Te cuento la película

Sympathy for Lady Vengeance

Chinjeolhan geumjassi (2005) * Corea del Sur

          También conocida como:
                    - "Simpatía por la mujer venganza" (Argentina)
                    - "Señora Venganza" (México)

Duración: 112 min.

Música: Choi Seung-hyeon, Jo Yeong-wook

Fotografía: Chung Chung-hoon

Guion: Park Chan-wook, Jeong Seo-gyeong (Cómic: Park Myeong-chan)

Dirección: Park Chan-wook

Intérpretes: Lee Young-ae (Lee Geum-ja), Choi Min-sik (Baek Han-sang), Kwon Yea-young (Jenny), Kim Shi-hoo (Geun-shik), Oh Dal-su (Sr. Chang), Lee Seung-shin (Park Yi-jeong), Go Soo-hee (Ma-nyeo), Ra Mi-ran (Oh Su-hee), Seo Young-ju (Kim Yang-hee), Kim Boo-seon (Woo So-young), Nam Il-woo (Detective Choi), Kim Byeong-ok (Predicador).

Un grupo de músicos y cantantes vestidos con trajes de Papá Noel y dirigidos por un predicador esperan la llegada de una persona que, comentan es llamada Geum-ja, la Buena, y cuando aparece cantan una canción.

Sale entonces la mujer, con una camisa colorida, pese a que hace mucho frío, preguntándole el predicador si no le iba bien la ropa que le envió, ofreciéndole como presente un trozo de tofu en un plato y le dice que está muy orgulloso de ella, pues ha tenido que ser duro, estar encarcelada durante 13 años y medio.

Entonces, 13 años atrás se informaba en televisión sobre Lee Geum-ja una joven de 19 años que se hizo famosa por ser la asesina que secuestró y mató a un niño de 6 años.

A todos les sorprendió por su juventud y sus métodos crueles, pues asfixió al niño con un cojín, pero también por su gran belleza, siendo comparada por las revistas del corazón con Olivia Hussey, habiendo un director que dijo que quería hacer una película sobre ella y se pusieron de moda los vestidos con estampados como los suyos.

En prisión recibió la visita de un predicador - el que dirige el coro - que le dice que él ha podido ver un ángel en su interior, preguntándose ella dónde estaba ese ángel cuando cometió el crimen y se dio cuenta de que ese ángel solo se manifiesta cuando lo invoca, contando que el acto de invocar a un ángel es lo que llamamos oración y la cárcel es el sitio ideal para aprender a rezar, pues todos los que están en ella saben que son pecadores.

Geum-ja explica su experiencia y su conversión en un acto "Testimonios de presos en el día de la fe, en 1997", siendo muy aplaudida.

El predicador le ofrece el plato, explicándole que es una tradición comer tofu al salir de prisión para vivir pura y no volver a pecar, aunque ella gira el plato y lo tira, diciéndole al predicador que se vaya a la mierda, habiendo perdido su rostro su candor mientras se aleja entre la gente.

Una de sus compañeras de prisión fue Kim Yang-hee, que salió un par de años antes que ella y que lloró abrazándola cuando salió.

Cuando llegó a la cárcel le contaron que había una mujer cuya cara resplandecía y a la que llamaban la Bruja, destacando de hecho esta, Geum-ja por su mono amarillo que destacaba entre los de los demás, que eran azules.

Yang-hee, que era prostituta, acabó en prisión después de estrangular a su chulo, aunque en la cárcel lloraba pensando que tenía que haberse matado ella, siendo Geum-ja quien la consoló y le dijo que podía morir y volver a nacer una y otra vez gracias a la religión, pues esta es como una toalla, que te limpia los pecados y te deja la piel suave, enseñándole a llorar por sus vidas pasadas.

Yang-hee recibe a Geum-ja, a la que le enseña su peluquería y la acoge en su casa pese a que, le dice, que sabe que nunca la quiso de verdad, pero que fue muy cariñosa y amable con ella.

Le pregunta si ya empezó el plan, diciendo que empezó trece años atrás.

Coloca en su habitación las mismas fotos que ya tenía en prisión con el niño asesinado y ella como culpable, colocando frente a ellas unas velas.

Al día siguiente, y tras ponerse unos zapatos de tacón va a casa del niño asesinado para suplicar su perdón, cortándose uno de sus dedos para espanto de la familia del niño al verlo todo lleno de sangre.

