
Un hombre fiel
L'homme fidèle (2018) * Francia
También conocida como:
-
"Amante fiel" (Hispanoamérica)
Género: Comedia
Duración: 75 min.
Música:Philippe Sarde
Fotografía: Irina Lubtchansky
Guion: Louis Garrel, Jean-Claude Carrière
Dirección: Louis Garrell
Intérpretes: Louis Garrel (Abel), Laetitia Casta (Marianne), Lily-Rose Depp (Ève), Diane Courseille (Ève adolescente), Joseph Engel (Joseph), Vladislav Galard (Doctor Pivoine), Bakary Sangaré (Dueño de restaurante).
Abel vivía con Marianne desde 3 años atrás en un piso de ella.
Todo iba bien hasta que un día ella le contó que estaba embarazada.
Abel se lo tomó muy bien, hasta que ella le aclara que no está embarazada de él, sino de Paul, con el que llevaba saliendo algo más de un año y la familia de Paul ya lo sabe, y seguramente tendrán que casarse, pues sus padres son muy convencionales.
De hecho tienen incluso la fecha pensada, el día 26 de ese mismo mes, por lo que tendrá que llevarse sus cosas antes de ese día y le gustaría que acudiese él.
Se queda en shock. Tanto que Marianne se queda sorprendida. Le cuenta que Paul temía que se enfadase, pero ve que se lo ha tomado muy bien, por lo que pide que llame a Paul para tranquilizarlo.
Ella le dirá que lo ha entendido y que se lo tomó bien.
Reconoce que en aquel momento no le dio mucha pena, solo le sorprendió.
Intentó olvidarla esa misma noche con otra mujer, pero a la que olvidó es a esa mujer al día siguiente.
Acababa de terminar periodismo y hacía todo tipo de reportajes de gente quejándose sobre diversos problemas.
Iba notando cómo se alejaba su juventud y Paul y Marianne, que formaban parte de ella.
Casi se había olvidado ya de Paul cuando se enteró de su muerte ocho o 9 años más tarde. Le contaron que murió de repente, mientras dormía.
En el entierro pudo volver a ver a Marianne y a su hijo Joseph.
Vio también a Ève, la hermana pequeña de Paul que se había convertido en una mujer, aunque a él solo le preocupaba Marianne y se preguntaba si se acordaba de él.
Marianne recuerda que tras el entierro, Abel le propuso llevarlos en su coche y reconoce que le molestó un poco que hubiera ido, aunque no tenía nada que reprocharle e incluso se sintió un poco culpable.
Finalmente los llevó hasta su casa y le preguntó si quería que subiera y se quedara un rato con ella, aunque ella le dijo que otro día y que le llamaría.
Lo llamó, en efecto, dos semanas más tarde y quedaron en un restaurante al que solían ir tiempo atrás, ella, Paul y él.
Le confiesa que dudó en llamarlo, aunque cree que Paul le hubiese aconsejado hacerlo.
Hablaron de muchas cosas, sobre todo de Paul, y él le contó que no estaba con nadie.
Ella le contó que era consejera de comunicación en asuntos exteriores.
Él deseaba preguntarle si pensó en él alguna vez, aunque no se atrevió.
Tras salir del restaurante, ella lo invitó a tomar un café en su casa, en la que vivió con Paul durante casi 9 años, y que él observa que no cambió mucho.
Le cuenta que también tenían una casa en el campo que desea vender pronto y que va a deshacerse de todo lo de Paul, y lo invita a coger lo que desee.
Joseph le pregunta si le gustaría quedarse allí, aunque él le dice que no lo ha pensado, aunque el niño le dice que seguro que sí lo ha pensado.
Le cuenta luego, en un momento en que se quedan a solas, que fue su madre quien mató a su padre y que lo hizo con veneno.
Él le pregunta si no le hicieron la autopsia, y le cuenta que no, porque su madre dormía con el médico.
Le pregunta cómo se llama el médico, diciendo el niño que no lo recuerda, pero que tenía el nombre de una flor.
