La estrategia de la araña
Strategia del ragno (1970) * Italia
Género: Drama político
Duración: 100 min.
Fotografía:Vittorio Storaro y Franco Di Giacomo
Guion: Bernardo Bertolucci, Marilú Parolini, Eduardo de Gregorio (Historia: Jorge Luis Borges)
Dirección: Bernardo Bertolucci
Intérpretes: Giulio Brogi (Athos Magnani Padre e hijo), Alida Valli (Draifa), Tino Scotti (Costa), Pippo Campanini (Gaibazzi), Franco Giovannelli (Rasori).
Athos Magnani llega en el tren a Tara y pregunta por un hospedaje.
Mientras camina por la población observa que hay una calle, un centro cultural y un busto, dedicados a Athos Magnani, héroe antifascista al que estos asesinaron.
Cuando llega al hostal y dice su nombre, le dicen que es igual que su padre.
Le pregunta al recepcionista por Draifa, y este le deja su bicicleta para ir a su casa.
Llega a su bonita casa, cubierta en buena parte por enredaderas y Draifa lo lleva adentro y lo pone frente a una fotografía para que vea que es igual que él.
Le dice luego que está convencida de que su asesino es alguien de Tara.
Su padre era un famoso antifascista y le dispararon por la espalda en el teatro durante la representación de Rigoletto.
Le dice que ella entonces era muy joven y él no quería abandonar a su mujer, que estaba embarazada y huyó por miedo a los fascistas.
Athos le pregunta por qué lo buscó y ella le dice que vio un diario de Milán con su foto y le pareció ver a Athos resucitado y pensó que con su ayuda podrían encontrar al asesino.
Él le pregunta cuándo sucedió y le cuenta que el 15 de junio de 1936.
A Athos no parece interesarle esa investigación y se muestra dispuesto a marcharse del pueblo, aunque Draifa lo convence para que se quede a comer.
Le dice que debieron dispararle durante los aplausos, pues nadie escuchó el disparo.
Le cuenta que ella era su amante oficial y todos la consideran como si fuera su esposa.
Tras el asesinato, se realizó una investigación, pero no fue seria. Solo encontraron en su bolsillo una carta anónima cerrada, y en ella le advertían que iba a ser asesinado en el teatro.
Unos días antes le había contado que una gitana le leyó la mano y predijo su muerte.
Athos le dice que se irá al día siguiente por la mañana.
Pero de pronto, Draifa sufre un desmayo y debe llevarla en brazos a un sofá, aunque se recupera enseguida y le asegura que está bien, por lo que le pide que se marche.
Pregunta más tarde en el bar si no hay jóvenes en ese pueblo.
Nota cierta hostilidad en el ambiente, hasta tal punto que al entrar en un establo alguien lo encierra allí, y a la mañana siguiente alguien llama a su habitación y le da un puñetazo.
Vuelve a casa de Draifa y le pregunta cómo era su padre y le dice que muy guapo.
Ella está convencida de que el asesino sigue allí y que desea que él se vaya, ante lo que decide quedarse.
Ella le cuenta que la mayoría de los que lo odiaban murieron ya, pero queda uno, Beccaccia, el mayor propietario de la región.
También viven sus tres mejores amigos, el dueño de un cine al aire libre, un maestro de primaria y un catador de jamones,
Cuando pregunta en el pueblo por Beccaccia, le dicen que el patrón no desea ver a nadie, y dos hombres lo obligan a marcharse.
Uno de los amigos de su padre, Gaibazzi, el fabricante de embutidos sale a su encuentro y lo invita a comer.
Le cuenta que cuando eran jóvenes eran antifascistas aunque no sabían muy bien lo que significaba y reconoce que no eran muy inteligentes, excepto su padre, que era culto y preparado y pensaba en conjuras y hacía planes.
Una noche, mientras jugaba a las cartas lo atraparon y lo golpearon.
Mientras comen buseca, un plato de vísceras, le cuenta otras anécdotas.
En las fiestas siempre iba al baile, y recuerda que una ocasión los fascistas obligaron a la orquesta a tocar el himno fascista y él sacó a una joven y lo bailó.
Anunciaron entonces que iba a llegar el Duce para inaugurar el teatro.
Va tras ello a casa de Rasori, otro de los amigos de su padre, que le obliga a comer un plato muy lleno pese a que ya había comido en casa de Gaibazzi
Rasori le habla también de su padre.
