
La casa
España (2023) *
Género: Drama
Duración: 78 min.
Música:Fernando Velázquez
Fotografía: Guillem Oliver
Guion: Álex Montoya, Joana M. Ortueta (Novela gráfica: Paco Roca)
Dirección: Álex Montoya
Intérpretes: David Verdaguer (José), Luis Callejo (Antonio), Óscar de la Fuente (Vicente), Olivia Molina (Silvia), María Romanillos (Ema), Lorena López (Carla), Marta Belenguer (Olga), Jordi Aguilar (Cristóbal), Tosca Montoya (Laia), Miguel Rellán (Manolo).
Antonio comienza a sentirse mal y se cae en la cocina de su casa.
21 de octubre de 2015, miércoles
Algún tiempo después uno de sus hijos, Jose y Silvia, su novia, llegan hasta la segunda residencia de la familia, que deben adecentar y recoger todo para poder vencerla.
Al llegar a la casa notan el fuerte olor a humedad después de un año cerrada, por lo que abren todas las ventanas.
José recuerda un cumpleaños de su padre, cuando se reunieron todos en esa casa.
Su hermano Vicente le dijo que le veía más relajado desde que entregó el libro, aunque dice que no lo ha leído.
Mientras se ocupa del jardín y del huerto ve que su padre utilizaba las reseñas que él le enviaba donde hablaban de él como escritor para proteger las uvas.
Le dice a Silvia que Carla le caerá muy bien, pero que con Vicente chocará, aunque ella dice que solo serán tres días y podrá manejarlo.
Recuerda también cuando la familia estrenó el Ford Fiesta. Fue el último viaje de vacaciones que hicieron todos juntos.
Al año siguiente ya tenían la casa y todas las vacaciones las pasaban allí.
Silvia ve un diploma del tercer premio de escritura publicitaria, aunque José le aclara que es de Vicente, que escribía un poco también y es él quien le metió en eso pasándole libros que le gustaban.
Se recuerda de pequeño con su padre cultivando su pequeño huerto y a su madre, o leyendo en la cama y a su hermano Vicente dejándole libros, y también a su padre poniendo una televisión en el jardín en verano.
Luego recuerda a su padre poco antes de morir y a él ayudándole a quitarse los zapatos para irse a la cama.
Jueves
José se pone a trabajar en su portátil mientras Silvia sigue guardando cosas y rotulando.
Sale luego a regar al jardín con mucha torpeza, lo que hace sonreír a Silvia, que le da una ropa más adecuada para el trabajo, y se pone las zapatillas de su padre.
Él dice que tiene mucha ansiedad y que lleva varias semanas sin poder escribir nada.
Luego, mientras tira los restos de la poda se encuentra con Manolo, un vecino amigo de su padre, que recuerda que llamó a su padre después de la operación y, aunque estaba flojo, parecía animado.
José le cuenta que de la intervención salió bien, pero entró en depresión y dejó la lucha.
Manolo le ayuda luego a serrar un árbol.
Silvia mira luego uno de los álbumes de fotos familiar. Le cuenta que de su madre hay pocas fotos, porque no le gustaba salir.
Le cuenta que su padre trabajó de todo, siempre conduciendo. Hay fotos con un coche del ejército, o en un coche durante la Vuelta a España, o repartiendo refrescos, y luego yogures y acabó trabajando en la Ford de Almussafes, aunque trabajo del de que más hablaba era de cuando fue chófer del turronero de Xixona al que llevaba en sus viajes de negocios y a visitar a sus queridas.
Y recuerda que hizo la casa para reunir allí a la familia.
Construyó la pérgola, pero cuando la hizo sus hermanos y él no iban ya.
Manolo le dice que su padre era un poco fanfarrón y presumía tanto de sus hortalizas como de sus hijos y dice que siempre le enseñaba recortes de cosas suyas y le cuenta la fijación de su padre por una higuera que nunca dio frutos.
Le contó que de pequeño pasaba mucha hambre e iba con su hermano al puerto a conseguir medicamentos de contrabando y luego jugaban en unos vagones abandonados y junto a la tapia había una higuera abandonada y se ponía morado a comer higos y se olvidaba del hambre que pasaba en casa.
Esperan al día siguiente a Ema, la hija de Vicente y Olga, para la que tienen un regalo
Vuelve a decirle a Silvia que cree que con su hermano no se llevará bien porque tiene mucho carácter y cree que se vio sorprendido de que le fuera bien lo de la novela y piensa que ella le dio el empujón.
Le dice que siente que, pasados los 40 todos son problemas y achicar agua.
Viernes
Llegan Vicente, Olga y Ema, que comenta lo guapa que es Silvia al verla.
Vicente le cuenta que se leyó su libro y le dice que está bien escrito, aunque su hija le dice que es mentira, que ni lo ha tocado pese a la insistencia de ella.
