Te cuento la película

Hogar
Hogar

España (2019) *

Duración: 103 min.

Música: Lucas Vidal

Fotografía: Pau Castejón

Guion y Dirección: Álex Pastor y David Pastor

Intérpretes: Javier Gutiérrez (Javier Muñoz), Mario Casas (Tomás), Bruna Cusí (Lara), Ruth Díaz (Marga), Iris Vallés (Mónica), Cristian Muñoz (Dani), David Ramírez (Damián), David Selvas (Darío), David Verdaguer (Raúl), Vicky Luengo (Natalia).

Un hombre llega a su hogar, donde le esperan su mujer y su hijo, que le recibe feliz de volver a verlo, tras lo que cenan juntos en su idílica casa.

Se corresponde con un anuncio televisivo que es su carta de presentación en una agencia de publicidad, recordando los dirigentes de esta que fue un bombazo en el 98, cuando eran unos niños, aunque les gustaría ver algo más reciente.

Les habla de una campaña para telefónica y otra de Codorniu, mostrándoselas, aunque ellos le dicen que el puesto que tienen libre es para alguien que empieza, diciendo él que está interesado en trabajar en una compañía más pequeña, gustándole arriesgar, a lo que le responden que sus anuncios son demasiado clásicos y no ven en ellos riesgo alguno, por lo que le rechazan como candidato.

Llega abrumado a su magnífico apartamento, proponiéndole Marga, su mujer, dejarlo e ir al pequeño apartamento que tienen en el Carmel alquilado a los chinos, e incluso vender su lujoso BMW.

Teme que su hijo no acepte el cambio y le explica que la mudanza es temporal, hasta que las cosas mejores, pero que no le afectará, ya que tienen pagado el cole hasta fin de curso, aunque el muchacho, Dani, le dice que prefiere cambiarse, pues si ya se ríen de él lo harán más cuando se enteren de que vive en el Carmel, no pareciendo su padre querer entender que si se meten con él es porque está un poco gordo.

Decide además acercar a la empleada de hogar, Araceli, al metro, aduciendo que empieza a llover, aunque lo que hace al llegar al metro es decirle que deben prescindir de ella debido a su nueva situación económica, viendo como la mujer se echa a llorar, pese a lo cual él insiste y le pide las llaves del piso, que ella le lanza con rabia a la cara.

Poco tiempo después realizan la mudanza al modesto barrio del Carmelo y Javier comienza a acudir a clases de reciclaje, y realiza más entrevistas.

En una de ellas le dicen que conocen su trabajo y le preguntan cuándo puede comenzar, diciendo él que ya, aunque cuando se queda con el aprendiz observa que le presentan un contrato de prácticas, diciendo el muchacho que a su jefe le extrañó que hubiera ido en esas condiciones y que les saldría barato.

Patea con rabia el coche, aunque luego se arrepiente de los abollones provocados.

Antes de volver a su casa regresa a su antiguo barrio y se queda observando su antiguo apartamento y a la joven pareja que lo ocupa ahora.

Y al día siguiente regresa a la que fue su casa, aprovechando que conserva las llaves que le devolvió Araceli y que el día anterior encontró casualmente en el coche, y entra por el garaje y sube hasta el piso, observando que las llaves aún funcionan, aunque debe darse prisa porque el perro del apartamento de enfrente comienza a ladrar.

Recorre la casa, observando las fotos de la nueva familia y todas sus cosas antes de sentarse en su amplio sofá a escuchar música, haciendo luego sus necesidades en el que fue su servicio.

Entra también al cuarto que fue de su hijo, y que ahora es de una niña.

De regreso a su casa, ve a su hijo haciendo los deberes y le dice que debe estar mejor ahora sin necesidad de llevar uniforme y que como hace mucho que no hacen nada juntos, lo anima a salir a correr con él.

El muchacho se siente mal enseguida, explicándole cómo debe respirar, aunque tras subir una cuesta, el muchacho acaba vomitando.

Marga le regaña por haber obligado a correr por una cuesta a su hijo, respondiéndole Javier que es sano hacer ejercicio y le viene bien para no que se rían de él, viendo que, aunque ella sabía lo del acoso no le había dicho nada, pese a que había hablado ya con el director, lo que le hace enfadarse.

Dice que no quiere que su hijo sea maltratado, ni que su mujer llegue oliendo a lejía, diciéndole Marga que ella se adapta, diciendo él que eso no es adaptarse, sino rendirse.

Le llaman por el anuncio que publicó poniendo a la venta su coche, aunque les dice que ya está vendido, mientras observa a la familia que vive en su antigua casa.

