Te cuento la película

La extraña pasajera

Now, Voyager (1942) * USA

          También conocida como:
                    - "Lágrimas de antaño" (México)

Duración: 117 min.

Música: Max Steiner

Fotografía: Sol Polito

Guion: Casey Robinson (Novela: Olive Higgins Prouty)

Dirección: Irving Rapper

Intérpretes: Bette Davis (Charlotte Vale), Paul Henreid (Jeremiah Duvaux Durrance / "Jerry"), Claude Rains (Doctor Jaquith), Gladys Cooper (Windle Vale), Bonita Granville (June Vale), John Loder (Elliot Livingston), Ilka Chase (Lisa Vale), Lee Patrick (Deb McIntyre), James Rennie (Frank McIntyre), Charles Drake (Leslie Trotter).

En la mansión de los Vale, de Boston, el mayordomo, William, advierte a las sirvientas de que ya va a bajar la señora, por lo que se aprestan a desaparecer.

El reloj da las campanadas de las 4 y la señora Vale pregunta por Lisa, su nuera, que quedó en ir a las 4 con un invitado.

Llega en efecto esta con el Doctor Jaquith. Lisa cree que Charlotte, su hija, puede estar enferma y desea que el doctor hable con ella, pues es uno de los psiquiatras más importantes del país y accedió a trasladarse de Nueva York a Boston haciendo una excepción, pues él no suele ir a ver a nadie, ya que es la gente la que va a verle a él.

Lisa pide a su suegra que no mencione ante Charlotte la palabra doctor para que no se cierre en banda, tras lo que mandan llamarla.

Cuando lo hacen tira el contenido del cenicero en la papelera para ocultar que fuma.

Mientras baja, escucha a su madre contando al doctor que Charlotte nació cuando ella había cumplido ya los 40 y su marido murió poco después, escuchando cómo la llama su "patito feo", indicando Jaquith que a menudo los hijos tardíos son no deseados y eso los marca.

Reconoce que siempre tomó ella las decisiones.

Cuando llega, observan a la solterona, que lleva unas gafas horribles sobre las que destacan unas cejas muy pobladas, un peinado poco atractivo y un vestido anticuado.

A Charlotte le cuentan que Lisa se encontró con un amigo y lo invitó a tomar el té, viendo cómo, pese a lo que le dijeron, la señora Vale recalca que es doctor, asegurando que no tolerará engaños, y le dice a su hija que piensan que sus accesos de llanto y sus silencios parecen indicativos de que se halla al borde de una crisis nerviosa.

Le cuenta que el doctor tiene un sanatorio en Vermont, Cascades, aunque para ella la simple palabra psiquiatría es vergonzosa para un miembro de su familia.

Charlotte decide retirarse sin hablar, decidiendo Jaquith seguirla, pidiéndole que le muestre su casa, pues dice, quedan ya pocas mansiones así, viendo la majestuosa habitación de la madre, pidiéndole él que le muestre la suya.

Ve que la puerta está cerrada con llave, diciendo ella que pasa allí mucho tiempo, observando el doctor sus manualidades con el marfil y le sorprende por su habilidad.

Aunque sabe lo que persigue el psiquiatra, le muestra un álbum de recuerdos, la mayoría fotografías de un viaje a Europa que realizó con 20 años, con su madre.

Conoció en aquel viaje a Leslie Trotter, un oficial del que se enamoró, pareciendo él corresponderle, pese que pensaba que a los hombres no le gustaban las mojigatas.

Su madre se negaba a juntarse con los demás pasajeros, no se consideraba una vulgar turista, por eso no viajó con los demás pasajeros.

Por la noche dejó a su madre en su camarote y ella pretextó ir a la biblioteca, aunque su madre salió luego a buscarla y no la encontró, y cuando se cercioró de que no había salido, fueron a buscarla, encontrándola con Leslie en el puente de carga, entre bultos y coches cubiertos con lonas, sorprendiéndolos en una limusina besándose.

Ella dijo que prefería que los hubieran visto, pues era feliz, diciéndole Leslie a su madre que quería a su hija y que se habían prometido.