Vicente recuerda cuando, siendo niño empezaron a marcar el terreno para hacer la casa y el padre les explicaba cómo sería y dónde iría cada estancia.
Ve a Olga hablando por teléfono con Carla la hermana de Vicente y de José que les pide que vayan a comer al pueblo al restaurante de una amiga suya aunque Vicente es reacio, pues está todo por hacer, y hay que arreglar el tejado, aunque su mujer le dice a Carla que sí, que irán a comer.
Pero Vicente dice que él se queda a repasar el tejado y que Ema se queda con él, porque de lo contrario no acabarán, pues se pondrán a hablar y llegarán muy tarde y se prevén lluvias, por lo que deben acabar antes.
Luego le dice a Ema que puede ir, pero que no tarden, pues se puede caer.
Finalmente, aunque enfadada, se queda con Ema, a la que le cuenta que en realidad allí no se podía construir, pero entonces se pagaba una multa y se solucionaba.
Que cuando empezaron, solo tenían dinero para la estructura, por lo que el resto lo iban construyendo ellos.
Ella le pregunta si venden la casa por un problema de dinero, aunque su padre le dice que el problema es que si no están encima se cae a pedazos.
Recuerda que aunque todos contribuyeron, luego se fueron, como su tío que se fue a estudiar y luego Carla, cuando empezó el instituto. Cada vez iban menos y ellos empezaron a alquilar el apartamento de Jávea y al final solo iban los abuelos.
Luego murió la abuela y a los pocos días el abuelo se fue a la casa como si no le importara la muerte de la abuela.
Ema dice que ella iría, aunque su padre le asegura que no lo haría.
Le pide luego a su hija que ponga su nombre en el cemento fresco de la valla que está reparando como hicieron ellos en su día.
Reciben la llamada de Cristóbal, el marido de Carla y le pide que bajen a comer, y se pone José para pedírselo también y le dice que él los invitará.
Finalmente acepta bajar y ven a
Los espera en el aparcamiento José. Vicente le da las gracias por ofrecerse a pagar, pero le asegura que de su parte se encargará él.
Carla aprovecha la comida para decir que están encantados de conocer a Carla.
Luego, a los postres, le entregan un sobre a Ema. Dicen que es su regalo de cumpleaños, aunque no cumple hasta marzo.
Ve que es la matrícula de un taller de Relato Corto que da Almudena Grandes y que son cuatro semanas en un hotel de Madrid.
Ema está encantada y abraza a Silvia y luego a su tío, que fue quien tuvo la idea, y que además le dicen que la acogerán en su casa durante el curso.
Vicente dice que es demasiado y pregunta cuándo sería, y le explican que en Semana Santa, aunque él recuerda que son cuatro semanas y Olga dice que la tutora le dijo que no pasaba nada y que era muy buena idea, comprobando Vicente que ya lo sabía.
Habla luego con Silvia sobre su trabajo como agente literaria, pero la forma de hacerlo consigue que todos se sientan incómodos, incluida Olga.
José habla sobre la casa y dice que la idea de venderla fue de Vicente, y Silvia les pregunta si no se han planteado más opciones, como convertirla en casa rural, aunque Vicente dice que para eso habría que reformarla y eso es muy caro.
José también le sugiere a su hermano que se la queden ellos que viven a media hora, y Carla dice que ellos también, aunque su marido dice que es mejor vender para poder ampliar el restaurante.
Olga dice que a ellos también les viene bien el dinero, Y Vicente dice que a Olga le gusta la playa, insistiendo Olga en que les viene bien el dinero porque con la crisis tuvieron que cerrar el taller grande.
José dice que ellos pueden hacer una oferta para que la casa se quede en la familia, aunque Vicente le dice que esas cosas hay que hablarlas sin vino de por medio.
Ema pregunta si podría seguir yendo, diciéndole su tío que por supuesto.
José insiste en que así se queda en familia, aunque Vicente le dice que él es tan de la familia que durante el año y pico en que su padre estuvo mal, solo fue tres veces.
José dice que le hubiera gustado estar y despedirse, aunque Vicente le dice que el problema no era solo de despedidas, que fueron meses de subidas y bajadas y le cuenta que Carla tuvo que dejar el restaurante.
Carla le pide que pare y Vicente se levanta para marcharse sin hacer caso a Olga y dice que él se ocupa de su hija y de sus pagos, y a él le sobra dinero para casas.
Como ha bebido, Emma se va con él para que no vaya solo y le pregunta si quiere hablar o prefiere hacer como que no pasa nada.
Ahora es Ema quien recuerda al abuelo al que preguntaba por qué no podía quedarse con ellos hasta que empezara el cole, diciéndole el abuelo que a su padre le gusta tenerlo todo apuntado y que los cambios le descolocan.
