Te cuento la película

Maixabel
Maixabel

España (2021) *

Duración: 115min.

Música: Alberto Iglesias

Fotografía: Javier Agirre Erauso

Guion: Icíar Bollain, Isa Campo

Dirección: Icíar Bollaín

Intérpretes: Blanca Portillo (Maixabel Lasa), Luis Tosar (Ibon Etxezarreta), María Cerezuela (María), Urko Olazabal (Luis Carrasco), Arantxa Aranguren (Carmen), Tamara Canosa, (Esther), Maria Jesús Hoyos (Madre de Ibon).

Tolosa. Julio de 2000

Juan Mari Jáuregui charla con un amigo en un bar cuando dos tipos se le acercan y le dan dos tiros en la nuca, huyendo en un coche donde espera Ibon Etxezarreta.

Su mujer, Maixabel se arregla el pelo y el secador no le permite escuchar el teléfono.

Pero este vuelve a sonar.

Baja a la calle como perdida.

Entretanto María, la hija de ambos está acampada con sus amigos y amigas

Durante su huida, los terroristas escuchan en la radio policial que siguen un Citroën negro con dos hombres, y, de hecho ellos se topan con varios coches policiales, aunque Etxezarreta no se pone nervioso pese a tener que circular tras uno de ellos durante un rato, e incluso lo adelanta, y cuando entran en la autovía escuchan cómo en la radio cambian la información. Ya saben que ni es un Citroën, ni es negro, ni son dos hombres los que van en él, sino tres, que huyen en un Renault blanco tras atentar contra un hombre en el casino de Tolosa.

Cuando las amigas de María llegan a un bar para comprar bebida, ven cómo en televisión informan de que fue abatido a tiros el exgobernador de Guipúzcoa, Juan María Jáuregui, aunque de regreso a la acampada no se atreven a decir nada a su hija.

Maixabel llega al hospital al que llevaron a su marido y le dicen que todavía no tienen noticias, pasándola un amigo a un pasillo para poder estar sola, pues fuera se acumula la gente.

Finalmente sale una doctora que le cuenta que recibió un tiro en la cabeza y, aunque llegó con vida, no pudieron hacer nada.

Llega poco después al lugar de la acampada, y mientras una de las chicas que sabía lo ocurrido hace que todas vayan a bañarse, una tía de María, comprendiendo esta, al ver su actitud, lo que va a decirle, y rompe también ella a llorar.

El coche de los terroristas llega hasta un lugar apartado donde programan su explosión y corren luego por el bosque.

Amigos, militantes y familiares acuden al sepelio.

Los terroristas ven la noticia en el telediario y ven que no sospechan nada, brindando por su primera vez.

Audiencia Nacional. 2004

Los terroristas, tras una mampara gritan diciendo que el juicio es una farsa y que el estado español es fascista frente a Maixabel Lasa, indicando que no declaran porque no reconocen la legitimidad del tribunal.

Centro Penitenciario de Badajoz. 2010

Etxezarreta recibe la noticia de la muerte de su abuelo y le informan que tiene derecho a una visita y si acepta le trasladarán al centro de Nanclares de la Oca, pudiendo elegir si va a la iglesia o a su casa, diciendo que irá con su madre.

Maixabel acude a la montaña donde ve destrozado el monumento a su marido.

Llama a su hija y le dice que el fin de semana no podrá ir a verlos a Huelva porque está con los preparativos de los actos de la memoria y que desea extender la condición de víctimas del terrorismo más allá de los de ETA, diciéndole su hija que eso no le gustará a nadie y que la criticarán ambos bandos, aunque a ella no le preocupa.

Entretanto, Etxezarreta es trasladado a Nanclares con otro miembro de ETA, que le dice que no pensará en quedarse allí, asegurando él que no.

Centro penitenciario de Nanclares de la Oca

El director de la prisión va a saludar a Etxezarreta, que recuerda que lleva en Badajoz 6 años, diciéndole el director que allí tienen un régimen más relajado y le dará el mismo trato que a los demás internos y le anima a charlar con sus compañeros, y luego, si antes de irse desea quedarse lo hablarán, aunque él le dice que no lo hará, aunque el director le dice que sabe que es crítico con la violencia, aunque rechaza ser como los de allí, diciéndole el director que solo le separa de ellos que lo hicieron público y él no.