Ève recuerda que su hermano acababa de morir cuando pudo ver a Abel en el entierro.
Nunca entendió por qué Marianne escogió a Paul en vez de a Abel., pues cuando era adolescente, Abel era para ella el hombre más deseable del mundo.
Lo buscaba por todas partes y a todas horas, pues todo en él le emocionaba y sabía cada detalle de su horario, aunque él ni la miraba, pues solo era una niña para él.
Le había sacado fotos a escondidas y las miraba cada noche y tenía la sensación de que vivían juntos.
Un día que él dejó su coche abierto subió y se sacó una foto dentro, como si estuviese sentada a su lado y fueran a viajar juntos.
Pero de pronto él llegó al coche y no le dio tiempo a bajar, por lo que fue con él, escondida atrás y él no la vio.
Odiaba a Marianne por habérselo quitado.
Pensó que tendría una oportunidad cuando ella se fue con Paul, pero entonces Abel se mudó y le perdió la pista y no volvió a verlo durante los 5 años siguientes.
Tuvo algunas historias, pero sin importancia.
Y un día, por casualidad, volvió a verlo.
Ella trabajaba en una agencia inmobiliaria y al verla tiritando le puso su bufanda y se la regaló.
Ella sabía que Marianne todavía le atraía, como si quisiese recuperar lo que Paul le había arrebatado, y eso le entristecía, y le avergonzaba haberse entristecido por eso en el entierro de su hermano, pero, a la vez, pensaba que todavía tenía una oportunidad, aunque no sabía cómo comportarse con él, y a veces deseaba que Marianne muriese.
Un día, mientras paseaba por la calle, Abel vio en una floristería peonías (Pivoines), y recordó que Joseph le dijo que el doctor tenía nombre de flor que empezaba con P.
Va a ver al doctor Pivoine y le cuenta que era amigo de Paul, y este recuerda que lo vio en el entierro.
Le pregunta si su muerte le pareció natural, diciendo este que sí, que sufrió un paro cardiaco, un problema de las válvulas, y él pensó que no era necesaria la autopsia.
Le dice que nunca le habló de un problema cardiaco, aunque el doctor le dice que a lo mejor él no lo sabía.
Abel le dice que Marianne es muy atractiva, aunque el doctor le dice no para él, pues es gay.
Sale de nuevo con Marianne y con Joseph y van al cine y le cuenta que el doctor es gay, aunque Marianne le asegura que no lo es, pues tiempo atrás intentó ligar con ella.
En la película que ven, Joseph adivina quién es el asesino y su madre asegura que siempre lo hace, pues ve muchas series y películas policiales.
Luego Joseph le dice que el médico no le va a decir la verdad, pues es un mentiroso.
Cuando luego Marianne le sirve una infusión, Joseph le hace un movimiento con la cabeza sugiriéndole que no se la tome, lo que le hace dudar, aunque finalmente piensa que es una tontería del niño y se la toma.
Cuando el niño se va a la cama, ella se sienta sobre él y le dice que la mira de forma rara, como si sospechase algo de ella.
Le dice luego que tiene ganas y van al dormitorio, donde ella recuerda que antes le decía su nombre en voz baja al oído y le gustaba mucho, lo que él hace y la excita.
Al día siguiente ella se va a trabajar, aunque antes le dice que si Joseph le dice que ella mató a Paul que no le crea, pues lo hace para meterle miedo y que se vaya.
Éve ve a Joseph jugando en la calle con sus amigos y lo invita a tomar algo en un bar.
Le pregunta si quería a su padre y le dice que sí, pero que discutían constantemente.
Joseph recuerda que no lloraba en el entierro, contándole Ève que lloró antes.
Le pregunta por Abel y dice que no le cae bien, pues le ha robado a su madre, aunque asegura que no son una pareja de verdad, pues si lo fueran harían "eso" más a menudo.
Ella le pregunta cómo sabe qué no lo hacen, y le dice que los escucha, y muestra que puso su móvil debajo del colchón, y le hace escuchar una grabación, aunque dice, no se escucha casi nada, lo que él dice es la prueba.
