Te cuento la película

Sin novedad en el frente

Im Westen nichts Neues (2022) * Alemania / USA / Gran Bretaña

Duración: 147 min.

Música: Volker Bertelmann

Fotografía: James Friend

Guion: Lesley Paterson, Ian Stokell, Edward Berger (Novela: Erich Maria Remarque)

Dirección: Edward Berger

Intérpretes: Felix Kammerer (Paul Bäumer), Albrecht Schuch (Stanislaus Katczinsky / "Kat"), Aaron Hilmer (Albert Kropp), Daniel Brühl (Matthias Erzberger), Moritz Klaus (Frantz Müller), Edin Hasanovic (Tjaden Stackfleet), Adrián Grünewald (Ludwig Behm), Devid Striesow (General Friedrichs), Thibault de Montalembert (Mariscal Ferdinand Foch), Andreas Döhler (Teniente Hoppe), Sebastián Hülk (Comandante Von Brixdorf)

Los disparos impactan en un barrizal donde se amontonan cadáveres de soldados muertos frente a las trincheras alemanas situadas en territorio francés, ordenándose a los soldados que salgan de la trinchera y se lancen contra el enemigo.

Los soldados avanzan hacia un enemigo, cayendo por decenas, siendo uno de los soldados, el joven Heinrich Gerber, que ve, horrorizado, cómo van cayendo a su lado sus amigos y compañeros, por lo que trata de esconderse, cargando finalmente contra un soldado francés al que apuñala, antes de caer él mismo muerto.

Al día siguiente se apilan los cadáveres a los que quitan las botas y los uniformes, que deberán reutilizar otros soldados, antes de enterrarlos en una fosa común.

Los enormes fardos de ropa son lavados tras ello para tratar de quitarles la sangre y son remendados por decenas de costureras para su reutilización.

Norte de Alemania, primavera de 1917. Tercer año de guerra

Paul Bäumer, un muchacho de 17 años llega en bicicleta a clase, reuniéndose con sus amigos, todos decididos a alistarse para ir al frente, aunque Paul lamenta que sus padres no le han firmado el permiso para hacerlo, ofreciéndose un amigo a firmarlo él como si fuera su padre, decidiendo hacerlo él mismo, pues no quiere quedarse solo allí.

Más tarde, los estudiantes escuchan el enfervorizado discurso patriótico de un profesor que les dice que el Kaiser necesita soldados y no niños y que está seguro de que la mayoría volverán, alguno con una cruz de hierro, animándolos a ser dignos de vestir sus uniformes, asegurándoles que atravesarán las líneas enemigas y en unas semanas marcharán sobre París, pues son la mejor generación de Alemania, aplaudiendo todos los muchachos entusiasmados.

Paul se alista junto con sus amigos Albert Kropp, Franz Müller y Ludwig Behm, recibiendo en ese momento sus uniformes, viendo Paul que en el suyo está la etiqueta con el nombre de Heinrich Gerber, diciéndole el alistador que aquel debió devolverlo porque le quedaba pequeño.

Todos se muestran entusiasmados de poder servir a su país en el frente, marchando hacia este cantando felices y animados.

La Malmaison, Norte de Francia. A 25 km. del frente Occidental.

Ya en el camión, un teniente les pide que cuiden y tengan limpio su fusil y les da la bienvenida al 78ª Regimiento de Infantería de Reserva, en el frente occidental.

Enseguida tendrán contacto con el horror que les espera, cuando su camión es requisado por un capitán médico que necesita el vehículo para transportar a 40 heridos, debiendo ellos llegar a su destino a pie, mientras escuchan muy cerca el sonido de los cañones, debiendo colocarse las máscaras antigás.

Con ella Paul no ve bien y se despista, asegurándole el oficial al mando, que le obliga a seguir con la máscara hasta las trincheras, que morirá antes de amanecer, designándolo para hacer guardia esa misma noche.

En las trincheras los tiroteos no cesan, comentando otros soldados más veteranos que no pudieron descansar en toda la noche pues les bombardearon.

Y les ordenan nada más llegar que comiencen a achicar agua con sus cascos, comentando Ludwig que no es así como se lo imaginaba y que ya no siente las manos, aconsejándoles el veterano a Stanislaus Katcinzky, "Kat" que se las metan en sus partes para calentarlas, haciéndolo todos ellos.