Vuelve a esta al día siguiente, ladrando de nuevo el perro de la de enfrente.

Revisa ahora los cajones, encontrando en uno de ellos varias fichas.

Entra luego en el ordenador, y entra en una carpeta rotulada como "Accidente", observando fotos de la mujer y de la hija magulladas, y un escrito de retirada del carnet del padre y marido por ir bebido.

Ve al examinar su agenda que hay una reunión a las 8 en la parroquia del Ángel Custodio, donde se presenta también él.

Siguiéndolo, ve que se dirige a una sala, quedándose él lejos observando, aunque entonces la mujer que le abrió le anima a entrar y le pregunta si es la primera vez, contestando afirmativamente.

Entra en el gimnasio, donde hay sillas dispuestas en círculo y a un grupo de personas allí sentadas, observando que algunas personas llevan fichas parecidas a las que vio en el cajón de su antigua casa.

Escucha a una chica que cuenta que ha roto con su novio, lo que le llevó a beber, por lo que, dice, debe tener que devolver la ficha por ello.

Hablan varias personas más, por turnos, tomando él la palabra al final de la sesión para contar que ha intentado dejarlo varias veces, hasta 5, y que volvió a comprar una papelina por debilidad, lo que le ha llevado a perder a su mujer y a su hija, a las que les hizo daño emocional y no emocional y quiere cambiar, porque, asegura, ese no es él.

La gente le da la bienvenida, y uno de los asistentes le anima tras la reunión y le cuenta que hay 12 pasos que deben dar hasta acabar el tratamiento.

Se acerca también a darle ánimos, Tomás, el nuevo inquilino de la que fue su casa, y que le explica que le entiende y que él lleva ya un año.

Javier le invita a un café, aceptando Tomás, al que le cuenta que es consciente de sus puntos débiles y ha aprendido que no debe culpar a los demás.

Tomás le cuenta que es vicepresidente en una importante empresa de transportes.

Tras darle las gracias por su ayuda, le pide que sea su padrino, diciendo Tomás que no apadrinó a nadie y es demasiada responsabilidad, pues se acaba de mudar a Barcelona y no conoce a nadie, proponiéndole él probarlo durante un par de meses.

Al día siguiente debe esquivar a una vecina cuando regresa a su antiguo apartamento, estando a punto de ser descubierto.

Cuando logra acceder cambia en el ordenador la hora de la clase de gimnasia de él y hace que se sincronice con su teléfono, mientras escucha abajo ruidos motivados por la muerte del perro del vecino de enfrente, al que él le colocó un trozo de carne envenenada.

Por la tarde es testigo de la discusión de Tomás con su mujer debido a que llegó tarde a buscar a su hija porque tenía mal la hora del gimnasio en su agenda.

Tras la discusión, ve cómo Tomás se acerca al bar, aunque no llega a pedir nada.

Pero en su siguiente reunión cuenta su experiencia.

Habla de lo fácil que es perder la ficha, pues estuvo a punto de perderla por una pequeña discusión y da las gracias, porque así pudo ver que su sobriedad es más débil de lo que creía y que no puede relajarse.

Javier habla luego con él y le dice que se ha dado cuenta de que su problema era la apatía, pero que ahora ha decidido que va a coger su vida por los cuernos.

Antes de despedirse, Tomás lo invita a que vaya un día a cenar a su casa.

Acude, por ello de nuevo a su casa, ahora como invitado.

Lleva un ramo de flores para la mujer de Tomás, coincidiendo con Damián, el jardinero, al que le miente, contándole que ha ido solo a recoger unas cartas.

Tomás le presenta a Laura, su mujer y a su hija Mónica, y le enseñan el piso, debiendo él hacerse de nuevas.

Durante la cena tienen una pequeña discusión porque la mujer hace trabajos pro-bono para ayudar a una extranjera, algo que su marido no comparte, pero que Javier alaba.

Le dice luego que la admira por apoyar a su marido, ya que él la perdió.

El jardinero le pregunta a Tomás al día siguiente qué le pareció el anterior inquilino, no entendiendo este a qué se refiere, fingiendo Damián haberse equivocado.

En un garaje, Javier lanza su coche, a toda velocidad contra una columna, tras lo que llama a Tomás, diciéndole que la ha cagado, yendo Tomás con su coche a recogerlo.

Lo encuentra bien, aunque ve que tiene una botella de licor, por lo que le pregunta qué ha hecho, diciéndole que lo del alcohol tiene que planteárselo como una alergia, diciendo que él mismo es alérgico a los cacahuetes y aunque le puedan apetecer sabe que si los come puede morir.