Marianne no podía evitar pensar en Abel mientras trabajaba, pues veía que algo le preocupaba y que no estaba del todo a gusto.
Por su parte, Abel tenía una ligera inquietud. Le desconcertaba pensar en Marianne envenenando a alguien, aunque reconoce que también le excitaba un poco.
Esa noche, en la cama, Marianne le pregunta si se ha fijado en cómo cambió la hermana de Paul, y le dice que en el cementerio no le quitaba ojo.
Él le pregunta si durante el tiempo que estuvo con él y con Paul a la vez hacía el amor con ambos el mismo día, diciendo ella que procuraba evitarlo, tras lo que le pregunta si tenía una preferencia, diciendo ella que no, pues todos los hombres hacen más o menos lo mismo.
Él le asegura que nunca estuvo con dos mujeres el mismo día.
Ella dice que echa de menos a Paul y que a veces va al cementerio a dejarle flores.
Un día que acompaña a Joseph al colegio, este le pregunta si nunca ha tenido ganas de matar a alguien, a lo que le responde que no y le pregunta si él las ha sentido, y dice que sí, que a él.
Le pregunta si le molestaría que se casara con su madre, diciendo el niño que sí.
Él reconoce que no sabe cómo hablarles a los niños y le pregunta si quiere quedársela para él solo, pues le dice que si se casasen podrían llevarse bien, diciendo el niño que no le apetece.
Abel le dice que no va a seguir siendo un niño toda la vida, que crecerá y querrá irse de casa como todos, aunque le asegura que él no.
Le promete luego que no se casará con su madre al ver cómo llora.
Le pregunta luego si aún cree que envenenó a su padre y le dice que lo está investigando.
Por la noche habla con Marianne mientras pasean y le pregunta cómo estaba tan segura de que Joseph era hijo de Paul, pues entonces vivían ellos juntos, diciendo ella que las mujeres lo saben.
Él le pregunta si se hizo algún análisis, diciendo que no, que se lo preguntó a la suerte.
Que los quería a los dos y podía tener dos amantes, pero su hijo solo podía tener un padre y lo echó a cara y cruz y le tocó a Paul, aunque él no lo sabía, pero lo aceptó sin preguntar pese a que sabía que vivía con Abel. Pero no preguntó nada.
Reconoce que le dio pena perderlo y maldijo a la suerte por no haberlo elegido a él.
Que ganaba un hijo, pero perdía al hombre al que quería, aunque también quería a Paul y fue muy buen padre.
Ève va a ver a Marianne para decirle que quiere a Abel y cree que en el fondo ella no lo quiere, pues eligió a Paul y ahora está con Abel porque está sola y necesitaba a alguien y le dice que vive con él y no le quiere y ella le quiere desde siempre y por ello le pide que se lo deje.
Marianne le pregunta qué pasa si le dice que no, diciéndole Ève que será la guerra y verá quién la gana.
De hecho va a ver a Abel al trabajo y le dice que es urgente que hable con él.
Le cuenta que fue a ver a Marianne y le contó todo lo suyo.
Le pregunta si le gusta y él le dice que es muy guapa, pero ella le dice que él le gusta y le pide que la mire, pues ahora ya no es virgen, pues tuvo varias aventuras, pero fueron horribles y, de hecho, para poder tener un orgasmo pensaba en él, y le jura que nunca tendrá a otro hombre que no sea él, aunque esperará lo que haga falta.
Él le pregunta qué le dijo a Marianne, y le dice que le pidió que se lo entregara a ella.
Durante varios días, Marianne se preguntó si debía aceptar la lucha, aunque no estaba segura de ganar y una noche tuvo una idea extraña que la sorprendió a ella misma.
Le dice que podría hacer el amor con Ève para probar y quizá así se quedaría satisfecha.
Él no entiende que se preocupe por Ève, aunque le dice que se preocupa por él porque sabe de qué es capaz, aunque él le asegura que nunca ha dudado entre Ève y ella, a lo que Marianne le responde que no es su tipo, pero se le engaña fácilmente y cree que si se acuestan, ella se sentiría liberada de él y de su obsesión, aunque se arriesga a que se transforme en algo serio.