Kat ya había ayudado a Paul antes dándole agua y le dijo que cuando se le da poder a un hombre se convierte en una bestia, augurando una noche muy dura.

Por la noche, en efecto Paul debe hacer guardia con Albert, escuchando extraños ruidos, diciendo Paul, emocionado, que pueden ser sus primeros franceses y dispara pese a no ver nada, siendo él quien reciba un balazo, del que le salva el casco, cayendo asustado.

Le explican que dispararon porque vieron su fogonazo y les aconsejan que se muevan 10 metros y que, cada vez que disparen se agachen.

Comienzan poco después bombardeos y deben refugiarse en el búnker, estando todos los novatos aterrados, llorando Ludwig aterrado, diciendo que quiere irse a casa, mientras pregunta si permanecerán todos juntos.

Uno de los muchachos decide salir, asustado, viendo cómo una bomba acaba con él y cómo el fuego se centra en el búnker que deben abandonar, acabando Paul sin sentido y bajo los escombros.

Cuando, a la mañana siguiente recobra el sentido, ve que están quitando los tablones bajo los que quedó, habiendo tenido la suerte de salvar su vida, viendo al salir decenas de cadáveres de otros soldados que no tuvieron tanta suerte.

Kat le da un trozo de pan, antes de empezar, por orden de su superior a recoger las chapas identificativas de los fallecidos, diciéndole Kat que estar ocupado ayuda.

Mientras recoge las chapas pisa algo que cruje, comprobando que se trata de las gafas de Ludwig, al que logra localizar, reconociendo su cadáver, mutilado, debiendo hacerse también con su chapa sin poder contener las lágrimas.

Luego hacen un listado con todas las chapas recogidas con los nombres y fechas de nacimiento y ciudad de cada uno, chicos que tienen la mayoría entre 17 y 20 años.

Alto mando del ejército. 7 de noviembre de 1918

El oficial alemán Matthias Erzberger lleva un informe al mariscal de campo donde dan cuenta de que hubo más de 40.000 muertos en las últimas semanas, lo que cree, debería convencer al Estado mayor de que deben empezar a negociar el armisticio, siendo recibido luego en el Estado mayor del ejército.

Champaña, Francia. Territorio ocupado

Kat y Paul se acercan a una granja, comentando el primero que ha calculado que a ese ritmo tardarán 180 años en ocupar toda Francia.

Al llegar a la granja escuchan gallinas y señalan que vale la pena morir por eso, debido al hambre que pasan, por lo que Kat salta la tapia, mientras Paul vigila fuera, escuchando a los perros y a alguien que persigue a su compañero, que sale con un ganso, y, aunque les disparan, consiguen huir.

Son recibidos como héroes por sus compañeros, cerrando todo para que los demás no lo huelan, disfrutando por una vez de algo diferente, tras lo que cantan contentos.

Un día, mientras descansan, ven a un grupo de tres mujeres francesas que pasa cerca con un carro y se quedan extasiados observándolas tras mucho tiempo sin ver una, yendo Franz a saludarlas, viendo sus compañeros cómo se aleja con ellas.

En sus ratos libres, comentan lo que les gustaría hacer cuando acabe todo, diciendo Tjaden que se quedará en el ejército, pues en tiempos de paz no falta cama ni comida.

De cuando en cuando les llega también el correo, debiendo leerle Paul a Kat las cartas de su mujer, ya que es analfabeto, enterándose así de que tuvo un hijo que murió.

Kat le dice que algún día volverán y tendrán que seguir viviendo, y todos querrán saber si lucharon cuerpo a cuerpo y serán como pasajeros en un viaje del pasado, lo que le lleva a preguntarse si no sería mejor quedarse allí con sus compañeros.

Cuando vuelve, Franz les habla de la gran noche que pasó con la mujer francesa y les muestra un pañuelo que esta le regaló y que pasa a sus compañeros para que lo huelan.

Al día siguiente deben levantarse a las 6 para ir a buscar a una compañía que tendría que haber regresado y no lo hizo.

Llegan a un lugar arrasado por morteros, encontrando a sus compañeros en una estancia, todos muertos debido a un ataque efectuado con gas, habiendo muertos debido a que se quitaron las máscaras antigás demasiado pronto.

Compiègne, Francia. 8 de noviembre de 1918

Un lujoso tren avanza a toda velocidad, con Matthias Erzberger como jefe de la delegación alemana hacia el Bosque de Compiègne para negociar el armisticio.