Él le dice que el día anterior fue duro ver todo lo que él tiene, dinero y éxito y la comparación con su vida.

Tomás le dice que no todo es ideal, pues él es vicepresidente de la segunda empresa de transportes del país porque es el padre de Lara, debiendo dedicarse a hacer un trabajo que no le gusta para no tener que reconocer que les mantiene el padre de ella.

Javier le pide su móvil para llamar al seguro, ya que no tiene batería, aunque antes se envía un mensaje a su propio móvil que luego borra, pidiéndole Tomás que no le cuente nada a Lara.

Marga ve que llega en un taxi y le pregunta por el coche, diciendo que lo vendió.

Le llama entonces Damián, el jardinero, y le pregunta cómo consiguió su número, diciendo que tenía la lista de inquilinos, tras lo que le dice que necesitan que se vean a la mañana siguiente a las 10.

Le dice también que eran muy bonitas las flores que llevó, mostrándole que está en el piso y que lo sabe todo.

Cuando regresa a su casa Lara huele su ropa, viendo que es a alcohol, no creyéndole cuando él le dice que se le cayó encima la botella de ginebra de Javier, contándole el suceso del coche, pese a que antes le dijo a Javier que no lo hiciera él.

Va al encuentro concertado con Damián en el zoo y le pide que entre en el piso de los nuevos inquilinos y le lleve en una bolsa las braguitas usadas de la hija de Tomás como pago por su silencio.

Entra en efecto en el piso, al que llega Lara de improviso debido a que se había dejado el móvil, desde el que, una vez recuperado, hace una llamada, que, descubre, es para él, escuchando Lara la vibración del móvil, por lo que comienza a buscar de dónde viene el ruido, aunque Javier consigue esconderse sin que lo vea.

La escucha dejando un mensaje en su buzón pidiéndole que se reúna con él esa tarde, y que deje de verse con Tomás, pues no pueden arriesgarse a que recaiga.

Cuando se ven, le dice que considera que es una mala influencia para Tomás, confesándole que le contó lo de la noche anterior, y que le llamó para que le ayudara porque había estado bebiendo.

Pero Javier le dice que fue al revés, que fue Tomás el que le llamó porque necesitaba ayuda, pues la había cagado, mostrándole un mensaje, el que él mismo se envió desde su teléfono, donde le pide que vaya a verle, pero que no le diga nada a Lara.

Ella se marcha destrozada, observando su cicatriz de la frente.

Los vigila desde la distancia, tras un árbol y los ve discutiendo en la terraza, tras lo que ve que Tomás sale en su coche, enfadado, viendo una llamada suya que rechaza.

Recibe un paquete con dos sprais de autodefensa, junto con un frasco del que extrae un poco de contenido con una jeringuilla que inyecta en uno de los sprais.

Su mujer siente que algo oculta al verle ir a tirar la basura, y cuando sale, a sus clases de reciclaje le sigue con su coche, dándose él cuenta de ello, por lo que, va en efecto al aula donde dan las clases, sorprendiendo al profesor, que no volvió a verle y que, le dice, no ha visto que esté matriculado, por lo que le pide que antes de incorporarse a las clases pase por secretaría, observando que no se mueve, pues, se da cuenta de que Marga observa tras la puerta, alargando de forma incómoda su estancia en la clase pese a la insistencia del profesor hasta que se va su mujer.

Al día siguiente queda con el chantajista Damián para entregarle lo que le pidió, las braguitas usadas de la hija de Tomás y Lara, aunque este le dice que las cosas no se han acabado con esa entrega, mostrándole una cámara que, le dice, debe instalar en el cuarto de la niña, pues, asegura, solo quiere mirar, dándole 24 horas para que lo haga, amenazándolo con llevarlo a la policía si no lo hace.

Acude tras ello a la empresa de Tomás para verlo, quedando en el hall, donde aquel le pregunta qué le contó a Lara, reconociendo que dijo que le había llamado él.

Le pregunta por qué miente, diciendo Javier que debe parar, pues están todos muy preocupados por él, y que fue él quien lo llamó, insistiendo Tomás en que miente, recordándole lo del coche, ante lo que Javier le responde que vendió el coche.

Tomás no puede sujetarse más y le da un puñetazo, pateándolo una vez en el suelo delante de todos los empleados que hay allí, debiendo separarlos los de seguridad.

Paralelamente, Damián trata de encender la sopladora, que explota al hacerlo, comenzando a arder.

Tras la paliza, Javier se acerca de nuevo a la casa de Tomás, donde ve cómo una ambulancia se lleva a Damián, viéndolo Lara llegar hasta allí con la cara destrozada, contándole que su marido ha perdido el control y está celoso, pensando que hay una relación entre ellos dos, algo que a Lara le parece absurdo.