La mujer dijo al capitán que no consentía que un marinero hablara así a una Vale.

Asegura que para su madre ningún hombre es adecuado.

Le hace ver al doctor que va vestida como una monja y es la dama de compañía y sirvienta de su madre, que elige hasta los libros que puede leer.

Cuando baja, Jaquith le dice a la señora Vale que su hija está seriamente enferma por culpa de ella, pues toda persona tiene sus derechos para crecer y desarrollarse.

Llega entonces June, la hija de Lisa, que se burla de su tía al ver que le regaló una de sus cajas de marfil a Jaquith, sugiriendo, a sabiendas de que no es así, que puede tener un romance con él, y al ver que su tía tiembla y le pregunta si es por la resaca, haciendo que Charlotte se rompa, diciendo June que no quería hacerle daño, que siempre sus sobrinos han bromeado sobre ella, pero sin pensar que le hacían algún daño.

El doctor sugiere unas semanas en el sanatorio.

Pasado ese periodo, llega Lisa a Cascades, diciéndole Jaquith que Charlotte está mejor, aunque el futuro la inquieta y debe abandonar el nido.

La encuentran trabajando en un telar y ve que perdió peso, quitándole Jaquith las gafas recordando que el oculista le dijo que no las necesitaba, indicando ella que se siente desnuda sin ellas, decidiendo él rompérselas para que no vuelva a ponérselas.

Lisa le dice que durante su ausencia se llevaron a su madre sus hijos y que ese mes está en su casa.

El doctor le entrega luego unos versos de Walt Whitman, animando al viajero a zarpar y buscar los deseos inconfesos y denegados por la vida.

Algún tiempo después un crucero llega a Nassau, estando inquietos los pasajeros, deseosos de ir a tierra, aunque les indican que deben esperar a una pasajera que nadie vio todavía, pues no había salido de su camarote hasta entonces, la señora Beauchamp, viendo cómo aparece Charlotte, mucho más delgada, con zapatos de tacón alto y un elegante vestido y sombrero, mostrando un cambio profundo al haberse depilado las cejas e ir pintada, llamando la atención de todos.

Antes de bajar le piden que comparta con el señor Durrance su vehículo, y, aunque se siente insegura, recuerda que Jaquith le pidió que dominara las situaciones, ya que él le enseñó la técnica. Y le pide que sea flexible.

Le sorprende Durrance, que le dice que quiere verlo todo, como el típico turista, recordando que es justo lo contrario de lo que decía su madre.

Una vez en tierra, él le dice que debe enviar un telegrama a su esposa, pasándole un cigarrillo mientras se va.

Cuando regresa, el hombre le dice que se siente muy a gusto, pues ha visto que es fácil hablar con ella, que le confiesa que no es Renee Beauchamp. Que la sustituyó y ocupó su plaza en el último momento.

Él se presenta como Jeremiah Duveaux Durrance, y le dice que la gente le llama Jerry.

Ella dice que es una de las Vale, de Boston, pero de las insignificantes y que es la tía. Esa tía que hay en todas las familias.

Él le pide que le ayude, pues quiere elegir unos regalos para sus hijas, diciendo ella que una tía solterona es ideal para esas compras.

Jerry le muestra una foto de su mujer, Isabelle y de sus hijas Beatrice y Tina, viendo que la última tiene gafas y parece tímida, y Jerry le dice que piensa que es un patito feo, preguntándole Charlotte si sabe Tina que no fue deseada, diciendo él que es algo que se acerca a la verdad.

Él le regala un perfume, agradecido por su ayuda en las compras y la cita para tomar un cóctel esa noche antes de la cena.

Baja por la noche, elegantemente vestida, recibiéndola Jerry, que observa, mientras toman la copa, que tiene una nota en la capa. Debiendo reconocer avergonzada que la capa era de Renee, que se la prestó, y al sentirse ridícula decide marcharse.

Él la sigue, topándose al hacerlo con dos amigos de él, Frank y Deb a los que se la presenta como Camille Beauchamp para no dar explicaciones.

Jerry les cuenta que va a Río por negocios.

