
Verano en rojo
España (2023) *
Género: Suspense
Duración: 101 Min.
Música: Paula Olaz
Fotografía: Gabriel Guerra
Guion: Belén Macías, Helio Mira (Novela: Berna González Harbour)
Dirección: Belén Macías
Intérpretes: Marta Nieto (María Ruiz), José Coronado (Javier Luna), Luis Callejo (Carlos), Francesco Carril (Tomás), Richard Sahagún (Luis Ángel Humanes), Tomás del Estal (Padre Damián), Marc Martínez (Esteban), Ramón Agirre (Quevedo), Zoé Arnao (Irene).
Oteiza, Navarra. 1976
Se celebra el entierro de Mercedes Heras en medio de la lluvia, con su hijo Luis Ángel muy triste.
Unos días más tarde ingresa el niño en un internado religioso.
Allí ve con mucho interés a un religioso haciendo trucos de magia.
Madrid, agosto. 2010
Un barrendero realiza su tarea, cuando de pronto ve el cadáver de un joven en un lago.
Acude la policía judicial y observan que fue, aparentemente, estrangulado, y que no llevaba documentación y que los guardias de seguridad no vieron nada.
La comisaria María Ruiz pide que investiguen las denuncias por desaparición y examinan luego una caseta cercana que parece un lugar de encuentros sexuales.
Le entregan luego las denuncias por desaparición, aunque solo uno de ellos encaja con el cadáver, un chico de 16 años de Pamplona, Alejandro Sánchez, que salió de su casa para irse con los amigos, pero ninguno lo vio y no tiene novia.
Llama por ello a Pamplona, su anterior destino y habla con Carlos, su antiguo jefe y amigo al que dice que ellos tienen un cadáver sin identificar y ellos un desaparecido.
Javier Luna, un periodista maduro toma el sol tranquilamente en su terraza.
Recibe una llamada en que le informan sobre la aparición del cadáver, pero no le interesa.
María regresa a casa, donde sorprende a su hija Irene en el salón con sus amigos y le dice que vaya a hacer la maleta, pues ella tiene que salir de viaje y la va a dejar a ella en casa de su abuela, no escuchando sus súplicas para que la deje sola en casa y acude luego a un bar donde tiene una entrevista con el director de un periódico que le dice que no quieren prescindir de él y que podrá cobrar por cada pieza, mientras que los demás quedaron fuera.
Luna se queja de que, después de 40 años de lealtad han dejado el periódico sin veteranos, diciendo el hombre que se están hundiendo.
María llega a Pamplona, donde es recibida por su amigo Carlos que le pregunta por Irene y si tiene alguna relación, aunque le dice que está muy bien sola.
Berrioplano, Pamplona
En comisaría vuelve a ver a su compañero y amigo Tomás.
Hablan del desaparecido, Alejandro Sánchez y van luego a ver a su madre.
Alejandro era el menor de tres hermanos y sufrió mucho cuando se fue su padre, y, según les cuenta su hermano, vive con su abuela desde los 12 años.
Van por ello a ver a la abuela. Les dice que siempre avisaba si no iba a dormir y por eso sabe que le pasó algo, hablándoles de su mejor amigo, David.
En su habitación encuentran unas fotos que llaman su atención.
Luna, que bebe demasiado, llega al anatómico, diciendo que debe recoger a una familia, consiguiendo enterarse así de que el chico que murió en el parque se llamaba Samuel Gómez.
Mientras toman una caña, llega Tomás, que les informa que el móvil que encontraron junto al cadáver de Madrid era de un chico que también hacía días que no volvía a casa, Samuel Gómez, aunque no denunciaron porque pensaban que estaba con amigos.
En el informe preliminar de la autopsia parece que murió por asfixia por inmersión, pero tenía pequeñas piedras en la espalda, por lo que lo pudieron arrastras hasta allí, aunque murió ahogado y les muestra la foto de una corona de espinas tatuada.
En Pamplona, los policías acuden al levantamiento de un cadáver en el río. El de Alejandro Sánchez, que tiene también tatuada en el pecho una corona de espinas.
Estando allí, María recibe una llamada de Luna, que le dice que tiene la identidad del chico muerto en el parque y no es el que ella se fue a buscar a Pamplona, diciéndole ella que lo sabe, porque acaban de encontrarlo.
Luna le dice que pueden colaborar para sacar algo claro, aunque ella le dice que no se fía, contándole él que le han despedido del periódico.
Examina las fotos que rescataron de Alejandro en que aparece teniendo relaciones con hombres mayores.