Todo el dinero que consiguió en la cárcel lo invirtió en la operación del dedo.

Seis días después, consiguió un trabajo. Debía sustituir por las mañanas al dueño de una panadería que tenía la tensión muy baja.

El otro trabajador de la pastelería, Geun-shik, se queda tan sorprendido al verla, que se le caen todas las cajas, al ver lo bella que es, preguntándole si puede llamarla hermana, diciéndole ella que la llame Geum-ja.

Va a visitar a otra excompañera, Woo So-young, que ya estaba en la cárcel cuando llegó Geum-ja, que recuerda que se pasaba el día llorando y era muy deprimente y cuando lo pasaba mal se arrodillaba e inspiraba profundamente cinco veces.

So-young había atracado un banco junto con su marido, pero fueron detenidos.

Ella al principio estaba muy muy débil y pensaba que se estaba muriendo por no poder estar con su amado, hasta que descubrieron que padecía un fallo renal crónico, ofreciéndose Geum-ja a donarle un riñón.

Ahora están ya ella y su marido libres y le cuenta a él, también muy agradecido por lo que hizo por su mujer que su amiga está preparando un plan estupendo y los necesita, mostrándole un libro: "La enseñanza del Dhamma" que le dio Ko Sun-sook, una anciana que estaba condenada como espía de Corea del Norte y que padecía alzhéimer, agradecida de que ella la cuidara, regalándole el libro porque sabía que tenía pendiente una venganza, figurando en su interior los planos para construir un arma.

Cuando regresa a su casa encuentra en la escalera al predicador esperándola, contándole que preguntó por ella en la panadería, aunque ella se limita a llamar a su jefe para pedirle que no vuelva a dar su dirección a nadie.

El predicador le recuerda que antes no era así y la pide que vuelva a la iglesia, diciendo ella que se hizo budista.

Oh Soo-hee, otra de las presas, había sido condenada a un año por adulterio y cuando llegó hubo otra prisionera, a la que llamaban la Bruja, condenada por haber matado a su marido y su amante y habérselos comido, que se encaprichó de ella y la obligaba a hacerle cunnilingus, hasta que un día, mientras se lo hacía, Geum-ja echó jabón por el suelo e hizo que la Bruja se resbalara y cayera, librando así a Soo-hee de ese suplicio.

Cuando la ve, le dice que ha cambiado mucho su estilo, diciendo ella que no quiere parecer angelical.

Soo-hee hace por encargo esculturas que representan el busto de una mujer cogiendo de los pelos la cabeza de un hombre, basándose en la fotografía de este, pidiéndole que le haga en plata un diseño de ella y le cuenta que ya encontró al cabrón, pero que aún no lo mató por falta de tiempo.

Un día entra en la pastelería un hombre, reconociendo al detective Choi, que fue el encargado de la investigación del caso por el que ella fue condenada.

Cuando se marchan, la mujer del detective se horroriza al enterarse de quién era, la mujer, asegurando que no pueden comer la tarta elaborada por una asesina.

Le cuenta a Geun-shik que ella confesó que lo había matado, aunque desconocía algunos detalles, como el color de la canica preferida del muchacho que dijo haber visto.

Geum-ja no entendía que el hombre no quisiera creerla y le preguntara tantos detalles pese a confesarse como autora del crimen.

Y cuando la llevaron hasta el lugar del crimen y le pidieron que reprodujera el crimen vio cómo dudaba de todo, incluso del cojín usado para ahogarlo, debiendo el propio policía indicarle cuál era.

Entre toda la gente que acudió a aquella recreación, se fijó especialmente en un hombre que la miraba desde lo alto.

Le cuenta a su compañero que en la cárcel volvió a matar.

Geum-ja acude a la oficina encargada de las adopciones tratando de conseguir información, aunque no se la dan.

Recuerda que cuando tenía 18 años, estaba a punto de volverse loca e intentó buscar consuelo llamando a un antiguo profesor, el señor Baek, al que le limpiaba los zapatos y que un día le dijo que era muy sexy.

Se sinceró con él contándole que estaba embarazada y le preguntó si podría ir a vivir con él, pues no podía quedarse con su madre, y el padre era solo un crío y no estaba listo para la paternidad.

Por la noche Geum-ja se descolgó para entrar por una ventana al registro y descubrir quién adoptó a la niña.