Ella se marcha y él la sigue. Charlotte le dice que está cansada y cenará en su camarote, pues cree que él querrá estar con sus amigos. Aunque Jerry piensa que le sucede algo.

Ella le pregunta por qué la llamó Camille, diciendo él que es el único nombre francés que se le ocurrió para no revelar que no era Beauchamp, diciendo que fue un cumplido, pues con ese vestido le recuerda a una camelia.

Ella le dice que es una tontería, comprendiendo que no tiene una buena opinión de sí misma, mostrándole ella una foto de su familia para que la comprenda.

En la foto está con su madre, sus hermanos y sus cuñadas, preguntando él por la gorda con las cejas gruesas, diciendo ella que es una tía solterona, para confesarle que es ella. Que es la tía Charlotte. Que estuvo enferma y pasó tres meses en un sanatorio, aunque se siente mejor gracias a él, pues le ayudó a sentir que estaba viva.

Él la despide, pero la cita para el desayuno.

Jerry escribe esa noche una carta a su hija Tina. Le dice que comprende que lloraba cuando se marchó porque la dejaba sola y acaba de descubrir que todas las personas se sienten solas en algún momento y algunas lo están siempre.

Al día siguiente, y mientras Jerry juega con Frank en cubierta, Deb le comenta a Charlotte que hacía años que no oía reírse a Jerry así, y que le sienta bien ella.

Deb le dice que se siente muy enfada de ver lo que su mujer ha hecho de él, diciendo ella que se puede ir si lo desea, diciendo ella que los débiles se aferran a lo que creen apropiado y él se obsesionó con no hacerle daño.

Le cuenta que Isabelle era una de esas puritanas que creían que un beso debía ir seguido del matrimonio y desde entonces vive colgada de su cuello, viéndose él obligado a abandonar la arquitectura, la profesión que amaba por culpa de ella, que, cuando se quedó embarazada vio que esa era su manera de retenerle, mostrándose como una mártir, siendo además muy celosa, diciéndole Charlotte que no tiene muchos motivos para serlo, diciendo ella que no de otras mujeres, pero sí de Tina, la niña que nunca deseó y se queja de los sacrificios que la obligan a soportar.

Se acercan a Rio. El destino de él, que se siente triste por ello, pues el barco de ella sale en tres días, viendo desde el barco el Pan de Azúcar y la playa de Copacabana.

Contratan un coche para que les lleve a cenar con sus amigos, pero el conductor, que no los entiende acaba perdido e internándose por un camino terrible por la montaña, y acaba cayendo el coche por un pequeño desnivel.

Él le pide que busque otro chófer, pues ella debe coger el barco esa noche, y mientras el hombre va a buscar ayuda ellos se refugian en una cueva, debiendo dormir juntos para no helarse a la espera del chófer, aprovechando Jerry cuando ella parece dormida para besarla.

Ella no llegó al barco. De hecho la esperaron durante dos horas.

Tras una llamada, él le dice que podrá incorporarse al crucero en Buenos Aires, si coge un avión, aunque hay otro que sale 5 días más tarde y que llegará allí a la vez que su barco y le aconseja que espere allí con él, pues no conoce a nadie en Buenos Aires.

Ella le dice que él estará ocupado, diciendo él que sus asuntos pueden esperar y, además habían salido de excursión y no llegaron a ninguna parte.

Él le promete que se sentará en otra mesa en el comedor para que nadie adivine que se ha enamorado locamente de ella.

Durante esos cinco días visitan juntos Rio, van a bailar y a comer juntos.

Una noche él la visita yendo a su balcón y le dice que le gustaría que una dicha como esa pudiera perpetuarse en otro lugar, diciendo ella que es inmune a la felicidad, diciendo él que no lo fue aquella noche en la montaña, tras lo que le pide que le diga que también es feliz.

Le dice que él no la ha podido sacar de su cerebro y de su corazón y que si fuera libre dedicaría su vida a demostrarle que no es inmune a la felicidad.

Ella llora y dice que es de gratitud. Que son las lágrimas de una solterona ante las migajas ofrecidas, pues nadie le habló de amor nunca, besándola él.