Llama a su hija, que le vuelve a recriminar que no confíe en ella y que no la deje sola.
Examinan las fotos y ve que están hechas todas en el mismo sitio, una casa antigua y ven también las redes de Samuel Gómez, que estudió en Los Penitentes, adonde también iba Alejandro, aunque Samuel en Madrid y Alejandro en Pamplona.
Por las redes ven que coincidieron en un campamento de verano en Estella el verano anterior y tenían el mismo tatuaje de la corona de espinas.
Luna va a ver a Esteban, compañero de María y le informa que ya ha encontrado donde publicar el asunto y si lo resuelve él, se colgará la medalla antes que Ruiz.
Esteban le muestra las pruebas de lo que encontraron y le dice que por la tarde irán los amigos del chico a declarar, por si quiere pasarse por comisaría y hablar con ellos.
Van al colegio en Pamplona, y preguntan por Matías, el bedel, pues Alejandro hablaba de él en Facebook, aunque está enfermo, por lo que piden hablar con dirección, bajando el padre Damián a hablar con ellos.
Les dice que no conoce a la familia de Alejandro, pero que comentan que tenía demasiada libertad, aunque afirma que era un buen chico.
Le muestran fotos de los hombres que salían con Alejandro, pero les dice que no los conoce y ninguno es el bedel.
Luna se reúne con los amigos de Samuel a la salida de comisaría.
Le cuentan que Samuel quedaba en la caseta del parque con sus "rollos", pero que conoció a un hombre mayor y comenzó a tener problemas, pues comenzó a amenazarle con citas de la Biblia de cerdos que se ahogan en un lago tras ser poseídos por espíritus y que Samuel le dijo antes de terminar el curso que quería denunciarlo.
En Pamplona, el mejor amigo de Alejandro le cuenta a María que algunas noches le espiaba desde enfrente de su casa, y sentía celos, pues iban a buscarlo hombres mayores.
Le muestran las fotos por si reconoce a alguno, aunque le dice que él los veía de lejos.
Le preguntan si conoce el lugar donde se reunía con ellos, diciendo que no lo sabe, pues siempre iban a casa de su abuela o a la de sus padres si no estaban.
Luna va a visitar a Quevedo, un viejo periodista, que vive en una residencia de ancianos y que fue su jefe, que va en silla de ruedas al que le dice que se acabó la era de los periódicos, diciéndole Quevedo que lo que se acabó es la era del papel.
Le consulta sobre la cita de la Biblia, pidiéndole que abra la Biblia en San Mateo, en que Jesús dice que a quien escandalizare a un niño más le valdría que le ataran una piedra al y lo hundieran en el fondo del mar, un castigo para los pederastas, concluye.
Continúa el Evangelio contando que los espíritus impuros entraron en los puercos de una piara que luego se precipitaron por un acantilado en el mar y se ahogaron.
Se pregunta Luna si cree que Samuel cargó con el espíritu impuro de su asesino, aunque Quevedo le indica que el castigo no era para los niños, sino para quienes los violentaban, aunque Luna dice que el asesino podría creer que así se libra de sus pecados al matar a quien cargaba con ellos.
Quevedo recuerda que cuando era director hubo un grupo de personas abusadas por la iglesia que quisieron asociarse, pero la sociedad civil no se hacía cargo y la iglesia no colaboraba, siendo delitos que suelen estar prescritos, planteándose que quizá se trata de alguno de ellos que está reaccionando así ante tanta indefensión.
Un hombre ve vídeos de adolescentes y tiene sobre su mesa una tesis: "Estudio sobre los efectos de la educación física en la musculatura adolescente".
En su casa Luna estudia casos de pederastia.
María se despierta, aún vestida y llama a Irene, que en ese momento está en una fiesta al aire libre y miente a su madre diciéndole que está yendo ya a casa de su abuela.
Su madre le pide que no le mienta y que le coja el teléfono cuando la llama.
Al día siguiente María y Carlos vuelven al colegio para hablar con el bedel, Matías.
Entretanto, Luna entrevista a un antiguo afectado por las violaciones de sacerdotes, que le cuenta que le costó años de psiquiatras, fracasos personales y laborales el tratar de superar su trauma y que aún tiene recaídas.
Le sorprendió su llamada porque desde la asociación siempre quisieron hablar con la prensa sin éxito, y aún hay gente que lo pone en duda y medios que no quieren airearlo.
Matías, el bedel, cuenta a los policías que él no tenía ninguna relación con Alejandro porque no es ningún sodomita, aunque reconoce que a veces miraba para otro lado, pero se confesó y cree que Dios le ha perdonado.