Entretanto, el general Friedrichs recibe una información de que los franceses van a aumentar la presión y que interceptaron órdenes que informan del traslado de divisiones enteras a Latierre y de que hay una flota de tanques en Fernancourt, por lo que deben prepararse para un ataque.

Friedrichs asegura que la socialdemocracia está vendiendo a la patria, tras enterarse de que han enviado a una delegación alemana para negociar un alto el fuego, aunque asegura que seguirá luchando entretanto. Que deben aguantar y esperar nuevas tropas, pues los franceses están intentando imponerles condiciones vergonzosas, asegurando que él no piensa capitular y que atacará con todas las fuerzas.

Y así, mientras el tren llega al Bosque de Compiègne, el regimiento de Paul es enviado al frente, y mientras Erzberger y su equipo se reúnen con el Mariscal Ferdinand Foch, en las trincheras, los soldados se preparan para la lucha.

Erzberger pide a Foch el cese de las hostilidades mientras duran las negociaciones, lo que aquel rechaza.

Erzberger dice que esperan sus propuestas para lograr un alto el fuego definitivo, aunque el Mariscal dice que no tiene ninguna propuesta para ellos, por lo que preguntan por las condiciones, diciendo el Mariscal que deben pedirlo formalmente, pidiendo en efecto Erzberger el armisticio, entregándoles entonces un dosier con las condiciones, indicándoles que tienen 72 horas para aceptarlas y que no son negociables, y que la guerra proseguirá hasta que firmen, pidiendo Erzberger que no deje que pasen 72 horas, pues están muriendo hombres, diciéndole Foch que firme entonces.

En las trincheras, se da orden a los soldados de avanzar, debiendo salir de las trincheras y avanzar hacia el enemigo, mientras los disparos de fusiles, ametralladoras y artillería se ceban sobre ellos, que caen a montones.

Desde uno de los cráteres abiertos por la artillería, Paul lanza una granada y consigue tras ello llegar, junto con otros hombres, hasta la trinchera enemiga, donde luchan cuerpo a cuerpo, lanzando granadas al interior de los bunkers, haciendo un breve receso cuando entran en uno de ellos, al encontrar en él comida, sobre la que se lanzan con ansia hasta que notan cómo empieza todo a moverse y las ratas huyen en masa, por lo que toman posiciones en la trinchera recién tomada, viendo que ahora son los tanques los que se dirigen hacia ellos, y aunque abren fuego, estos siguen avanzando, pasando por encima de las propias trincheras persiguiendo al ejército alemán mientras se retira a sus trincheras previas.

Tras los tanques avanza la infantería llevando lanzallamas con los que abrasan a los hombres que quedaron dentro de la trinchera francesa, por lo que ordenan la retirada.

Mientras huye, Paul puede ver cómo muere calcinado por los lanzallamas, Albert.

Reciben la orden de retirarse hasta Eguisac, a 2 km, donde se reagruparán, debiendo cargar con las armas y munición.

Entretanto, los negociadore piensan que los franceses no están negociando, sino imponiendo, y se plantean que tal vez deban volver a Spa y consultarlo con el Estado Mayor, aunque Erzberger dice que el desenlace sería igual de malo, y espera ahorrar centenares de muertos, aunque las exigencias son demasiadas, pues quieren Alsacia-Lorena, ocupación del Rin, cañones, locomotoras, trenes y una capitulación total.

Pero Erzberger les hace ver que 250.000 estadounidenses desembarcan cada mes en Europa y perdieron ya Marne, Cantigny, Cambrai, y solo el orgullo les impide un alto el fuego y dice que ahora les toca deshacer el entuerto en que los generales les metieron.

Pero algunos indican que sin trenes ni provisiones les arrollarán los bolcheviques y los hombres morirán de hambre en el camino en vez de morir con honor.

Erzberger dice que su hijo cayó en la guerra y no siente ningún honor y pide que envíen las condiciones al cuartel general e informen al gobierno, indicando que deben intentar ablandar las condiciones, pero que deben firmar la paz.

En el frente, entre tanto, los soldados alemanes huyen, ahora acosados también por la aviación, cayendo Paul en uno de los cráteres abiertos por las bombas, observando que es imposible salir de allí, pues al colocar su casco en un palo, le disparan.

Pero no está solo. Junto a él hay un soldado francés al que se enfrenta a cuchilladas, no soportando su agonía, y llora amargamente al verlo, por lo que vuelve junto a él para ayudarlo. Con el pañuelo empapado le da agua y luego trata de taponarle la herida, aunque acaba muriendo, pidiéndole él perdón.