A la niña le gusta estar allí y el abuelo le dice que a él también y que le gustaría estar allí todo el año, pero que la yaya prefiere estar en el piso por si van los tío, que luego no van, aunque ella le dice que ella si irá a verlos.
Mientas revisan cosas, Vicente también se recuerda allí, de niño, y a su padre diciendo que su madre era una pesada, a lo que le respondió enfadado que no lo es.
Ema encuentra un viejo comediscos.
Le dice a su padre que el abuelo quería a la yaya, pero se sentía menos solo allí que en el piso, e insiste en que a ella sí le gusta estar allí.
Carla va a hablar con Vicente para decirle que la que ha liado.
Él le dice que se estaba preguntando a quién enviarían a hablar con él y le dice que se alegra de que sea ella.
Vicente le recuerda que no ha sido fácil. Pues el día que murió su padre estaba con él y le preguntó el médico si querían intentar reanimarle o sedarle para dejarle ir, y le pareció tan cansado que pidió que le sedaran, pues estaba muy nervioso.
Sábado
Carla fuma de madrugada en la terraza y recuerda que se bañaba en un barril.
Se despierta Laia también y le pregunta por qué está todo tan roto
Laia pide una naranja y Carla recuerda a su padre dándole una y a Manolo visitándolos.
Le pregunta a Laia si se acuerda del abuelo y dice que sí, que recuerda que abrazaba muy fuerte.
Olga le cuenta luego a Carla que su hermano lo pasó muy mal pero se lo guarda dentro y Carla le pide que los deje solos.
Vicente le cuenta luego a Carla que ya arregló los papeles y que la casa está registrada y se puede vender.
Llega José con una furgoneta cargada y le dice a Vicente que Carla le comentó lo ocurrido en el hospital con su padre y que lo siente mucho.
Lleva en la furgoneta una pérgola buena. Recuerdan que su padre quería montarla y necesitaba que le ayudaran, pero no aparecieron, por lo que hizo una muy fea.
Carla recuerda que incluso les llenó la piscina y no aparecieron.
Luego, tras la operación pareció remontar, pero no duró.
Carla les pide que se abracen los tres. José lo hace, Vicente tarda más y ella les obliga a dejar que dure siete segundos, pues ahora son ellos la familia.
Carla recuerda que lo llevaba a revisión, cuando ya estaba muy mal y casi no podía andar y las varias revisiones que tuvieron que pasar.
Le dijo que debían vender el coche, pues no está ya para conducir, aunque seguirán subiéndolo a la casa, aunque algo menos a menudo y a la mente de su padre vienen los recuerdos de los viajes que hacía, primero con los niños pequeños y luego con su mujer, ya mayores los dos.
Esa noche preparan la última cena en la casa. Estrenarán la pérgola e invitan a Manolo al que le dan un juego de llaves para que le eche un ojo a la casa de cuando en cuando.
Silvia anima a José a que vaya a hablar con su hermano Vicente.
Les dicen que hay una persona interesada en la casa, pero Vicente trata de convencer a su hermano de que la compre él la casa, aunque José ahora se muestra reacio. Le dice que era solo un capricho y sabe que no irán.
José le cuenta que fue a llevar a su padre allí en el puente de octubre, y él lo sentó y lo dejó en el sofá mientras él repasaba el jardín.
Recuerda que se movía tan despacio que le ponía nervioso y hablaba mal.
Cuando volvió, su padre estaba de pie y dijo que se iba a dormir, aunque él, siempre agobiado, le dijo que se tenían que marchar ya, aunque, sin hacerle caso, su padre se fue a su cama y le dijo que si quería, podía tumbarse allí con él.
Tuvo que ayudarle a quitarse las zapatillas y le dijo "gracias por venir, hijo, sé que estás muy ocupado".
Dice que es un egoísta y que le echa mucho de menos.
Vicente le dice que no se machaque, que todos hacen lo que pueden y le dice tras ello que está muy bien su novela y que la leyó en cuanto salió, pese a que no le dijo nada, aunque José no se lo cree hasta que le cita un trozo del libro en que describe a un hombre en que se reconoció él.
Se sientan a cenar, bajo la nueva pérgola y las chicas, Ema y Laia prepararon un baile por el que la pequeña Laia les pidió dinero, poniendo la música en el comediscos.
Domingo
Silvia espera en el coche a José, que se encarga de cerrar la casa y desde el espejo del retrovisor ve el cartel de "Se vende".
Algún tiempo más tarde, Manolo se pasa a revisar la casa y recuerda allí a su amigo Antonio sentado un día que habían estado sus hijos allí comiendo para celebrar su cumpleaños y recuerda que le dijo que no pensaba morir sin subir a comer higos.
Antes de irse, corta una rama de la higuera para plantarla en su casa.