En el patio, su compañero de furgón no se relaciona con los demás internos, encontrándose él con otro de los compañeros durante el atentado de Jáuregui, Luis Carrasco, y le pregunta por qué está allí y por qué lo hace, respondiéndole Carrasco que por qué no, diciendo Ibon que así solo hacen daño, preguntándole este a quién, respondiéndole Ibon que al colectivo. Que deben ser un bloque y no colaborar.

Luis le dice que ya está en una cárcel y no quiere estar en la de ETA, diciéndole Ibon que él tampoco está de acuerdo con todo, como muchos otros, pero que no hay que irlo diciendo, pues al hacerlo está colaborando y jugando a su juego.

Luis le cuenta que trabaja en la panadería y pide permisos y solo firma lo que piensa.

Ibon dice que él nunca pidió un permiso, diciéndole Luis que prefirió que su abuelo hiciera un montón de kilómetros porque da más pena que las familias se muevan.

El 10 de noviembre se recuerda a las víctimas del terrorismo en Vitoria y habla Maixabel que dice que quiere recordar a las víctimas de ETA y a las de los GAL.

Ibon es trasladado a su casa para estar con su madre, con gran expectación entre el vecindario por el despliegue policial.

Ve en su habitación todos los carteles y pasquines que tenía antes de ser detenido y le pregunta a su madre por qué no tiró todo eso, diciéndole que las dejó la abuela, preguntando si quiere recordar lo imbécil que era y le pide que lo tire todo.

Un día María llama a su madre, que se asusta al ver que no para de llorar angustiada, y le cuenta que han encontrado su nombre al detener a unos etarras y le pide que se ponga escolta y que vaya a casa y se encierre.

Acude al centro penitenciario Esther, una mediadora, que espera reunirse con varios grupos de presos, aunque le informan que decidieron que viera a todos a la vez.

Empieza contándoles que está allí por una carta anónima de uno de ellos que solicitaba encontrarse personalmente con alguna víctima de ETA para poder pedir perdón.

Ibon dice que es la organización la que pide perdón, no ellos, pues ellos se salieron de ETA y no la representan, aunque la mediadora les informa de que no se trata de un proceso colectivo, sino personal.

Otra presa dice que ellos reconocieron el daño causado y la banda les expulsó tras desmarcarse de la lucha armada, diciéndoles la mediadora que nadie les exige nada, que algunos de ellos lo pidieron y ella diseñará los encuentros para las personas que lo soliciten sin que eso suponga ningún beneficio penitenciario, sino personal y pueden optar por reunirse con familiares de víctimas no causadas por ellos pero que también buscan una explicación de lo ocurrido.

Luis pregunta si darán el nombre de los participantes, diciendo ella que no.

Maixabel pasea con su amiga Carmen, también viuda y le dice que si los encuentros siguen adelante se apuntará, aunque no quiere reabrir el duelo de su hija. Que ella y su marido compartían ideales y conocían el riesgo, pero sus hijos son inocentes.

Su amiga le dice que a ellas les mataron el marido, pero, tenían sus hijos y tenían que vivir y ella no cree que sus hijas lo vieran bien, asegurándole que tiene bastante con reunir fuerzas para levantarse cada día, debiendo tomarse 12 pastillas diarias, aunque sí le gustaría decirles a la cara lo que les hicieron, pues sus hijas eran alegres y confiadas y esa parte murió el día en que mataron a su padre.

Maixabel le dice que cuando María le dijo que iba a ser madre no pensó que iba a ser abuela. Solo pensaba que se había salvado, pues si tenía hijos iba a querer vivir y teme volver a causarle alguna inquietud, preguntándole su amiga por qué lo hace entonces, pues solo logrará que se sientan liberados ellos.

Ella pregunta a su vez a su amiga si a ella la ha escuchado alguien fuera de su familia, reconociendo que no, diciendo Maixabel que quiere contarles lo que le han hecho y que la han convertido en algo que no eligió y que está ligada a ellos hasta la muerte y pendiente de lo que digan y hagan, por lo que cree que ellos también deben estar pendientes de ella.

Unos días más tarde se celebra el homenaje a Juan Mari, escoltados por la Ertzaintza. Cantan "Maruxiña" y colocan rosas rojas en el monolito.

También va María con su marido y su hija. Les cuenta a algunos conocidos que probarán a vivir ahora allí aprovechando que la fábrica de su marido cerró, y quieren cambiar tras 11 años en Huelva, aunque un conocido le asegura que si él tuviera hijos no volvería.

