice que no entiende a qué viene el esconderse para hacerlo. Que él también tiene tuberculosis y tose en la cara de la gente con la esperanza de acabar con ellos.
Edit le pregunta cómo puede tener ese odio hacia sus semejantes, diciéndole él que no debe preocuparse por él, pues se irá de la ciudad en un par de días, aunque ella le dice que preferiría que se quedara para poder luchar con él un poco más, aunque él le dice que no puede quedarse, pues está recorriendo Suecia para buscar a una persona, y le asegura que cuando la encuentre se enterará.
Edit se queda compungida cuando el hombre se marcha.
En ese momento Anna habla con ella para contarle que ella es la persona a la que busca David, pues es su mujer y lo abandonó porque no soportaba la vida que llevaba y se llevó a las niñas hasta esa ciudad, lejana de su hogar porque pensó que nunca se le ocurriría buscarla allí.
Tras escucharla, Edit le dice que debe volver a aceptarlo, pues es su única esperanza, y le pide que se lo piense y volverán a hablar.
Gracias a su mediación, Gustafsson convence a David para que se vista adecuadamente y le indica que le va a mostrar una sorpresa que lo hará feliz, tras lo que lo lleva hasta la casa donde viven ahora su mujer y sus hijas.
David se sorprende al volver a ver a su mujer y Edit lo guía hasta ella y junta sus manos antes de dejarlos solos mientras ella va con las niñas, viendo cómo la mujer se muestra cariñosa con él.
Quinta parte
Edit cayó enferma, con neumonía en Nochevieja, comentando su compañera que David Holm fue su maldición y le atormenta una ansiedad constante por la situación de este y de su mujer.
David volvió a beber y a comportarse mal con su mujer y sus hijas.
Un día que llega borracho a casa, tose frente a ellas sin hacer caso de Anna cuando le pide que tenga la consideración de no infectar a las niñas.
Tras ver su actitud. Cuando entra en la habitación le cierra la puerta con llave y comienza a vestir a las niñas para marcharse de nuevo.
David, enfadado, encuentra un hacha con la que comienza a golpear la puerta para poder salir e impedirles la huida.
Esta no llega a producirse, pues la mujer está ya tan enferma que cae al suelo sin sentido antes de que él consiga salir.
Al verla así, el marido va a buscar agua y trata de reanimarla consiguiendo que vuelva en sí, para decirle entonces que esta vez no iba a tener tan fácil escapar.
Ella le pregunta si no se ha vengado ya lo suficiente.
En la habitación de Edit, David escucha ahora cómo esta le cuenta a Georges cómo lamenta haberlos reunido, pues el pecado de él no habría sido tan grande de no ser por ella y es por eso por lo que le pide que le conceda la gracia de poder ver cómo pasa página, pues sabe que le ama y que jamás le ha amado como ese día.
Tras escucharla, el espíritu de David se arrastra hasta ella llorando y besa sus manos, viendo cómo ella sonríe.
Tras ello vuelve a perder el sentido, pero Georges le dice a David que no se la llevarán, que pronto irán a recogerla los que tienen que recibirla y que ellos deben marcharse.
En la carreta, Georges le dice que si pudiera enviar un mensaje a la humanidad les desearía un feliz año nuevo y que centraran sus pensamientos en una oración de año nuevo pidiendo a Dios que haga que su alma madure antes de recogerla.
Paran luego a la puerta de la casa de David, que pregunta a Georges qué hacen allí, pues no va a morir nadie.
Pero le acompaña hasta la casa, pudiendo ver cómo una desesperada Anna dice que no puede seguir y que, también enferma de tuberculosis, debe irse y no puede dejar atrás a sus hijas, en ese momento dormidas a las que les pide que no se enfaden por lo que va a hacer, pues no es culpa suya.
Saca luego de un pañuelo una papeleta con veneno para las tres.
Asustado al ver lo que va a hacer, David llama la atención de Georges, que le dice que lo está viendo, pues no descuida su deber.
David le pide que no permita que mueran esas inocentes criaturas al ver cómo pone en la tetera el veneno, aunque Georges le dice que no tiene poder alguno sobre los vivos.
David, se pregunta a quién debe suplicar, no sabiendo si hacerlo a Dios o a Jesús, tras lo que reza pidiendo al señor de la vida y la muerte que le envíe a él, como gran pecador a la más absoluta oscuridad, pero ruega que las salve a ellas.
Georges le dice entonces que ahora ha visto que ya no necesita preocuparse por él
Y, de pronto, David despierta en el cementerio.
Siente el dolor del golpe de la botella, pero está vivo y sale corriendo hacia su casa, donde Anna se dispone a servir en las tazas la bebida con el veneno.
Al oírle llegar, Anna trata de cerrar la puerta, pero él entra antes de que lo haga y ve que sus hijas siguen durmiendo, y se da cuenta de que ha llegado a tiempo.
Llora luego, sentado junto a ellas.
Le cuenta a su mujer que la hermana Edit murió y él antes de ello le prometió ser bueno con ella y con las niñas.
Ella le dice que miente, pues la hermana María le dijo que no quería ir a ver a Edit.
Él llora y la mujer comprende que es cierto y renace en ella la esperanza al ver sus lágrimas mientras le dice que quiere ser un hombre bueno y enmendarse, pese a que nadie le cree ya.
Ella le dice que es difícil creerle, pero sus lágrimas muestran su sinceridad, y, conmovida, llora ella también sobre sus rodillas y le dice que no será feliz hasta que pueda dejar atrás todo su dolor.
Él pide a Dios que haga que su alma madure antes de ir a recogerla.