Ella reconoce que el día anterior se pelearon y él se fue a un hotel.

Javier le entrega uno de los sprais de gas pimienta, aunque ella lo rechaza y le dice que no quiere eso en casa, insistiéndole él en que lo coja, aunque sea por Mónica.

Marga se da cuenta de que su marido está tramando algo y le dice que el dinero de la venta del coche sigue sin llegar y le pregunta, al ver su cara destrozada, qué le ha ocurrido, aunque él, sin dar explicación alguna, se encierra en el cuarto y hace la maleta, diciéndole que volverá a por el resto de sus cosas.

Marga no entiende nada y él le pregunta si prefiere que le dé unas explicaciones que no le convencerían, yendo esa noche a una pensión.

Vuelve a llamar a Lara para decirle que hizo una campaña para Valentina Costa, la ídolo de Mónica y le dice que si quiere puede hacer unas llamadas para que pueda conocerla.

Lo consigue, en efecto, pudiendo acudir Mónica en exclusiva a sus entrenamientos, entusiasmada, pudiendo luego fotografiarse con ella.

Javier le envía a Tomás al móvil, la foto con su mujer, su hija y la gimnasta, lanzando Tomás con rabia su teléfono al verla, viendo luego cómo Javier las acompaña hasta su casa, llevando Javier, que sabe que Tomás los está viendo, a la niña en brazos.

Tomás, que lleva en el salpicadero una botella de alcohol y está borracho, sube cuando él se marcha.

Le pregunta a Lara, que se asusta al verlo violento y borracho, qué está haciendo con Javier, del que quiere protegerlas, aunque ella insiste en que Javier no ha hecho nada.

Como no desea que Mónica lo vea borracho, la lleva a su habitación, diciéndole él que lleva meses esperando su recaída porque siempre le creyó débil.

Lara está asustada al ver su actitud, y amenaza incluso con llamar a la policía, y ante su acoso coge el spray que le entregó Javier y lo rocía con él, sufriendo Tomás de inmediato un ataque y acabando inconsciente.

Recibe justo entonces una llamada de Javier, que le dice que está preocupado, pues cuando se marchaba le pareció ver el coche de Tomás, diciéndole ella que no sabe qué hacer, por lo que él se ofrece a ayudarlo, encontrando a su llegada a Tomás en el suelo, diciéndole Lara que cree haberlo matado, pidiéndole él que se vaya con Mónica a su cuarto para evitar que vea así a su padre, mientras él dice, llamará a la policía, asegurando que fue un accidente y no pasará nada.

Llama en efecto a la policía, aunque antes de que llegue cambia el bote del spray por el otro que recibió, aunque entonces ve cómo Tomás vuelve a respirar.

Javier le dice que no merece a su mujer y a su hija, y lo ahoga.

Entra luego a consolar a madre e hija a su cuarto.

Poco tiempo después Javier lleva en su flamante auto a Mónica al colegio, y, aunque va a trabajar a la empresa de publicidad que le había contratado en prácticas, ahora es muy distinto, pues, tras casarse con Lara, ha conseguido que su suegro realice la campaña publicitaria de su empresa, un contrato millonario que ha conseguido y le ha reportado una nueva posición.

Pero recibe entonces la visita de Marga, que le dice que encontró lo que tiró a la basura aquel día, y cuando vio la noticia de la muerte de un ejecutivo en el edificio donde vivía con anterioridad y reconoció en la toto su cocina.

Hablaron de una muerte accidental por una reacción alérgica al espray de defensa personal, y entonces las piezas empezaron a encajar.

Lo que recogió de la basura fue un frasquito con licor de cacahuete, pues pensó que alguien debía haber manipulado el espray sabiendo la alergia del fallecido.

Dice llevar meses dándole vueltas por no dañar a Dani, pero le asegura que contará todo a la policía y que el piso del Carmel le parecerá un palacio comparado con la celda donde acabará.

Pero Javier no parece asustarse por ello, asegurándole que si lo hace, lo primero que desaparecerá será la cuenta que hizo para los estudios de Dani y para que no le falte nada en el futuro, pues se lo gastará en un buen abogado, y luego venderá el piso donde están, que está a su nombre, para pagar al abogado más caro.

Va tras ello a su nuevo chalet, donde le recibe con abrazos Mónica, y luego besa a Lara, pareciendo muy feliz con su nueva familia, y donde solo desentona, un elegante grifo que gotea igual que en su antigua casa.

Calificación: 2