Coge su cartera, y ve las fotos de su mujer y su hija, viendo en su documentación que era tipógrafo, y se la guarda y le promete que se lo enviará a su mujer.

Fuera ya no se escucha nada, y cuando sale, todo es desolación y muerte.

El general Friedrichs cena con el Comandante Von Brixdorf, contándole este que cuando la guerra acabe se hará cargo de la fábrica de sillas de montar de su padre.

El General cuenta que su padre fue oficial en ese mismo regimiento y luchó en las tres guerras de Bismark y ganó las tres y marchó sobre París y regresó como un héroe, y lamenta que él nació demasiado tarde, pues es militar y pasó medio siglo sin guerras y un militar sin una guerra no es nadie.

Erzberger lee en un diario francés la noticia de la abdicación del Kaiser Wilhelm II, recibiendo una carta de Hindenburg en que les instan a que firmen cuanto antes.

La noticia del fin de la guerra corre entre los soldados, que lo celebran contentos.

Paul llega en medio de ese ambiente de euforia, pues todos comentan que están negociando y que regresarán pronto a casa.

Nervioso y temiendo por lo que les hubiera podido pasar a sus amigos tras la batalla, corre a la enfermería, instalada en la iglesia, donde, entre decenas de heridos tirados en el suelo, encuentra a Tjaden, al que hirieron por encima de la rodilla y que dice que no siente nada, tratando Paul de animarlo diciéndole que se irá a casa, preguntando él como va a ser policía militar sin pierno, diciendo que no dejará que le amputen el hueso y convertirse en un lisiado.

Tjaden le entrega tras ello el pañuelo que guardaba de Franz, comprendiendo que este también murió, diciéndole Tjaden que debe ser fuerte, pues está vivo y debe dar las gracias por ello, colocándose Paul el pañuelo en el cuello.

Se encuentra luego, aliviado, a Kat y se abrazan tras comprobar que ambos están vivos.

Ambos van a llevar comida a Tjaden para comer los tres juntos, aunque cuando le entregan los cubiertos Tjaden se clava el tenedor en el cuello hasta morir para horror de sus dos amigos que no consiguen hacer nada para evitarlo.

Paul recuerda que su madre quería que aprendiera francés y piano y no quería que fuera a la guerra y le decía que eso no era para él y que no duraría ni un día y él quiso demostrarle que podía y que entraría en París. Y ahora no podrá olvidar esos dos años, ni podrá librarse de ese hedor, pues Ludwig, Franz y Albert murieron.

Kat le dice que están en paz y ellos están vivos. Que ninguno de ellos quería la guerra, pero se metió medio mundo en ella mientras Dios miraba cómo se mataban.

Paul dice tener miedo de lo que les espera.

Se reúnen nuevamente los negociadores y Erzberger informa de la abdicación del Kaiser, señalando que los soldados se niegan a obedecer las órdenes, habiendo desertores merodeando por el campo, y asegura que el nuevo gobierno hará todo lo posible para cumplir con las obligaciones impuestas, aunque temen que el pueblo viva hambrunas y anarquía, diciendo el Mariscal Foch que esa es la enfermedad de los vencidos y no le preocupa, por lo que rechaza cualquier compromiso, pidiéndole Erzberger que sea justo con su rival o hará que este aborrezca la paz, aunque Foch no quiere que hablen de justicia y le pide que firma, lo que, en efecto hacen, haciendo constar que el armisticio tendrá efecto en 6 horas, a la undécima hora del undécimo día, del undécimo mes.

El general Friedrichs ve a los soldados huyendo y pide que retire a los reclutas de todas las posiciones y los reúna en el patio, pues piensa arreglar ese desastre.

Kat se queda extasiado frente a la ventana escuchando el silencio tras mucho tiempo e informa a Paul de que se acabó la guerra.

Salen juntos de nuevo, diciéndole Kat que sueña con la próxima Navidad junto a su mujer, con la que quiere tener otro niño.

Paul le dice que estarán juntos, aunque Kat le dice que él es zapatero, y no tiene estudios como él, y le exige que vaya a la universidad y no sea como él, que ni siquiera sabe leer una carta y tiene que leérselas él.

