Te cuento la película

¡Bruja, más que bruja!
¡Bruja, más que bruja!

España (1976) *

Duración: 92 min.

Música: Carmelo Bernaola

Fotografía: Leopoldo Villaseñor

Guion: Fernando Fernán-Gómez, Pedro Beltrán

Dirección: Fernando Fernán-Gómez

Intérpretes: Francisco Algora (Juan), Emma Cohen (Mariana), Mary Santpere (Tía Larga), Fernando Fernán Gómez (Tío Justino), José Lifante (Juez), Estela Delgado (Rufa), Carmen Martínez Sierra (Madre de Mariana), Fernando Sánchez Polack (Sacerdote).

Juan pinta en una de las paredes del pueblo ¡Viva la quinta del 50!, antes de salir corriendo con su maleta a ver a Mariana, su novia, sobre la que le abalanza tras saltar la tapia de su huerto, temiendo ella que durante el servicio militar en la ciudad se olvide de él, asegurándole él que no lo hará y preguntándole a ella si le esperará hasta que vuelva.

Algún tiempo después la orquesta del pueblo toca la marcha nupcial, aunque no es Juan el novio de Mariana, sino un hombre mayor, su tío Justino, que sale de la iglesia muy ufano, al contrario que ella, cuyo rostro no denota alegría alguna.

La gente le grita ¡Viva el tío Justino el Rubiales!, mientras acompaña a la pareja desde la iglesia al convite.

Unos meses más tarde, y terminado su servicio militar, regresa Juan al pueblo, estando muy contento de volver a su vida, aunque sus vecinos se plantean cómo reaccionará cuando se entere de que su novia no le ha esperado.

El tío Justino recibe entretanto a Zacarías, uno de los pastores que le pide que le suba el sueldo un duro, asegurándole que no se lo dirá a los demás.

Cuando se va el pastor recrimina a Mariana que esté planchando, pues es la señora de la casa, debiendo dejar esas tareas para Rufa, pidiéndole además que le hable de tú, ya que son marido y mujer, aunque ella dice que no se hace a ello.

Él le recuerda que tiene que hacer lo que le mande, pues ella, por más que insiste su marido no quiere besarlo en la boca.

Juan va a casa de su tío, alegrándose mucho ambos de volver a verse, estando Justino contento de tener un hombre más para el trabajo, pudiendo dedicarle él más tiempo a su tía, contándole de paso que se ha casado, pero que no quiso contárselo por carta para ver su reacción cuando llegara.

Mariana solloza mientras las gallinas cacarean tan alto que no dejan que se la escuche, debiendo espantarlas, mientras canta que muere de amor.

Y cuando le presenta a su nueva tía, Juan no puede evitar quedarse boquiabierto, diciéndole a su tío que no había pensado quedarse en el pueblo y había pensado en ir a trabajar a la ciudad, en la industria, aunque su tío piensa que es un gandul y un sinvergüenza, y que prefiere irse para trabajar lo menos posible.

Juan acaba quedándose ante la presión de su tío, tras ver llorar a Mariana.

Justino le dice a Mariana que esa noche volverá tarde.

Rufa, será la encargada de vigilar a la pareja, diciéndole a Mariana que no salga de la habitación, pues está Juan bajo el mismo techo y ambos son jóvenes y pueden ceder a la tentación.

Le dice también a Juan que no debe llevar una perdición a esa casa aprovechando que su tío está fuera, aunque cuanto más habla más los anima.

Justino ha ido a ver a una mujer, la Larga, una curandera, pues lleva tres meses casada y su mujer no se queda embarazada, diciéndole la curandera que se la lleve, porque a lo mejor es cosas de ella y no de él, aunque entretanto le da un brebaje

Juan, que no puede dormir, escucha fuera un trote, viendo a dos borricos en la calle.

También Mariana jadea en la cama y busca una foto que Juan le envió a su tío vestido de soldado y también escucha a los burros, por lo que, como él, se asoma a la ventana, viendo a la Rufa, a la que también molestaron los burros que los encierra en la cuadra, pensando que también están revolucionados esa noche y quieren aparearse.

Peo cuando Rufa vuelve a acostarse los burros tiran la puerta y vuelven a escaparse, volviendo a escucharse sus rebuznos.

Esa noche nadie puede dormir y están todos muy excitados, lo que Rufa soluciona azotándose con un pequeño flagelo, mientras tanto Mariana como Juan se masturban.

Finalmente, Mariana decide salir, topándose con Juan, diciendo ambos que no pueden dormir por culpa de los burros.

Juan se lanza entonces sobre Mariana y le dice que la tentación es muy fuerte, diciendo ella que siente y huele al demonio, que lo tiene en las carnes, tumbándose para hacer el amor, aunque entonces ella se arrepiente y le dice que no quiere ser adultera, señalando que a eso tiene solo derecho su marido, que llega entonces y vuelve a encerrar a los burros.