Que lo hacía porque les debe muchos favores a los curas, y por eso, si veía alguna cosa rara se encerraba en su garita, como cuando escuchaba ruidos raros en los baños y veía a niños que salían con la cabeza agachada del gimnasio, aunque asegura que no eran muchos, y Alejandro no era ninguno de ellos, porque es más mayor y era un provocador y no era bueno y cree que fue por eso por lo que se arregló una denuncia que pretendieron hacer algunos padres, aunque al final no se llegó a hacer.
En el coche, María discute con su madre, que quiere que vuelva, diciéndole Carlos que debe hacerle caso, pidiéndole ella que no le dé lecciones, pues a él su mujer se lo dio todo hecho.
Sale con Tomás, que le dice que Carlos está muy orgulloso de ella y que le pregunta si le contó ya todo a Irene, diciendo ella que aún no porque no sabe cómo contárselo, diciéndole él que ya debería saberlo.
Ella le pregunta cómo ha estado ese tiempo, diciendo él que ha tenido tiempo para pensar y que, como ella, tampoco ha vuelto a estar con nadie.
Luna se reúne con varios miembros de la asociación de personas de las que abusaron los sacerdotes que se quejan de que prescriban esos actos, pues a todos les afectó en su salud mental y si lo hablan, hurgar tanto no ayuda a cerrar la herida.
Le cuentan que consiguieron entrevistarse con el arzobispo Clemente Herráez, pero no hubo ningún avance.
Le dicen que no es un problema puntual y no se está haciendo nada para pararlo y quieren evitar que los jóvenes tengan que pasar por lo mismo que ellos.
Luis Ángel se despierta debido a una pesadilla. Se ve a sí mismo en el colegio mirando fascinado al sacerdote con sus trucos de magia y cómo le hizo pasar a su despacho.
Carlos y María acuden a un taller. El dueño era uno de los padres que quiso en su día denunciar al colegio y que les cuenta que eran bastantes padres los que quisieron denunciar, pero apareció una comisión de curas que llegaron de Madrid y reunieron a todos los padres y les dijeron que no era posible que estuviera pasando eso en el colegio, que eran cosas que los niños se imaginaban por lo que veían en la tele o en Internet, y que era todo para desprestigiar a la iglesia, y recuerda que muchos olvidaron el asunto y algunos incluso hicieron cadenas humanas para proteger al colegio.
Él sacó a su hijo del colegio, pero otros dejaron a los niños.
Le enseñan las fotos de los adultos en que reconoce al padre Montes y a Fanjul.
Luis Ángel entrena al equipo de baloncesto y masajea la pierna de un chico.
Carlos y María vuelven a los Penitentes, pero les dicen que no está el padre Damián porque salió de viaje.
Fue a Madrid para hablar con Monseñor Herráez en la sede de Conferencia episcopal.
Este le dice que no tenía constancia de los hechos de que le habló ya en un correo, asegurándole que ellos están siempre del lado de las víctimas.
El padre Damián le dice que el problema ha llegado demasiado lejos y no pueden mirar hacia otro lado, pero el arzobispo le recuerda que está al frente de las comisiones que preparan la visita del Papa y que esas noticias no deben cruzar los Pirineos y no pueden dejar que eso les estalle con él Papa allí. Que se hace cargo de la gravedad del asunto, pero que deben resolverlo dentro de la iglesia.
El padre Damián le dice que tuvo que dar falso testimonio para salvaguardar el buen nombre de la institución, pero que su conciencia no le permite volver a hacerlo, pidiéndole el arzobispo que lo deje todo de su cuenta.
Luna se acerca también hasta la sede de a Conferencia Episcopal, viendo que el arzobispo sube al coche con otra persona con la que se va.
Enseguida descubre que la otra persona es el Comisario General Gálvez, que recibió la medalla de la Almudena de manos del propio arzobispo.
Va a ver a Quevedo de nuevo, y este le cuenta que ya a finales del franquismo ellos quisieron destapar un caso de pederastia en la iglesia, pero no consiguieron que llegara a ver la luz porque lo paró Herráez desde la Congregación para la Doctrina de la fe.
En Pamplona ordenan la detención de Montes y Fanjul, aunque justo en ese momento María recibe la llamada de su superior, el Comisario General Gálvez, que le pide que paren la investigación hasta nueva orden y que regrese a Madrid.
Tomas la acompaña esa noche hasta su hotel. Y acaba subiendo con ella tras besarse.
