Te cuento la película

La librería
La librería

The Bookshop (2017) * España / Gran Bretaña

          También conocida como:
                    - "De libros, amores y otros males" (México)

Duración: 115 min.

Música: Alfonso de Vilallonga

Fotografía: Jean Claude Larrieu

Guion: Isabel Coixet (Novela: Penelope Fitzgerald)

Dirección: Isabel Coixet

Intérpretes: Emily Mortimer (Florence Green), Patricia Clarkson (Violet Gamart), Bill Nighy (Edmund Brundish), Honor Kneafsey (Christine), James Lance (Milo North), Harvey Bennett (Wally), Michael Fitzgerald (Mr. Raven), Jorge Suquet (Mr. Thornton), Hunter Tremayne (Mr. Keble), Charlotte Vega (Kattie), Harvey Bennett (Wally).

Una mujer adulta recuerda que Florence Green le dijo una vez, que cuando leemos una historia, la habitamos. Que el libro es como una casa, y lo que más le gustaba en el mundo era, cuando acababa de leer un libro y la historia seguía viva en su cabeza, como un sueño muy real.

Salía entonces a la playa para despejar la mente de todas las sensaciones y emociones que el libro había despertado en ella.

Uno de esos días, mientras estaba en la playa, vio cómo la observaba Edmund Brundish, aunque este enseguida se aleja.

Tras haber guardado un luto de muchos años por su marido, Florence decidió que había llegado el momento de hacer lo que quería, abrir una librería en Hardborough, el pueblo donde vivía, aprovechando que conoció el negocio a fondo en su juventud.

Para ello deseaba adquirir Old House, una vivienda antigua que llevaba 7 años abandonada, y para lo que pidió un crédito al señor Keble, el banquero, conocido por todos como "Cabeza de patata".

En el pueblo todos conocen ya su proyecto, y de hecho el señor Raven, encargado del transbordador pone en duda que la idea sea buena, ya que, según él, en el pueblo solo lee el señor Brundish, que además no saldrá de su casa para ser su cliente.

Realmente, el señor Brundish vivía solo en la casa más antigua de Hardborough y no aguantaba ni siquiera su propia compañía. Detestaba a la gente, pero amaba los libros, aunque odiaba los retratos de los escritores, por lo que los arrancaba y los quemaba.

Conseguido el crédito, y solucionados los más graves problemas de humedad, Florence se traslada a Old House, siendo invitado a una fiesta en casa del General Gamart, a la que acude pese a que apenas conoce a nadie, por lo que ella misma se presenta al general, que le dice que su esposa, Violet estaba muy interesada en hablar con ella.

Tras deambular por la fiesta, sin rumbo, se presenta Milo North, famoso por trabajar en la BBC, que le ofrece una copa y que ya sabe que se instaló en Old House y le pregunta si no ha pensado en volver a casarse, pues sabe también que es viuda de guerra y que no comprende su idea de poner una librería, diciéndole ella que precisamente pensaba que él, por su trabajo en la BBC conocería escritores y que incluso los invitaría a ir allí, algo que él asegura no hace, pues no sabría qué hacer con ellos y le asegura que no pasará por su tienda pese a que le invita a ello, preguntándole por qué se ha vestido de rojo, pues es el color del vestido de las criadas cuando salen en su día libre.

Finalmente se acerca a ella la anfitriona, Violet Gamart, que le dice que todos hablan de su proyecto y le pregunta si no se ha trasladado aún a Old House, diciendo ella que ya lleva allí una semana, recordándole su marido que ha pasado mucho tiempo en Londres y no ha podido controlarlo todo.

Violet le dice que espera ahorrarle muchas decepciones, pues desea ayudarla, diciéndole que hay otras ubicaciones más apropiadas para una librería, pues han ido postergando año tras año y no quieren ver transformada Old House en una tienda, pues creen, debe ser un centro de arte local.

Les responde Florence que negoció la venta del lugar durante más de 6 meses y le extraña que haya alguien en el pueblo que no lo sepa, diciéndole Violet que es ahora cuando tienen a alguien para ocuparse de ese centro.