Se extraña de ver a Mariana despierta cuando todos los días se duerme a las 10 y no hay quien la despierte, señalando que es por culpa de los burros.

Al día siguiente Justino le dice a su sobrino que parece que está memo desde que volvió de la mili y no hace nada a derechas, por lo que se plantea que a lo mejor se ha enamorado, preguntándole a Mariana si sabe algo.

Pero también Mariana parece atontada y su marido debe insistirle en que se prepare para ir a tomar las aguas de San Ramón Nonato, pidiéndole a Juan que enganche el caballo, aunque debido a su despiste lo hace mal.

La pareja se va a bañar en las aguas de San Ramón Nonato para que sus aguas les ayuden a que ella se quede embarazada.

Mientras la pareja está fuera, también Juan va a ver a la Larga, leyéndole esta las cenizas. Enseguida sabe que está enamorado de una mujer casada, y le pide que se la lleve a ella, algo muy difícil.

Pero todo se solucionará y podrá hacerlo, pues Justino quiere que a su mujer la vea un médico, pero se niega a que sea un hombre, proponiéndole Juan que la lleve a ver a la Larga, pues también es partera.

La acompañará Rufa hasta allí, aunque se niega a entrar en casa de la bruja, afortunadamente para Juan, que espera dentro.

La bruja pronuncia unas letanías mientras desnuda a Mariana y rocía su cuerpo con una pócima mientras Juan la observa escondido.

Y cuando la vieja la hace tumbarse y se retira, aparece Juan que la abraza, pudiendo así estar juntos sin peligro.

Mariana logra quedarse embarazada y Justino va a pagarle a la bruja, aunque le pide que haga algo para que sea un macho.

Los jóvenes vuelven a verse en casa de la bruja, que les dice que ella va a tener un hijo de Juan y que será su vivo retrato, por lo que todos sabrán que es suyo.

Mariana le pide que se vaya, señalando él que es mejor ir los dos a Madrid, aunque ella no quiere irse si no es como una señora y eso no sucederá mientras esté casada.

Le pregunta a la bruja cuánto tardará en morirse su marido, dándole esta un brebaje para que se lo pongan en el queso.

Y Justino enferma en efecto, poniéndose ellos muy contentos al ver que está cercana su muerte y podrán por fin estar juntos, por lo que Juan canta, feliz por la próxima muerte de su tío, lo que hará que sea por fin rico, pudiendo tener a su mujer y dinero y lujos al juntar la herencia con su "tía". Luego lo venderán todo y podrán ir a la ciudad y crear una industria moderna, que es el porvenir.

Regresa del pueblo llevando al cura para que le dé la extremaunción y al médico.

Este pide que le enseñen el queso, pues Rufa le cuenta que lo comió y lo cenó, señalando este que es cardenillo, y sucede cuando se pone el queso en un recipiente de cobre, por lo que le recetará un suero y mejorará.

Ellos se sienten mal, pues echaron el filtro en otro queso que ni probó y fue otro el que casi le mata, y además ya no tienen dinero para ir a ver de nuevo la tía Larga, aunque Mariana le dice que pensará algo.

Piensa que Justino le pide al cura que los descase al ver que el crío no es suyo, ya que tiene la cara de su sobrino, señalando que la perdonaría si el crío pudiera pasar por suyo, pero con esa cara teme por su honra, diciéndole el cura que lo descasará.

Pero en la iglesia quien aparece es el guardia civil vestido de sacerdote, que golpea a Justino.

En ese momento Mariana se despierta asustada dándose cuenta de que era un sueño, llamando sus gritos la atención de Juan que le pide a su tío que abra la puerta de su habitación o la echará abajo, quejándose su tío de que amenace con ello, por lo que discuten, aunque ella les hace entrar en razón para que no lleguen a las manos.

Juan y Mariana vuelven a ver a la Larga y le piden algún veneno, pues los maleficios no dan resultado, respondiéndoles la bruja que ella no entiende nada de venenos, ante lo que Juan reacciona diciendo que si no se lo da acabará con ella, cediendo la bruja ante la amenaza para entregarles un veneno que dice que hace años que no se usa y que les costará caro, pidiéndoles a cambio la casa del Sotillo.

Deben poner tres gotas del brebaje cada día en los alimentos, asegurándoles que no deja rastro.

Justino empieza a estar mal de la tripa y con diarrea, por lo que apenas hace caso a otros dos de sus pastores que fueron a pedirle un aumento de suelto.

Y como está mal de la tripa Juan empieza a temer que, aunque le pongan el veneno él lo suelte con las heces, aunque ella piensa que precisamente su diarrea será por efecto del veneno.