El día de su partida él va a despedirla llevándole unas flores y le pregunta si volverán a verse alguna vez, diciendo ella que no, que lo prometieron, asegurando él que la echará de menos cada segundo, volviendo a besarse repetidamente antes de su partida.

Algún tiempo después el barco atraca en Nueva York, donde la esperan Lisa y June, pidiéndole Lisa a su hija que sea amable con su tía, mostrándose impresionadas al ver su cambio.

Ven además cómo un numeroso grupo de pasajeros, entre los que June reconoce a Hamilton Hunter, jugador de polo, van a despedirla y a quedar con ella, asegurando el sobrecargo que en esos cruceros no hubo ninguna dama tan popular como ella.

Vuelve a ver al Doctor Jaquith antes de regresar a Boston.

Hasta el mayordomo se queda impresionado al ver su cambio, recibiéndola además la enfermera que cuida de su madre, y que le dice que las tiene como criadas y que varias se fueron ya, habiéndola despedido también a ella al saber que regresaba.

Recuerda que Jaquith le dijo que verla sería un shock y debía darle tiempo para acostumbrarse, viendo que, en efecto su madre se sorprende al verla y la recibe fríamente, diciendo que es peor de lo que Lisa le hizo suponer.

Le dice que invitó a unos cuantos de la familia para cenar esa noche, indicándole el vestido que quiere que se ponga pese al peso perdido, asegurando la madre que ajustaron todos los vestidos con la modista.

Le cuenta también que ha despedido a la enfermera y que ella dormirá en la habitación que fue de su padre, habiendo hecho que cambiaran todas sus casas, mostrándole lo desagradable que fue desmontar su habitación y descubrir todo lo que escondía tras los libros, diciéndole que espera que esa etapa vergonzosa de su vida acabara.

Le indica además que debe llevar las gafas para paliar la impresión de los demás y que se lave y diga que su pelo y sus cejas están así tras una grave enfermedad, y dejará que crezcan lo antes posible.

Le llega un paquete de Nueva York con camelias, aunque sin ninguna nota.

Pese a lo que su madre dispuso, ella vuelve a su antigua habitación y le dice a su madre que puede dormir alguna doncella o una enfermera con ella, indicando la madre que mientras pague las cuentas es quien manda, pues es solo una huésped, pidiendo ella que entonces la trate como tal.

Dice que ha estado tomando sus propias decisiones durante un tiempo y ha vuelto con ella, pero necesita que le dé libertad para decidir dónde duerme, qué se pone o qué lee.

De hecho se pone el vestido nuevo que se compró en Nueva York, habiendo regalado a la modista el vestido que su madre deseaba que se pusiera y se coloca las camelias.

Enfadada, su madre sale y al bajar por las escaleras decide dejarse caer simulando un accidente, consiguiendo así llamar la atención.

Como debe quedarse en cama, es ella quien recibe a los invitados, que se sorprenden al ver su cambio, observándolos June a todos, divertida, asombrándose aún más cuando toma la decisión de que se encienda la chimenea del salón, que ninguno recordaba que se hubiera encendido nunca.

Pasan una velada agradable, e incluso Justine, otra de sus cuñadas la invita a ir a jugar al bridge con sus amigas.

June le pregunta si podrá perdonarla comprendiendo el daño causado.

Lisa le presentó a Elliot Livingston, que antes de marcharse le dice estar seguro de conocerla, diciéndole ella que se conocieron cuando eran niños, pues él era el único que bailaba con ella en la escuela de baile y que debió ser su acompañante en su presentación en sociedad, pero la dejó plantada, asegurando él sentirse avergonzado y que espera que le permita borrar la mala impresión de aquellos tiempos llamándola.

Terminada la fiesta, la señora Vale pregunta por Charlotte, diciéndole Dora, la enfermera, que está furiosa y debe dejar que se desahogue un poco, indicando que puso dos cucharadas de licor y una pastilla para dormir en su leche caliente.

La madre le pregunta cuánto le costó el vestido, diciendo ella que fue caro, diciendo su madre que no desea abonar un artículo que desaprueba en absoluto.