No era consciente de las consecuencias que le acarrearía su decisión, cuando se marchó de la fiesta harta y arrepentida de haber elegido el vestido de color rojo.

Un día la aborda el pescadero local para decirle que va a jubilarse y que, ya que van a subastar la pescadería, le gustaría llegar a un acuerdo privado con ella, ya que no va a quedarse en Old House, asegurándole que no es ella, sino la señora Gamart, quien busca un local y es a ella a quien debe proponérselo.

Pasa por casa de Milo North. Sabe que es amigo de Violet y está segura de que se refería a él como el próximo director del centro de las artes, aunque no le aclara nada.

Acude a ver al señor Thornton, su abogado para pedirle que acelere los trámites de apertura de la librería, negando de nuevo que haya pensado en abandonar Old House.

Pronto comenzará a recibir los primeros paquetes de libros, viendo cómo el señor Raven le manda a un grupo de chicos para que la ayuden a colocar las estanterías.

Y cuando colocó el cartel de la tienda, fue su momento más feliz en esta.

Wally, uno de los chicos que la ayudaron, le lleva una nota del señor Brundish, aunque ella llega a dudar que este siquiera conozca su nombre, aunque Raven le asegura que la conoce, pues se entera, nadie sabe cómo, de todo lo que ocurre en el pueblo.

Le cuenta también que su esposa se ahogó durante su luna de miel al cruzar la marisma.

En la carta le dice que es un honor que alguien se atreva a abrir una librería en ese pueblo y le desea suerte y le dice que visitaría su tienda si saliera alguna vez, algo que procura evitar, aunque le pide que si da con alguna novedad literaria reseñable se la envíe, indicando que prefiere las biografías de gente buena y las novelas de gente mala.

Raven le dice que a lo mejor necesita algún ayudante y que ha pensado en las hijas de Gipping, y sobre todo Christine, la más inteligente.

Prepara un paquete con Farenhait 451, Poesía de Larkin y Una extraña sensación, de Amis.

Algunos vecinos se ven atraídos por la novedad y acuden a la librería a ojear.

La señora Gamart ve también, con desagrado, la tienda desde su coche.

Se presenta en efecto Christine Gipping, aunque Florence le dice que esperaba a su hermana mayor, respondiéndole la niña que su hermana solo piensa en su novio y con ella no tendrá esos problemas, pues le dan asco los chicos, mientras que su otra hermana cuida de sus hermanos más pequeños. Y, aunque se muestra reticente, pues, le dice, es pequeña y no tiene fuerza, la niña le dice que si va su hermana mayor, faltará la mitad de los días, y su segunda hermana ni irá, y que las apariencias engañan, advirtiéndole que su madre le pedirá que le paga 12 chelines y medio.

El señor Brundish lee Farenhait 451 y tras ello envía una nota a Florence pidiéndole que no le envíe más libros de poesía o novelas pseudocomplicadas, pero que le envíe más libros de Ray Bradbury.

El negocio comenzó a florecer a base de trabajo, diciéndole Christine que le divierte trabajar allí, aunque no le guste leer.

North visita de nuevo la librería tras ver a la señora Gamart, que le asegura acudirá en cualquier momento, pues está convencido de que se muere de curiosidad.

Le pregunta si ya gana dinero, reconociendo Florence que aún no, aconsejándole North un libro que lleva bajo el brazo, que le dice que es el primer volumen, mostrándole "Lolita" de Nabokov, que asegura la hará rica.

Christine advierte a Florence que su estufa de parafina puede ser peligrosa, diciéndole Florence que no si se limpia bien y no se meta el líquido por los dos lados a la vez.

La niña le pide que le deje en su testamento su bandeja china.

Florence le dice que sabe que no le gusta leer, pero debe leer "Huracán en Jamaica", que trata sobre piratas buenos y niños malvados, insistiendo la niña que lo hará si le deja la bandeja china en su testamento.

Ya en su casa, Florence lee rápidamente Lolita y se la envía al señor Brundish, pues dice la ha leído, y está desconcertada y busca su opinión y consejo sobre si lo considera adecuado para su librería y le dice que si no le gusta no es necesario que se lo pague.