Le pide, de todos modos que no le diga que fue idea suya si decide ir a buscarla.
Pero él no cree que sea tan débil y que puede someterse a una prueba así, por lo que decide seguir el reto.
Cuando llega Marianne, ve que Abel ha preparado sus maletas y se dispone a irse., pero le pregunta si tiene que vivir con ella o si volverá por la noche, como hacía ella cuando se acostaba con Paul, aunque Marianne le dice que puede dejar sus cosas durante unos días, pero le advierte que ella podría estar también con otro hombre y que, después de unos días podría decidir mudarse allí con ella.
Él le pregunta si es que tiene ya a alguien y es por eso por lo que le propuso el trato, aunque ella dice que es algo que ya no le concierne.
A la salida se cruza con Joseph, que se fija en que lleva los zapatos de su padre.
Va a la pequeña casa de Ève, que, emocionada, lo abraza.
Se acuestan y luego se besan en el parque.
Ève dice que a menudo pasa que, cuando una persona ha deseado algo durante mucho tiempo siente una especie de decepción cuando lo consigue.
Ganó a Abel casi sin lucha y ya no lo veía con los mismos ojos. Era un hombre como los demás, por lo que no podía terminar su vida con Abel y se pregunta si tendrá que verlo envejecer junto a ella, pues incluso sus orgasmos eran mejores cuando se acostaba con otros pensando en él.
Marianne pensó durante un tiempo que Abel podría no volver, y si era así, es que en realidad no la quería tanto y estaba con ella por comodidad.
Abel, por su parte, recuerda que al principio Ève llamaba a sus amigas para mantenerlas informadas, pero en tres semanas ya solo lo besaba en las mejillas y no necesitaba tanto el sexo.
Él llamó varias veces a Marianne, pero no le respondió.
Ella reconoce que intentaba no pensar en ellos, pero a veces pensaba que estaban haciendo el amor justo en se momento.
Joseph organiza en casa una cena romántica para su madre y le lleva vino.
Un par de veces tuvo que irse Ève por asuntos familiares y le dejaba solo.
Quería hablar con Marianne y echaba de menos a Joseph.
Un día lo vio a la salida del colegio jugando con sus amigos y cómo lo recoge su madre.
Abel tuvo que hacer un viaje al extranjero durante cuatro días, y cuando regresó, Ève lo recibió muy contenta y le dijo que le había venido bien estar sola.
Comprendió la habilidad con que Marianne había jugado sus cartas para obligarle a pensar solo en ella.
Un día sale Ève de nuevo al encuentro de Joseph y le dice que debe estar contento de estar solo con su madre.
Joseph le pregunta si sabe qué pasa con Abel, pues fue su madre la que le dijo que se fuese con ella, porque los grabó, y le muestra la grabación.
Cuando Abel llega a casa encuentra todas sus maletas en la puerta.
Decide contárselo a Marianne, yendo a verla a su despacho, aunque le dicen que está en el senado, adonde consigue entrar gracias a su carnet de periodista, aunque al entrar a sitios a los que no tiene acceso corre luego, perseguido por los guardias que lo alcanzan y lo derriban.
Marianne lo ve en el suelo y le pregunta qué hace allí, diciendo él que la estaba esperando.
Vuelve con ella y le pregunta si hablarán del tema, diciendo ella que será mejor no hablar.
Van a un bar en que aparece el doctor Pivoine con otra mujer, diciéndole Marianne que ya le dijo que no era gay y le pregunta si sigue pensando que envenenó a Paul.
La llaman del colegio, pues Joseph desapareció.
Marianne decide ir a comisaría, donde Joseph va a menudo, aunque no está allí.
Llama después a Ève.
Tras ello van hasta el cementerio, donde encuentran en efecto al pequeño, frente a la tumba de Paul y llega Ève tras ello.
Joseph tiende su mano a Abel, que se la coge.
Marianne ve a Ève y le sonríe.