Maixabel comenta su decisión de hablar con los presos, aunque sus amigos no lo apoyan, y le dicen que no puede hacerle eso a Juan Mari, asegurando ella que Juan Mari hablaría hasta con quienes le mataron.

Le dicen, ETA está viva y que todos ellos habrían muerto sin sus escoltas. Pero ella les dice que los presos saldrán a la calle en algún momento y es mejor que estén arrepentidos, aunque le dicen que por ayudarlos pude reabrir el duelo a su hija.

Maixabel visita el salón donde asesinaron a su marido. Coloca las sillas en el lugar del suceso y se sienta en la misma mesa, no entendiendo por qué se sentó de espaldas y por qué estaba tan confiado.

Le cuenta a su hija, que la sigue hasta allí, que ella le hubiera dicho que se sentara enfrente. Pero ese día no le acompañó porque quería terminar cosas en casa antes de ir a preparar la cena de la sociedad y recuerda que ese día lo acompañó al garaje y él le contó que había soñado que lo mataban.

Le dice a María que si ella le pide que no vaya a los encuentros no lo hará, aunque ella le dice que haga lo que desee.

Esther, la mediadora, habla con Luis. Este le cuenta que él participó en tres muertes.

Esther le hace preguntas que cree pueden hacerle las víctimas, como si celebró las muertos, o qué pena se habría puesto él de ser el juez, pues a la víctima no le basta la petición de perdón. Que necesitará explicaciones y que se exponga.

Le cuenta que cambió de postura influido por varios factores, entre ellos la convivencia en la cárcel con los dirigentes de su organización, viendo que había estado dirigido por unos mediocres.

Cuenta que entró en ETA por la liberación del pueblo y porque tenía inquietudes.

Ella le dice que lo cuenta como si estuviera predestinado y no tuviera elección.

Ibon comienza a trabajar en la panadería, con Luis y consigue así su primer permiso, viendo en la ciudad cómo dan la bienvenida a los liberados.

También ve frente a su casa una pintada de traidor, donde la o es una diana.

Escucha en televisión que se cumplen 10 años del asesinato de Juan María Jáuregui y ponen su imagen en el monolito conmemorativo.

Ve que en la revista donde se incluyen los presos de ETA ya no figura él desde 5 meses antes, extrañándole que se la sigan enviando, diciendo su madre que le envían también recordatorios de todas las marchas, diciéndole él que no tiene que ir.

Sale por la tarde y ve a algunos de sus antiguos amigos, observando que no le hablan, diciéndole uno de ellos que no están de acuerdo con lo que ha hecho, recordándole él que sigue dentro y le quedan 20 años y lleva ya 10 y la última vez que se vieron él le dijo que no le importaba que dejara la organización y lo defendió, y que cuando le detuvieron cumplió 4 años y se convirtió en héroe sin hacer nada, mientras que él mató a 4 personas.

Regresa enfadado a prisión y le dice a Luis que no piensa salir de permiso nunca más.

Luis le dice que la primera vez volvió como él, pero ahora sale y no mira a nadie, pues no le importan a nadie y por eso hará todo lo bueno que pueda hacer.

Maixabel recuerda la llamada del día del atentado y llora mientras se acerca a las puertas de la prisión donde tendrá lugar su encuentro, acudiendo con Esther y con el director de la prisión.

Recuerda mientras espera cuando en el juicio los asesinos les llamaban farsantes

Luis le dice durante el encuentro que quiso verla porque ahora le importa lo que siente y quiere que sepa que él sabe que lo que hizo fue una monstruosidad.

Le pregunta si sabía a quién mataba, asegurando que no sabía nada de él. Que le llegaba un objetivo del que no sabía nada y su marido era uno más y era fácil, pues no tenía escolta y no entendía lo que provocaba.

Ella le cuenta que Juan Mari era abierto y dialogante.

Él confiesa que solo sabe que fue gobernador civil, contándole ella que Juan Mari contribuyó a esclarecer lo de Lasa y Zabala y declaró contra Galindo y por eso no sabía si lo mataría antes Galindo o ETA.

Él recuerda que cuando entró en ETA era una persona fanática y que, aunque no fue él quien disparó, es igual de responsable, pues lo echaron a suertes y, de hecho, a él le tocó el anterior.

Le pregunta por qué no lo mataron el sábado anterior, en que estaba ella con él, diciendo él que lo aplazaron, pero que si no hubiera sido ese, sería el siguiente, diciendo ella que el siguiente no, pues estaría ya en Chile, a donde lo mandaron cuando dejó de ser gobernador civil porque seguía amenazado y donde llevaba dos años, aunque regresaba cada tres meses un mes entero.