Pero como no se fía, Juan vuelve a ver a la Larga, que le dice que la soltura de vientre le viene de la anterior enfermedad, dándole un tónico para que mejore, debiendo alternar el veneno y el tónico, poniendo media cucharada de este en el gazpacho, y aunque Mariana señala que así lo tomarán todos, Juan le dice que no tiene ningún problema, pues es un tonificante que les vendrá bien a todos.

Empiezan a ponerse muy rojos los cuatro tras tomar el gazpacho y esa noche no puede dormir ninguno de ellos y Rufa vuelve a golpearse con el flagelo, mientras que Justino salta sobre su mujer una y otra vez hasta dejarla rendida, diciéndole ella que la deje, pues le va a estropear al niño, y aunque corre tratando de huir de él, Justino trota tras ella, que finalmente cede y vuelven a acostarse entre los sacos de harina, pues ella también se muere de ganas, sin importarles que los vean Juan y Rufa.

Mariana va a quejarse a la bruja, pues debido al último bebedizo no logra quitarse a Justino de encima y no le queda resuello ya para Juan, que teme acabe suicidándose, no sabiendo la bruja si es mejor darle un bebedizo para que lo aplaque o seguir dándole el mismo para que se agote y muera.

Llega entonces Juan que amenaza con matarla, aunque ella dice que si la mata no podrá ayudarles, proponiéndoles otro plan.

Les proporciona otra idea. Acabar con el marido con un hacha. Dice algunas letanías sobre el instrumento y les dice que gracias a su ritual el hacha desaparecerá sola "tras hacer lo que tiene que hacer", debiendo ser Juan quien lo mate con el hacha, asegurándole que nadie lo sabrá, haciéndoles repetir unas letanías sobre el hacha en que mencionaban a Satanás.

Un día que Justino y Mariana van en el carro, para de pronto el primero porque desea hacer pis, haciéndolo entre las patas del caballo, pues asegura que es bueno para este, no viendo por ello a Juan, que se acerca por detrás blandiendo el hacha, y golpeando con ella a su tío, aunque cierra los ojos para hacerlo, aunque al abrirlos y ver que lo ha matado tira el hacha al suelo.

Por fin, le dice a Mariana, pronto podrán casarse e irse a vivir a Madrid, aunque cuando se dan la vuelta ven que el hacha no ha desaparecido como les prometió la bruja, debiendo ir a esconderla.

Mariana por su parte debe regresar para evitar que sospechen, mientras Juan trata de limpiarse, pues está lleno de sangre, viendo cómo por más que repite la letanía, el hacha no desaparece.

Desesperado corre a casa de la bruja, que se queja de tener que bregar siempre con imbéciles, diciéndole que se lleve el hacha y la entierre en un lugar donde nadie la vea y le dice que si el hacha no desapareció sola es porque no se la dejó el tiempo suficiente a ella, aunque le dice que aún pueden solucionarlo, limpia el hacha y le dice que salga corriendo, pues de lo contrario no tendrá efecto el conjuro, aunque antes de que salga llama a la puerta un aldeano y Juan debe esconderse.

El hombre le cuenta a la Larga que se desbocó el caballo con el carro donde iba Mariana y mató al Justino y ella está malpariendo, por lo que le pide que lo acompañe, aprovechando la marcha de la bruja para esconder el hacha en casa de esta.

Mientras las mujeres rezan por el muerto en casa de este en torno a Mariana, que está en la cama recién parida con su hijo en brazos, aparece el juez, que señala que tras la autopsia vieron que había algo sospechoso en la muerte de su marido.

Le preguntan si solía llevar un hacha en el carro o algo similar, aunque Mariana responde cantando, como le preguntó el juez, pero sin articular, por lo que no la entienden preguntando a los demás si saben algo, no pareciendo saber nada ninguno, aunque entonces irrumpe la Larga en la casa con el hacha diciendo que alguien la escondió en esa casa para inculparla.

Juan se siente traicionado por la bruja y corre hacia ella, preguntándole el juez si el hacha es suya, reconociendo él que la bruja le dijo que el hacha desaparecería sola y que nadie sabría nada y que todo se arreglaría con unos filtros y unas oraciones, debiendo reconocer Mariana que es verdad.

El juez le pregunta a la bruja, que le dice que nadie puede creer en esos filtros y tonterías, señalando que todos hablan de brujería menos cuando es a ellos a los que ayuda, estando seguro de que pensaban que si volvían al pueblo contra ella por el asesinato todos dirían que es por brujería.

El juez reconoce que no ha entendido casi nada, pero tiene que juzgar porque ganó unas oposiciones, declarando culpable a Juan, al que se llevan preso los guardias, pidiéndole Juan a Mariana que no le olvide, asegurando esta que no lo hará, haciendo así más dulce la cárcel.

Cuando la gente acude al bautizo del sietemesino la gente canta señalando que es hijo del amor y que cuando su padre salga del penal se casará con su madre, aunque para entonces será muy vieja, aunque eso da igual.

Calificación: 2