Al día siguiente, la comisaria sale con su coche de regreso a Madrid, aunque al llegar al cruce que le lleva a la capital decide tomar el rumbo contrario, el que lleva hasta Estella.
Allí, en el colegio, y antes de que la atiendan, ve en el panel de avisos, un cartel donde aparece un equipo de baloncesto, reconociendo en el entrenador al tercer hombre de las fotos de Alejandro, junto con Montes y Fanjul, por lo que, cuando sale un sacerdote a atenderla le pregunta por ese hombre, respondiéndole que es Luis Ángel Humanes, uno de sus monitores, pidiendo ella que vaya a buscarlo.
Mientras espera llama a Carlos para pedirle que vayan al monasterio, y ella sale a buscar su pistola y sale corriendo hacia el edificio nuevo.
Va al gimnasio, donde ve que el sacerdote que la atendió hablando con Humanes.
Ella le da el alto, pero el entrenador huye, mientras ella lo persigue, hasta dar con él en un baño, del que le hace salir con las manos en alto, aunque, cuando llegan a las escaleras la empuja haciendo que caiga rodando por estas y la deja tirada.
Corre a través de los campos de girasoles, donde lo empapan los aspersores, y pide que el agua borre el resto del pecado. Y dice "solo tú hablas a través de mí".
Con heridas y magulladuras, finalmente María llega a Madrid, y le dice a su madre que puede irse de viaje, pues su aspecto es más aparatoso que su estado real.
En casa, Irene se queja de lo ocurrido y teme que algún día la llamen para contarle que murió de un disparo, como le pasó a su padre, y le dice que nunca le habla de él.
María decide que es el momento de hablarle de su padre.
Le cuenta que su padre era el mejor policía que ha conocido. Inteligente, sensible y honesto, y se conocieron cuando ella empezaba como psicóloga, ocurriendo algo que nunca debe pasar. Se enamoró de su paciente, y este, que tenía síndrome depresivo crónico, en realidad se suicidó porque ella no supo ayudarle ni se dio cuenta.
Irene dice que las dejó solas, pero su madre le dice que él ignoraba el embarazo.
Le cuenta que tras aquello siguió un tiempo como psicóloga, pero tuvo que dejarlo.
Una vez en comisaría, Esteban le muestra imágenes de la tienda de tatuajes, donde les grabaron las coronas de espinas a Samuel y Alejandro, y se ve a Humanes en la ventana observándolos.
La visita el padre Damián, que le cuenta que está allí por su propia voluntad, y le entrega una carpeta con las identidades de los dos profesores, diciendo que en su día consiguieron convencer a los padres de que no denunciaran, pero no se hizo justicia, que, aunque él se debe al protocolo de la iglesia y a las órdenes de sus jerarquías, no puede permanecer callado, aunque teme poder estar violando el secreto de confesión.
Le explica que la política de la iglesia consiste en trasladar de centro a todos los curas pederastas y le pide a la comisaria que no paren.
Mientras Luis Ángel deambula por la ciudad, la comisaria Ruiz es recibida en Madrid por el Comisario General, que le recuerda que tenía órdenes de volver, aunque ella le dice que era una pista fiable y que murieron dos chicos, diciéndole el superior que se limitarán a ellos ya que hay pruebas, pues tienen muy enfadados a los obispos y los demás casos no son cosa de ellos, por lo que deben centrarse en cazar al perturbado.
La comisaria Ruiz queda con Luna y le dice que en sus investigaciones dio con algo que podría ser una gran exclusiva, pero Gálvez no quiere que hable. Sería la potencial lista de pederastas de la iglesia española que se puede extraer de sus expedientes de traslado de los que es responsable Herráez.
Luna le cuenta que vio a Gálvez con Herráez y que conoce varios casos de denuncias que no prosperaron, una de ellas contra un sacerdote de un seminario de Pamplona, Andrés Soler, y que el chico que quiso denunciarlo era Humanes.
Este despierta de nuevo sobresaltado al soñar que Soler iba por la noche a su cuarto.
Tomás llama a María para contarle que la madre de Alejandro recibió un vídeo al día siguiente a su muerte, aunque lo escondió porque se avergonzaba de su hijo.
María se dispone a ver el vídeo, pidiéndole Irene que le permita verlo.
En él, Alejandro cuenta que en el colegio, todo el que quiere saber, sabe que hay curas que abusan de niños, y por ello decidió denunciar a los abusadores, pero, como no tenía pruebas, decidió grabarlos, e hizo vídeos y fotos de sus encuentros, pero trasladaron a los abusadores y a él le ofrecieron 2.000 euros por callarse y los cogió.