Le cuenta que tras su muerte siguió llamando a su móvil de Chile para escuchar su voz en el contestador hasta que dejó de funcionar.

Le pregunta por sus compañeros, diciéndole que Ibon está allí, aunque no ha pedido encuentros y reconoce que se conocían desde niños, aunque ahora son solo compañeros, no amigos, porque no lo soporta, porque no soporta lo que hizo.

Del tercero no sabe nada y dice que sospechaban que enviaba información sobre ellos a la organización, pero que a él la cárcel le salvó, pues fuera hubiera seguido matando, mientras que allí tenía tiempo para pensar sin poder esconderse de sí mismo y le pesan sus muertos y los de los demás y se levanta y se acuesta con ellos cada día.

Maixabel le cuenta que a ella la rompieron y ya no tiene alegrías plenas en la vida, aunque espera que María sí las tenga, pues es fantástica y no se ha convertido en alguien que odie.

Sale del encuentro llorando.

Entretanto, María está divirtiéndose con sus amigas en un bar, bebiendo y bailando sin hacer caso de las llamadas perdidas de su madre. Confiesa, de hecho, que no se atreve a volver a casa, pues su madre estuvo hablando con el asesino de su padre.

Le cuenta al día siguiente que vio que el hombre estaba verdaderamente arrepentido y eso es reconfortante, como si todo hubiera acabado y pudiera ser Maixabel de nuevo.

Su hija la invita a salir con ella a pasear a su nieta, pero no puede hacerlo porque despidió ya a los escoltas y su hija no le permite salir sin ellos, pues, le dice, el hombre con el que habló no representa a nadie, y hay muy pocos arrepentidos.

Ibon le pregunta a Luis cómo le fue con ella y si le preguntó por qué no fue él, aunque no le cuenta nada.

Ibon empieza a recopilar información sobre Maixabel y vuelve a pasar por el lugar del atentado, y cuando consigue salir con permiso, sale por la noche a las tres de la mañana para correr, algo que preocupa a su madre, a la que le dice que no puede dormir y le cuenta que Luis estuvo con Maixabel y le dice que él también va a hacerlo, diciéndole su madre que ojalá los abuelos hubieran visto su cambio.

Él recuerda que una vez escondió una pistola entre la ropa y al día siguiente no estaba y la abuela era la única que entraba a ordenar y estuvo como muerta en vida varias semanas y por eso un día le dijo que no era suya, sino de un amigo.

Ella lamenta que no le dijeran nada, recordando él que ella y su padre estaban en Alicante y no hubiera solucionado nada y lamenta llevar una vida de mentiras.

Cuando va a hablar con el director, este le informa que se cancelaron los encuentros por Instituciones Penitenciarias porque piensan que el único arrepentido es el que delata. Le dice luego que dentro no puede hacer nada, pero que lo que haga en sus permisos es cosa suya, sintiéndose él muy frustrado tras escucharle.

María va a visitar también el monolito de su padre y tira las flores ya secas y a su vuelta su madre le cuenta que también Etxezarreta le escribió una carta para reunirse, y que tendría que ser durante un permiso y en la calle y no sabe qué hacer.

María le dice que ella no va a ir, pero le agradece que vaya ella, pues los asesinos eran considerados héroes y cuando iban al cole veían sus fotos en las paredes, y si ahora no salen con un homenaje, sino arrepentidos, quizás les escuchen más a ellos.

Le dice que le parece increíble que el hombre que más daño les hizo piense ahora de forma muy parecida a ella.

Acude, en efecto, a la reunión, esta vez en casa de Esther, que le advierte que pueden parar en cualquier momento o buscarle otro etarra, aunque ella le dice que no lo hace por él, sino por ella.

Ella le pregunta a Ibon por sus padres, diciéndole él que su madre vive y que es a la única que ve y que era anti ETA y no sospechaba nada hasta que lo detuvieron.

Recuerda que se fueron a Alicante y él decidió regresar a Euzkadi con sus abuelos.

En Alicante estaba en un comité internacionalista de apoyo a Nicaragua e idealizaban todos los movimientos guerrilleros y soñaba con una Euskal Herria independiente y socialista y al regresar se metió en el comité de Gestoras Proamnistía y luego en Jarrai y luego en ETA, aunque asegura que llegaron sin que nadie les buscara.