Ella dice que podría pagarlo ella pues ha ahorrado unos 5.000 dólares, diciéndole su madre que no le durarán mucho tiempo si le suspende su asignación mensual.

Ella le pregunta por qué cuando su padre apartó el fondo para sus hermanos no apartó uno para ella, diciendo la madre que era solo un bebé y dejó el asunto en sus manos, y ha tenido todo lo que ha podido desear, apuntando ella que excepto su independencia.

Su madre le dice que allí es ella quien toma las decisiones, aunque le dejará estar en su habitación mientras lo piensa, ocupándose de ella la enfermera como una hija.

Ella dice que se podría haber ganado la vida trabajando como encargada de un restaurante o algo similar, diciéndole la madre que podrá irse si quiere, pero que la risa se le helará en los labios si ella lleva a cabo sus designios, aunque ella asegura no tener miedo, recordándole su madre que si no cambia de opinión, ella será la más rica y poderosa de toda la familia, por lo que debe meditarlo.

Llegada la primavera, y después de algún tiempo, Charlotte escribe a Jaquith.

Dice que entre su madre y ella se mantiene una tregua vigilante. Ella amenaza, pero no actúa y ella está al pie del cañón, pero sin disparar.

Le cuenta que Elliot Livingston se le declaró. Es una buena persona, un viudo con dos hijos adolescentes y su madre la anima a darle el sí, pues daría lustre a su linaje.

Elliot le envía rosas, pero observa que ella siempre lleva camelias aunque no deja que se las regale él, que se queja también de que le mantiene a raya y no sabe sus sentimientos, diciendo ella que favorables, pero es difícil entrar en los dominios de otra mujer, su casa y sus hijos, aunque él indica que podrá rehacerlo todo.

Van juntos a una fiesta, donde, de pronto ve que está Jerry. Le cuentan que está haciéndole un trabajo al anfitrión, George, como arquitecto del centro médico.

Él dice cuando se la presentan que la conoce y pide que le permita adivinar el nombre, diciendo que es Camille Beauchamp, sonriendo él.

Ella disimula y le recuerda que se conocieron en un crucero de placer.

Él le cuenta que ha estado ese invierno en Boston varias, veces, comentando ella que no lo sabía, diciendo él que sintió unos deseos tremendos de llamarla y que incluso pasó por su casa en la calle Marlborough y en una ocasión estuvo a punto de llamar.

Él se enciende dos cigarrillos y le da uno como solía hacer en Brasil.

Él cuenta que lo pasaron muy mal por causa de Tina, a la que tuvieron que internar en un sanatorio, pues el doctor opinaba que no debía estar con su madre, contándole que la llevaron a ver al Doctor Jaquith, tal como le recomendó Camille.

Le dice luego que sigue locamente enamorado de ella.

Cenan con los anfitriones antes de acudir a un concierto, en que Charlotte se sienta entre Elliot y Jerry, al que ella mira mientras Elliot coge su mano, y que le dice que necesita verla y le pregunta si podrá ir a su casa esa noche por 10 minutos

Pero en vez de acudir a verla, la llama por teléfono y le dice que se irá esa misma noche, pues la señora Weston le contó que estaba prometida con su hermano, que, dice es una gran persona y espera que sean muy felices.

Ella insiste en que necesita verlo, aunque él dice que no, decidiendo ella llamar a un taxi e ir a la estación.

Lo encuentra allí, preguntándole él si quiere a Elliot, diciendo ella que no como a él.

Le dice que hizo esfuerzos pensando que no volverían a verse y fue una especie de refugio para ella.

Él dice que hizo mal en enamorarla para luego abandonarla por un equivocado sentido del deber, sin que pueda hacer nada, pues Isabelle depende cada vez más de él, pues está más enferma y además está Tina.

Charlotte le dice que también ella obró mal poniendo su corazón en sus manos pese a saber que estaba casado y no le permitiría tampoco dejarlo todo.

Él dice que volvió a su profesión gracias a ella y comprende mejor a Tina.

Ella dice que todo lo que le dio la ayudó a cambiar. Fue su primer amigo y se sintió orgullosa de haberle enamorado y pese a entrar en una cueva de leones logró superarlo gracias a él.