Unos días más tarde se presenta la madre de Christine para decirle que el señor Brundish le encargó una tarta de fruta y le pidió que la invitara a merendar en su casa.

La noticia de que ha sido invitada a Holt House se extiende por la población, pareciéndoles muy raro, ya que Brundish siempre deseó conservar su intimidad.

Cuando el domingo acude a casa de su anfitrión para tomar el té, este le dice que tuvo el detalle de hacerle una pregunta seria, lo que agradece.

Le dice que le habrán contado ya que está viudo y que su mujer murió ahogada cuando iba a buscar moras para hacerle una tarta, que es la última versión que circula por el pueblo, pero que él le asegura es mentira, pues su mujer no se ahogó.

Simplemente, en el 6º mes de su matrimonio decidieron separarse y llevan así 45 años, aunque ella, que vive en Londres, sigue viva.

Sabe también que Violet Gamart está muy molesta con su librería, y que parece muy ofendida por algo y desea librarse de ella y no se detendrá hasta que lo consiga, asegurando que gente como ella lo convirtieron en cómo es.

Le dice tras ello que lo que más valora en los seres humanos es el coraje, y ella lo tiene en abundancia y le dice que por ello le gustaría ayudarla, pues hace que vuelva a creer en cosas que creía olvidadas.

Florence decide hacer un pedido de 250 ejemplares de "Lolita", un gran riesgo.

Pero a principios de septiembre de 1959 su abogado le hizo llegar una carta en que le dice que posee una carta de los representantes legales de Violet Gamart debido a que el estado de su escaparate atrae diariamente un montón de personas y se siente agraviada, pues como juez de paz debe realizar sus compras a toda prisa.

Ella le pregunta si ha visto personalmente el escaparate y dice que no ha podido hacerlo, pues llega gente incluso de otros pueblos, indicándole que debe evitar esa aglomeración en la calle antes de que la denuncien y poner fin a la venta de la novela.

Pero de nada sirven las quejas de la señora Gamart, pues interviene la policía y con eso consiguen evitar las aglomeraciones.

Un día, mientras pasea, ve a Milo discutiendo con una joven pues él no desea ir a vivir a Londres, mientras ella se queja asegurando que no aguanta a Violet.

Cuando se topan con ella, la mujer se presenta como Kattie y le dice que trabaja para el departamento de programas grabados de la BBC, sentándose junto a Florence y declinando la petición de Milo de regresar ya a casa.

Le dice a Florence que Milo ya le contó que es viuda, diciéndole ella que su marido murió en la guerra y contándole que lo conoció en una librería en Londres donde organizaron la sección de poesía, conservando aún sus cartas, pareciéndole escucharlo cuando las vuelve a leer.

Kattie le dice que Milo es de esos hombres que no se sabe si esconde un rico mundo interior o la nada.

Violet visita en la ciudad a su sobrino, que promovió una ley que ella le inspiró, para lograr, gracias a la ley, el acceso a lugares con interés público por la que los ayuntamientos podrán recuperar sus propiedades históricas mediante una expropiación para uso público.

Un día llega al colegio local un inspector que dice haber recibido una denuncia porque cree que puede haber alguien que pese a su edad trabaje pese a ser ilegal, debiendo informar la profesora que solo hay una alumna con un trabajo fijo, que es Christine Gipping.

La madre de la niña va a visitarla para excusarse y le cuenta que como no quiere dejar de ganar dinero quizá comience a trabajar los sábados en la nueva librería que pondrá en la pescadería el señor Gosfield siguiendo los consejos de los Gamart.

El negocio cae, pero se niega a deshacerse de él.

Christine visita a Florence y le dice que no quiere ir a esa otra librería.

Florence le regala su bandeja china, y la niña sale corriendo diciéndole a la que fue su jefa que es demasiado buena.

Un día, mientras está en la playa, se acerca el señor Brundish, ante el que debe reconocer lo mal que están las cosas y le pregunta qué piensa hacer, animándola a seguir adelante.

Él le dice que le hubiera gustado conocerla en otra época de su vida, pero hará lo que pueda para ayudarla, incluso ir a hablar con Violet para que ponga fin a su acoso, abandonando su reclusión por ella, aunque él duda que eso pueda servir para algo.