Maixabel le pregunta si sabía que Juan Mari también estuvo en ETA. Era estudiante de Sociología durante el Proceso de Burgos y lo detuvieron y metieron en la cárcel de Basauri cuando ya estaban juntos, pues lo estaban desde los 16 años.

En la cárcel conoció a gente de Comisiones Obreras y de UGT y se metieron en el Partido Comunista, pues Juan Mari nunca estuvo de acuerdo con la violencia.

Ibon dice que en aquel momento él pensaba que estaban en una guerra y no importaban los muertos y que luego, cuando comenzaron a cuestionar los objetivos, una vez dentro, ya no había marcha atrás.

Él pensaba que caerían pronto como otros comandos, pues eran unos pardillos, aunque duraron y empezaron a llevar una doble vida, en el trabajo, con su novia, y sus abuelos y cuando le detuvieron fue como quitarse un peso de encima y empezó a pensar en lo que había hecho y lamenta que no le detuvieran al principio.

Maixabel le cuenta que cuando le mataron, Juan Mari acababa de pedir destino en Jordania y ella iba a ir con él, pues había pedido la excedencia y María, que había cumplido 18 años dos días antes, estaba estudiando en Huelva y se había venido para celebrarlo con él.

Ibon le dice que siente que no pudieran cumplir sus planes y haber dejado a su hija sin su padre, aunque ella le dice que en realidad ya le habían dejado sin él mucho antes y recuerda que al día siguiente del asesinato llamó un compañero de María desde Huelva porque estaban preocupados al ver que el asesinado tenía su mismo apellido y ella no les había contado nada.

No hablaban de que estaban amenazados, ni de que tenían que mirar bajo el coche, ni de las pintadas, ni los silencios y miradas, y hubo un primo que estaba en el ayuntamiento de Legorreta que fue incapaz de condenar el atentado de su tío y sus amigas nunca sacan el tema. Asegura que nada es normal.

Y luego le tocó a ella llevar escoltas, preguntando Ibon por qué.

A ella le ofrecieron dirigir la Oficina de Víctimas del Terrorismo y ella la abrió a las víctimas de otras violencias como el GAL y cree que por eso está amenazada, porque se metió en una parcela de ellos.

Ibon le cuenta que su abuela le hacía llegar los recortes y lamenta que muriera sin saber que había cambiado.

Ella pregunta si fue eso lo que le hizo cambiar, diciendo él que eso y otras cosas.

Reconoce que al principio se alegraba de los atentados, porque tenían que agarrarse a eso para no dejarse caer, hasta que llegó un momento en que no pudo más y se dio cuenta de que era un monstruo y no sabe cómo dejar de serlo hasta que vio que podía pedir perdón.

Maixabel le dice que prefiere ser la viuda de Juan Mari que su madre, diciendo él que preferiría ser su madre que su asesino, no pudiendo sujetar las lágrimas.

Maixabel pasea por la playa acompañado por sus escoltas.

Ibon, por su parte sigue en la panadería trabajando con Luis.

20 de octubre de 2011

ETA da a conocer su decisión de declarar el cese definitivo de la lucha armada.

Maixabel llora emocionada, al escuchar a su hija, y dice cuando cuelga, "lo conseguimos, Juan Mari".

Todos los periódicos salen con grandes titulares al día siguiente.

Arriba, frente al monolito de Juan Mari, familiares y amigos suben para honrar su memoria y la de las demás víctimas.

Ibon compra un ramo de claveles, todos rojos, menos uno, que es blanco.

Maixabel le espera y sube con él en el coche y le dice que irá con él.

Ibon le cuenta que hay 10 claveles rojos que representan el pasado, y uno blanco que indica el momento que empieza ahora y recuerda que el día del asesinato él conducía por allí, pero no reconoce nada, y ahora la lleva a ella, casi a la misma hora.

Le pregunta a ella si saben que va, diciendo ella que algunos.

Los ven llegar juntos, no pudiendo algunos de ellos creer que acuda con el asesino

Ella los saluda a todos y les da las gracias por acudir y les presenta a Ibon como uno de los asesinos de Juan Mari y que le pidió estar con ellos para recordarle.

Les dice que sabe que les duele, pero que aguantarán porque saben cómo pensaba Juan Mari.

Él se acerca al monolito y coloca de rodillas los claveles junto a este, antes que el resto de sus amigos, entonando uno de ellos un himno que cantan todos, incluido Ibon, que no puede reprimir las lágrimas.

Calificación: 4