Caminan por el campo nevado hasta la granja donde robaron el anterior ganso, dispuestos a volver a hacerlo, siendo esta vez Paul quien salta la valla, esperándole fuera Kat.

Pero cuando está en el gallinero y trata de coger un pato se queda paralizado al ver a un niño que tras descubrirle, le deja encerrado.

Kat, ignorante de lo que pasa, trata de calentarse las manos metiéndolas en su entrepierna como enseñó a hacer a Paul y a sus amigos cuando los conoció.

Escucha entonces al perro y ve, entre los tablones a un hombre que corre hacia el gallinero, del que pese a todo Paul consigue escapar.

Los dos amigos salen corriendo mientras el granjero les dispara, consiguiendo finalmente dejarlos atrás, y aunque acertaron a uno de los huevos que robó, baten los otros y se los toman crudos y disfrutan de ellos.

Se sientan a descansar un momento, internándose Kat en el bosque para hacer pis, viendo, de pronto, al girarse, al muchacho de la granja, apuntándole con su escopeta.

Paul escucha el disparo y va a buscarlo, viendo que le disparó en la tripa.

Paul le ayuda a caminar de regreso al cuartel, pues aunque la escopeta era de poco calibre está débil, aunque consiguen llegar al cuartel.

Allí, agotado, pide la ayuda de un médico, pero cuando este lo examina, le dice que está muerto, no pudiendo Paul creérselo, pues era una herida muy pequeña, diciendo el médico que así era, pero que le llegó directamente al hígado y contaminó sus órganos.

Él insiste en que está inconsciente y dice que no puede ser, pues un momento antes estaba hablando con él, diciéndole el médico que tuvo mala suerte, tan cerca del final.

Fuera, los demás soldados están felices al ver tan cerca el regreso a sus casas.

Reunidos todos los soldados en el patio, avanzan hasta el balcón del general, que les dice que tienen que ver cómo los socialdemócratas alemanes dejan indefenso a su pueblo aceptando un armisticio perverso.

Que pronto volverán a sus casas, pues la guerra ha terminado y pronto verán a sus familias, pero pregunta si quieren verlos como héroes o como cobardes que huyeron con el rabo entre las piernas, y por eso, y para evitarlo ordena atacar con violencia, pues, dice, Latierre pertenece a los alemanes y deben conquistarlo antes de las 11 y acabar la guerra con una victoria.

Muchos soldados se niegan a obedecer, por lo que son fusilados de inmediato.

También en las trincheras francesas es todo tranquilidad, ignorantes de lo que les espera, y brindan por el fin de la guerra.

A solo 15 minutos para las 11, deben atacar las posiciones francesas, avanzando en silencio con las bayonetas caladas.

Sorprendidos por el ataque, deben tratar de recomponerse, cayendo numerosos soldados alemanes durante el avance ante los disparos de ametralladoras y artillería.

Paul es ese día especialmente cruel, disparando o matando con su bayoneta a numerosos soldados franceses.

Consigue llegar hasta las trincheras y se enfrenta a ellos en su terreno. Se enfrenta en una lucha cuerpo a cuerpo con un soldado francés, consiguiendo así salvar la vida de un soldado muy joven.

El francés consigue dominarlo y hundir su cabeza en el barro, estando a punto de ahogarlo, aunque Paul consigue alcanzar una piedra y quitárselo de encima, aunque el francés se hace con una pistola y, peleando, entran en el búnker. El francés no llega a dispararle, pero aparece otro por detrás y le clava una bayoneta.

Escucha en ese momento cómo fuera ordenan el alto el fuego, pues son ya las 11.

El hombre con el que se peleó se marcha y lo deja allí, herido de muerte.

consigue salir afuera con sus escasas fuerzas, cubriendo los muertos del último momento el campo.

El jovencito al que poco antes salvó Paul la vida es encargado de recoger las chapas de los soldados fallecidos, quedándose paralizado al ver a Paul, que está sentado, con el pañuelo de Franz en la mano. El muchacho se lo coge y se lo coloca él en el cuello, pero se aleja sin recoger la placa de identificación.

Poco después del inicio de las hostilidades, en octubre de 1914, el frente occidental se sumió en una guerra de trincheras.

Al acabar la guerra, en noviembre de 1918, el frente apenas se había movido.

Más de tres millones de soldados murieron en él, a menudo simplemente intentando ganar unos metros de terreno.

Casi 17 millones de personas perdieron la vida en la Primera Guerra Mundial.

Calificación: 3