Se besan antes de que él suba al tren, viéndolo alejarse con lágrimas en los ojos.

Elliot le recuerda que en dos semanas zarparán desde San Francisco, aunque ella dice que es demasiado pronto, que deberían empezar por ir a un pequeño restaurante bohemio, esperando que pierda algunas de sus inhibiciones, y al verla dudosa le dice que si no está segura puede cambiar los billetes por tres e irse con sus hijos, pues ha pensado sobre ellos y cree que puede ser que nunca llegaran a ser felices, lo que ella también cree y le dice que debe casarse con alguien que comparta sus aficiones, pues algunas mujeres no están hechas para el matrimonio y puede ser que nunca se case, aunque le da las gracias por haberla elegido.

Luego piensa que quizá ha sido idiota por haber renunciado a tener un hombre.

Le cuenta a su madre la ruptura de su compromiso porque dice, ella no le ama.

Su madre le pregunta qué piensa hacer con su vida, diciendo su madre que nunca hizo nada para enorgullecerla ni a ella ni a sí misma.

Ella le recuerda que no pidió venir a ese mundo, ni ella tampoco quería que naciera, por lo que, asegura, fue una desgracia para las dos.

Y en medio de la discusión, la mujer pierde de pronto el sentido y muere.

Se siente culpable por la discusión.

Leen el testamento, en que la mujer deja 3.000 dólares para los sirvientes a su servicio y el remanente de su fortuna, intereses y bienes, a Charlotte, aunque esta, debido a su sentido de la culpabilidad indica que necesita ver a Jaquith.

Vuelve a Cascade, donde de inmediato se fija en una joven muy tímida, en la que reconoce de inmediato a Tina, que está triste haciendo un puzle.

Se acerca y dice que le ayudará con el puzle, tomándolo la muchacha por la nueva enfermera que le han puesto para que no vuelva a escapar.

Ella le dice que fue a verla porque le recordó a sí mismo a su edad, 12 años.

Ve que no quiere jugar con otros niños, por no ser la peor, diciéndole Charlotte que con ella hará ejercicio, accediendo la muchacha a ir al pueblo con ella.

la señorita Trask le dice que compartirán el mismo baño y que algunas noches la escuchará llorar, pero debe ignorarla, aunque puede animarla a comer.

Ella le cuenta a la niña que las dos semanas son las peores.

Tina le cuenta que su madre no la soporta en casa, y que cuando se escapó iba a buscar una cabina telefónica para hablar con su padre, para ver si estaba bien.

Al ver su angustia, ella le da dinero para que llame a su padre y le ayuda a hacerlo, pidiendo la conferencia y escuchando a Jerry cuando contesta, aunque no dice nada. Le pasa el teléfono a la niña, que se queda más tranquila tras hablar con su padre, accediendo tras ello a comer un helado.

Cuando la llama la llama Tina, la niña le dice que solo la llama así su padre, todos los demás la llaman Christine, pero que a ella deja que la llame Tina.

Ignorando los consejos de las señorita Trask, cuando escucha llorar a la niña va a su habitación y la abraza, diciéndole la niña que es mala y fea y nadie la quiere, diciéndole ella que hay bellezas más importantes. Una luz interior que sale de ella por su bondad, preguntando ella si le querrán entonces todos los demás, diciéndole Charlotte que ella odia a los demás y le dice que si quiere que le quieran los demás, tendrá que quererlos a ellos, y le dice que ella le quiere y cree que es bonita y muy buena.

La niña le pregunta por qué es tan buena con ella, diciendo Charlotte que porque alguien lo fue con ella cuando lo necesitaba y le cuenta una historia para que se relaje.

Juega con ella al tenis, para enfado de Jaquith que cree que es una entrometida alterando el reglamento y parece que es ella quien lleva el sanatorio dando órdenes a sus médicos o a la señorita Trask,

Ella dice que decidió no tener su crisis nerviosa y cree que no están tratando a la niña como es debido. Que ella estaba orgullosa de él y ahora no.