En los campamentos de verano del verano anterior conoció a Samuel, de Madrid, que le contó que Luis Ángel, su entrenador de baloncesto, que era amigo suyo y al que ayudaba en su tesis, era como los demás, y por eso también le hizo fotos.
Pero al enterarse de que querían denunciarlo se volvió loco y empezó a decir cosas muy raras, por lo que tiene miedo.
En las oficinas de la Conferencia Episcopal un joven sacerdote se hace con unos documentos que entrega al padre Damián, que, a su vez, se los entrega luego a Javier Luna, que le esperaba fuera, y que dice al sacerdote que la iglesia tiene suerte de tener gente como él.
María viaja de nuevo a Pamplona.
Tomás le dice que hubo dos sacerdotes trasladados, Montes retirado en Guatemala y Fanjul que no tiene nuevo destino. Humanes no figura.
Fanjul fue a Bilbao, pero a través del vehículo, que está a nombre de un familiar, vieron que da clases en una academia.
Localizaron también a Soler, que tiene su domicilio en el barrio de San Jorge, en Irati.
Pero Humanes llega antes al domicilio de este, ahora un anciano, que los policías.
Soler tarda en reconocerlo.
Luis Ángel lo recuerda como "Arnold el Prestidigitador" y le dice que pasó muchos años olvidándolo, diciéndole el anciano que está muy arrepentido.
María visita a Fanjul en la acadia, y este le pide que no se meta en su nuevo vida, aunque ella le pide que le diga el lugar donde se reunía con Alejandro, y donde se hicieron las fotos.
Con esa información viaja hasta Oteiza, y pide a sus compañeros que vayan con una orden de registro, aunque por si acaso, llama a la puerta.
Nadie le abre, por lo que rodea el edificio hasta la parte trasera, donde también llama sin resultados, recibiendo entretanto una llamada en que le dicen que han visto que Humanes está en lista para un viaje a Montevideo, vía Lisboa.
Al ver que sale una mujer de la casa le pregunta.
La mujer le dice que hace el mantenimiento de la parroquia, y esa casa se la donó su amiga Mercedes a la iglesia cuando murió.
Le muestra algunas fotos de las de Alejandro y le dice que se hicieron en casa de su amiga Mercedes y reconoce también a Luis Ángel, que le dice, es el hijo de Mercedes y le permiten usar la casa porque no la usan.
Le preguntan cuándo vio a Luis Ángel por última vez, respondiendo la mujer que esa mañana, ante lo que le pide que le permita entrar a echar un vistazo.
Lo hace con su arma por si se topa con Humanes, y llega al salón donde se hicieron las fotos.
Por su parte, Carlos va al domicilio de Soler, al que ven que asesinaron.
María ve en un cuarto una pared llena de fotografías de menores y negativos colgando, siendo sorprendida allí por Humanes que la golpea y la desarma.
Ella le dice que no le busca a él, sino el lugar donde Alejandro grababa a sus amigos.
Le cuenta que Alejandro llevaba allí a sus amantes y los grababa y que él sale también en las fotos y que uno de sus amantes le pidió que limpiase el rastro y borrase las pruebas, y le muestra las fotos.
Al verlas, Humanes se siente traicionado. Le confiesa que fue él quien le enseñó a hacer las fotos y los vídeos, pues le grababa porque lo necesitaba para su tesis y se siente engañado al comprobar que llevaba allí a otras personas profanando su santuario. El de su madre.
Dice que llegó el pecado y la traición. Que todos le traicionaron.
Ella le dice que el pecado se puede limpiar, diciendo él que sí. Pero no para los pederastas, insistiendo ella en que siempre hay salida, diciendo Humanes que para él no la hay, y para ella tampoco, y la coge del cuello dispuesto a acabar con ella.
En el forcejeo consigue golpearlo y llegar hasta su arma y le dispara.
Vuelven en esos momentos a su cabeza las imágenes de su niñez.
Poco después policía y ambulancias llenan la calle. Una de estas lleva a Luis Ángel, herido, pero aún con vida.
Luna consigue publicar la lista negra de la iglesia española, aunque, le dice a María, Herráez es intocable.
Unos días más tarde Tomás y Carlos reciben a María y a Irene, yendo todos juntos hacia el centro de la ciudad.
En España existen testimonios de, al menos 1802 víctimas de abuso sexual dentro de la iglesia, aunque, a diferencia de otros países, no hay ninguna estadística que refleje la magnitud del problema.
En marzo de 2022, el congreso aprobó la creación de una Comisión de investigación independiente.