Ella agradecida toma su mano, que él besa, antes de retirarse sin querer llegar a más.

Vuelve a aparecer Milo y le cuenta que Kattie lo dejó para irse a vivir con otro y se ofrece para ser su ayudante, ya que ahora tiene más tiempo libre.

Milo comienza a ir, en efecto, pero la boicotea y cuando lo deja solo cierra la tienda, aunque Christine lo observa y le dice claramente que no le gusta, pues sabe que quiere quitarle Old House a Florence y que tendrá que ir a juicio y le dice a Milo que cuando ella ayudaba a Florence no tenía tiempo de sentarse, como hace él.

La niña se lleva la estufa, que dice es de su madre.

El señor Brundish sale de su casa y de su aislamiento y va a visitar a Violet, a la que le pide que deje en paz a Florence, pues solo quiere conservar su librería y que lo viejo, como Old House no siempre es interesante, pues de lo contrario ellos serían más interesantes y le insiste en que deje en paz a su amiga, diciéndole Violet que debe cumplirse la ley, una ley que él le recuerda no existía un año atrás, y que aprobó su sobrino y aplicable a edificios que hubieran estado vacíos durante 5 años.

Ella le dice que podría facilitarles la acción, pues el pueblo es más grande y hay otros sitios para alquilar.

Saca en consecuencia que no hará nada por evitarlo, por lo que le dice que ha sido repulsiva, es decir, que se ha comportado exactamente como esperaba.

Regresa pues sin haber conseguido su objetivo, sintiendo mientras camina por las calles del pueblo mal su corazón, hasta llegar a caer muerto a la puerta de su casa.

Muerto el señor Brundish, Florence debe desenvolver el último libro de Bradbury que le tenía preparado y que él esperaba con ansia.

Va a visitarla el señor Gamart que reconoce no habló nunca con Brundish, aunque luchó en la Gran Guerra, y le cuenta que el mismo día de su muerte fue a hablar con Violet, según él para felicitarla por su brillante idea del centro de arte.

Ella, indignada, le pide que salga de su tienda y que no regrese nunca y le pide que no se les ocurra ni a él ni a su mujer volver a calumniar a un hombre con tal dignidad y sensibilidad, pidiéndole que no vuelva a pronunciar su nombre y que se olvide del suyo.

Unos abogados le informan de que por la nueva ley el ayuntamiento de Flintmarket ha adquirido Old House, desahuciándola a ella.

Ella pregunta de dónde sacó el ayuntamiento el dinero necesario para ello, diciéndole que hay un benefactor, aunque señalan que si no es habitable, ni siquiera podrá pedir una indemnización, pues la propiedad se asienta sobre un centímetro de agua según una inspección que ella ignora que se hiciese, pero que le expliquen realizó un experto, John Gipping, al que le dejó entrar su empleado Milo, el cual enfermó además debido a la humedad, quedando su salud tan afectada que no puede realizar ningún trabajo.

Ella va a visitar a Milo y le pregunta por qué, señalando que no hay porqués, que se lo pidieron y él aceptó y le indica que si necesita una ayudante Christine está disponible, pues la despidieron de la otra librería tras tratar de venderle Lolita al párroco.

Tras despedirse de la librería, se marchará del pueblo, yendo hasta el trasbordador.

Entretanto, Christine va hasta Old House con la estufa. y rescata el libro que Florence le dijo debía leer, tras lo que va a despedirse de Florence.

Mientras el trasbordador empieza a alejarse, Florence ve a Christine, que comprobamos que es quien cuenta la historia y que recuerda, trató de sonreír al ver su libro.

Pero fue entonces se dio cuenta de lo que Christine había hecho al escuchar las campanas y ve al alzar la vista la llamarada y el humo que salía de su tienda.

Ella consiguió cumplir su sueño y ellos se lo arrebataron, pero lo que ella poseía en su interior, su coraje, no podría quitárselo nadie, y ese coraje, y su pasión por los libros es lo que le dejó en herencia, además de la bandeja esmaltada china.

Al cerrar su librería, Christine cierra su librería y recuerda la razón que tenía Florence al decir que uno nunca se siente solo en una librería.

Calificación: 2