Ella le hace una proposición. Se ofrece como enfermera para estar al lado de la niña y prestarle atención y que se sienta querida y comprendida y llevarla, cuando él lo autorice a una excursión al bosque.

Él dice que la madre solo quiere librarse de la muchacha y el padre es comprensivo y protector en exceso y le dejó a la niña a su cargo tras una recomendación.

Él le dice que no sabía que el padre de Christine y ella se conocían, pues de haberlo sabido no habría sugerido su vuelta al sanatorio.

Ella dice que la niña la sigue necesitando como unos minutos antes de que el supiera todo, decidiendo el doctor permitirle seguir con ella.

Cuando Tina vuelve a hablar con su padre le dice, ahora con permiso de Charlotte, que la cuida una amiga, la señorita Vale, de Boston, aunque ella se niega a hablar con él.

Salen juntas de excursión y pescan y corretean y juegan en el bosque, y navegan en canoa, durmiendo por la noche al aire libre y preparando la comida, asando patatas.

Le escribe tras ello una carta a Jaquith proponiendo llevar a Tina a Boston en otoño.

La niña le dice que le gustaría que fuera ella su madre, pues no se pasa todo el tiempo diciéndole lo que debe o no hacer y que no quiere llamarla señorita Vale, proponiéndole ella que la llame Camille.

Una vez instalada en Boston reciben la visita de Jerry, acompañado de Jaquith, habiendo preparado Charlotte una fiesta con su familia para la ocasión.

Tina, vestida con un elegante vestido, su primer vestido de fiesta, baja feliz a ver a su padre, encantada al ver cómo le gusta a este, que, mientras la abraza, le dice "te quiero", al oído, aunque mirando a Charlotte.

Jaquith, le dice, tras examinar los planos de un nuevo sanatorio, que la ha nombrado consejera, viéndola apasionada con el proyecto y se pregunta si es la misma mujer a la que unos meses antes no le interesaba nada en el mundo, diciendo ella que no.

Va luego a la biblioteca, adonde fue Jerry, confuso.

Este le dice que ha decidido llevarse a Tina a casa, diciéndole Charlotte que deben esperar a que esté totalmente recuperada, pues Jaquith dijo que no le vendría bien, aunque Jerry le dice que no puede tolerar que un sacrificio como el suyo continúe indefinidamente.

Ella le dice que sus palabras son convencionales y pretenciosas, diciendo él que no puede seguir recibiendo de ella siempre sin poder darle nada, señalando ella que se deja guiar por el orgullo y le asegura que recibir, a veces es una forma de dar y que ella tiene a Tina y cada día tiene ese algo suyo.

Él le dice que sabe que su hija allí es feliz, e incluso le confesó que le parecía quererla tanto como a él, pero él se siente culpable, pues ella no se casó con Livingston porque apareció él y lo estropeó y ahora lo ha dejado todo por su hija en vez de buscar algún hombre que la pueda hacer feliz.

Ella le dice que pensaba que ellos se comprendían de tal forma que no era necesario decirle qué le hace feliz, y para ella, tener una parte de él, fue casi como un milagro y pensó en que incluso se podría convertir en la hija de ambos, aunque fue una sentimental.

Él le dice que pensó que tenía a Tina por piedad, pero se ha dado cuenta de que no es así. Sabe que aún le quiere y que lo suyo no morirá nunca y eso es algo más fuerte que ellos juntos, y trata de besarla, aunque ella le pide que la deje ir.

Le cuenta que Jaquith sabe lo suyo y están a prueba. Y todo depende de su conducta. Que esa visita es una prueba y si no puede resistirla pierde a Tina y lo pierde a él.

Él la invita a fumar un cigarrillo juntos, encendiendo dos para darle uno que fuman uno frente a la otra.

Él le pregunta si podrá ir alguna vez, diciendo ella que cuando lo desee, para compartir con ella algún momento de paz y felicidad.

Ella dice que además podrán mantener una parcela de los dos. Hablarán sobre su hija, rectificando él y diciendo "nuestra hija", y le pregunta si así será feliz, diciéndole Charlotte: "no pidamos la luna, tenemos las estrellas".

Calificación: 3