Recuerda también aquella fiesta cuando en el pueblo se enteraron de que iba a visitarlos el Duce y recuerda que cuando se lo contaron a su padre este dijo que debían matarlo, y, para asegurarse la inmunidad, hacer creer que el asesino vino de fuera.
Visita tras ello a Costa en su cine, que también quiere invitarlo a comer, aunque en esta ocasión se niega a hacerlo y le asegura que comió ya.
Este continúa la historia del plan del asesinato.
Tenían un escondite secreto, un camión viejo abandonado donde se reunieron para planearlo.
Le dice que fue a él al que se le ocurrió que lo matara alguien desde el escenario, el único lugar donde no habría guardias
Pasarían la escopeta entre la ropa de los cantantes y uno de ellos estaría disfrazado de figurante y lo mataría.
Pero todo allí estaría oscuro y ninguno de ellos era un gran tirador, por lo que Athos propone acabar con él con un cartucho de TNT mientras la gente aplaude.
Pero el Duce no fue nunca a Tara porque un fascista encontró la bomba y se lo dijo a los gendarmes.
Le cuenta que ellos se libraron de ser encarcelados por falta de pruebas.
Y en vez del Duce, murió finalmente Athos, aunque Costa cree que no fue un fascista de allí, pues sus conciudadanos son muy cobardes. Que tuvo que ir de fuera.
Athos observa la coincidencia de que a su padre lo mataron durante el Rigoletto en que debería haber sido asesinado el Duce pese a que solo ellos conocían esos planes.
Pero consiguieron de ese modo convertir a su padre en un héroe.
Frente al teatro donde murió su padre, y ante su busto, ve a Draifa, que había bajado a comprar y decide ayudarla con el paquete y ella le coge del brazo.
Athos le cuenta que los tres amigos de su padre se habían reunido antes de que él los visitara y acordaron entre ellos lo que debían contarle.
Le pregunta luego cómo era su padre.
Ella recuerda que le ayudo a ponerse una faja y le preguntó si era mejor que su mujer, y como no le respondió le dio una bofetada y le pidió que le enseñara una fotografía de ella.
Recuerda que ella quería una vida normal, pero él estaba con ella hasta las 11, pero a medianoche estaba ya con su esposa. Y ella quería despertarse con él y comer con él y se siente mutilada y lo llama cobarde.
Y, aunque le dijo que cambiaría Draifa comprendió que todo había acabado mientras lo observaba cómo trataban de capturar a un león que huyó del circo, y aquella fue la última vez que lo vio vivo.
La acompaña hasta su casa y, una vez allí le pidió que se sentara en el patio y allí le ofrece una bebida que le lleva una niña, tras la que se queda dormido.
Entre tanto, ella lo arrastró a la sombra, le desabrocho zapatos, el cinturón y botón de arriba.
No despertó hasta la noche.
Vio entonces que se encontraban allí los tres amigos de su padre y Beccaccia, el fascista, y se preguntan por qué Draifa los sentó con su enemigo, que los sigue mirando como entonces y no les contesta ni canta con ellos.
Recuerdan ante él aquel león escapado del circo, que murió debido a una fiebre y su cabeza adornaba una enorme bandeja de comida.
Los tres amigos tratan de hacer que Beccaccia confiese que mató a Athos, pero él no dice nada y deben dejarlo marchar por esa vez.
Athos decide seguirlo, pero cuando llega a la plaza del pueblo lo espera un montón de gente que lo acorrala y debe huir.
Decide borrar el nombre de su padre y la fecha de su muerte de su lápida y quita su fotografía.
Corre luego hacia un campo de maíz y allí llora.
Cuando a la mañana siguiente el hijo del dueño del hostal le sube el desayuno, ve que Athos no durmió allí, por lo que coge uno de sus cigarrillos y se toma su desayuno.
Le cuenta a Athos, cuando llega, que el señor Beccaccia desea hablar con él en el teatro antes de que la gente regrese del cementerio, al que fueron tras el atentado contra la tumba de Athos.
Va a verlo en efecto y Beccaccia le cuenta que cuando estaba vivo, no aguantaba a su padre, y tampoco quiere verlo allí a él, pues le culpan de lo ocurrido en su tumba pese a que él no se mete con los muertos y le asegura que ellos no mataron a su padre. Que no les dio ni esa satisfacción.
Vuelve a insistirle en que se vaya y le asegura que lo de la noche anterior fue solo un susto y una broma.
A la salida del teatro le espera Gaibazzi, muy enfadado por lo ocurrido en el cementerio y le dice que los tres amigos desean hablar con él tranquilamente y lo llevan al camión viejo donde se reúnen.
Teme que vayan a hacerle algo y sale corriendo hasta la casa de Draifa y le dice que se va cansado de Tara, pues todos le mienten y que, de hecho sabe que la noche en que murió su padre ella no estaba en Tara.
Le cuenta que estaba en Mantua porque la envió Athos para alejarla de allí.
Él le cuenta que tuvo miedo de los amigos de su padre, pues cree que el asesino no era un fascista, sino uno de ellos, y su padre lo descubrió y, por miedo a que los matara, lo mataron a él.
Le dice que eso ya no lo interesa, pero ella le dice que no debe marcharse. Que deben vengarse creando un vacío a su alrededor para que tengan el infierno en la tierra.
Él le dice que debe tratar de olvidar, pero ella le dice que no ha entendido nada, y que no puede irse, que ella sola no puede cuidar de esa propiedad y gastar todo su dinero y que llevará a una sobrina de 19 años y serán felices.
Pero él decide marcharse rechazando su propuesta, tras quitarse una chaqueta de su padre que le puso ella y cogiendo de nuevo la suya.
Va hasta la estación dispuesto a coger el tren de las 9 y alejarse, pero por los altavoces de la calle se escucha Rigoletto, que se está representando en el teatro, y que todos escuchan con mucha atención, y él regresa al pueblo.
Una mujer le cuenta que una gitana joven dijo a su padre "en la oscuridad", y en la oscuridad del teatro él murió.
Antes llegó un motociclista que le trajo la carta que le encontraron, aún cerrada y sin leer, donde le advertían: "Si entra en el teatro, morirá".
Athos va al teatro, en uno de cuyos palcos están Costa, Rasori y Gaibazzi frente a él.
Van saliendo uno tras otro del palco y van al suyo.
Él les dice que sabe que fueron uno de ellos. Que su padre se dio la vuelta y se dejó matar por la espalda.
Le confiesan que es cierto, que fueron ellos.
Él dice que lo planearon todo, lo de la gitana, y el motociclista, pero que su padre debió sospechar, y se pregunta por qué se dejó matar, que parece algo fingido, por lo que hubo un acuerdo con ellos.
Le confiesan entonces que fue su padre quien les pidió que lo asesinaran por haberlos traicionado, pues les confesó que había hablado con los carabineros a través de una llamada anónima.
Lo abofetearon y lo llamaron delator, pues confesó que había una bomba en una nave cerca del teatro y la descubrieron gracias a ello.
Lo golpearon por traidor y él les pidió que le llevaran a un lugar alto para poder ver Tara desde allí.
Sabiendo que su nombre era un símbolo de rebelión, está convencido de que, al enterarse de su traición, todo su trabajo se volvería inútil, por lo que les pidió que lo matarán ellos, pues un traidor es nocivo incluso muerto y es más útil un héroe al que la gente pueda amar.
Deben hacer creer por ello que fue asesinado cobardemente por un fascista. Una muerte trágica que haga que la gente lo recuerde y odie el fascismo. La muerte legendaria de un héroe con un gran espectáculo teatral en que todo el pueblo de Tara participaría sin ser conscientes de ello.
Sus palabras se volvieron leyenda.
Copiaba ideas de los libros que leía. De Macbeth copió la historia de la gitana, y la de la carta de Julio César. Y el misterioso motociclista era un primo de Rasori
Lo que no previó es que llegaría él y descubriría la verdad.
Él les dice que le gustaría gritar la verdad y escribirla en las paredes, pero se ve obligada a guardar el secreto porque forma parte de la trama
Invitado por el alcalde acude a un acto en que descubre la nueva lápida de su padre, donde lo invitan a hablar y se pregunta quién era el verdadero Athos Magnani, el héroe o el traidor.
Recuerda a los fieles amigos de su padre lo ayudaron durante la lucha, y que estuvieron juntos hasta el fin para que su muerte a manos de los fascistas sirviera para que odiaran el fascismo.
Recuerda una frase que dice que un hombre está hecho de todos los hombres. Vale por todos y todos por él.
Regresa a la estación para coger el tren hacia Parma, que anuncian que llega con retraso.
Se fija entonces en los raíles y se da cuenta de que están oxidados y cubiertos de hierba, mostrando que no pasó ningún tren por Tara desde hace mucho tiempo y que también él ha quedado atrapado en la telaraña.