El dueño de la panadería cuenta que cuando regresó de Japón tomo un medicamento que quitaba el sueño, pues tenía mucho trabajo, y debido a ello le embistió un camión cuando iba en su bicicleta, quedando cojo debido a ello.

Geum-ja le pide un adelanto, aunque él le dice que no puede dárselo, aunque ella, mientras le ayuda a terminar una tarta le dice que necesita tres meses y le deja escrita su número de cuenta.

Entretanto, el pastelero recuerda que fue a Kyoungju, donde vivían sus padres y trabajó como voluntario en la cárcel de mujeres, llevándose una enorme impresión al probar una mousse de fresas que había elaborado una presa, una estafadora, diciéndole a Geum-ja que ha cambiado mucho.

Al final se trasladó a Seúl para abrir su propio negocio.

Va a una cafetería con Geun-shik, al que le cuenta que quiere casarse pronto con alguien a quien pueda respetar y ella ya cumplió su pena, aunque, le dice, está planeando matar a otra persona, y lo lleva a su casa para acostarse con él.

Le pregunta luego si le gustó, pues recuerda que le decían que no lo hacía muy bien.

Le habla luego del profesor con el que se fue a vivir, el señor Baek, que le decía que había secuestros buenos y malos. Y que era bueno si el niño regresaba a su casa sano y salvo. Y que, como los padres eran ricos, un pequeño rescate no era tanto para ellos, y, aunque pasaban unos días preocupados, el reencuentro fortalecía el vínculo familiar.

Pero cuando secuestraron a Won-mo, Baek lo mató porque no paraba de llorar.

La policía encontró un testigo. Alguien que la vio llevarse a Won-mo a unos baños y un día, al volver del mercado, vio que su hija había desaparecido y Baek le pidió que confesara que había sido ella la asesina, pues, si no lo hacía, su hija también moriría.

Viaja hasta Australia para poder ver a su hija, adoptada allí.

Encontró a la niña mirando el cielo, viendo cómo en las nubes aparece el mensaje: "No tienes madre", aunque cuando sale del coche, se borra el "no" de las nubes.

Les lee a los padres adoptivos un escrito que tradujo al inglés para contarles que ha viajado desde Corea para poder ver a la niña una única vez.

Se emborracha luego con los padres adoptivos, que ríen con ella, y le dicen que quieren mucho a la niña y es muy buena.

La niña le pregunta si la llevará a Corea con ella, diciendo ella que no, que allí tiene a sus padres, y cuanto más se niega, la niña insiste más, debiendo aceptar su deseo cuando la niña amenaza con el suicidio.

Una vez en Corea, va a recoger el arma que le hizo el marido de So-young, que lleva en los cachetes la figura de plata que pidió a Soo-hee, aunque le advierten que es un arma de muy corto alcance, por lo que es mejor estar muy cerca de la futura víctima.

La niña le pregunta por qué la abandonó.

Ella se limita a decirle que al día siguiente saldrán de excursión para merendar.

Se la lleva a un mercado donde venden perros y le compra uno y luego viajan, como le dijo a la niña, llevándola Geun-shik en su coche, hasta una antigua escuela, ahora abandonada, junto a un bosque.

Allí Geun-shik le enseña a la niña algunas palabras en coreano.

Allí, ella ensaya el tiro con el perrito.

En ese momento Baek vive con otra mujer, Park Yi-jeong, a la que trata sin delicadeza alguna cuando desea tener sexo.

Ignora que Yi-jeong estuvo un año en prisión de 1998 a 1999.

Allí, la Bruja la tomó a su cargo para que vigilara que no le picara ni le molestara ninguna mosca ni mosquito, aunque como le picó uno en la planta del pie la abofeteó duramente.

También entonces intervino Geum-ja, poniendo en la comida de la Bruja lejía, haciendo que enfermara, viendo la mujer cómo la propia Gem-ja la cuidaba y le daba de comer, ignorando que seguía poniéndole lejía en la comida, de modo que cada vez estaba peor, haciendo esas tareas durante tres años.

Después de aquello heredó ella el apodo de Bruja, aunque también la llamaban Geum-ja la Buena, y todos querían ayudarla.

Cuando Soo-kyoung, una ladrona, se enteró de dónde trabajaba Baek, otra mujer, Seong-eun, una astuta universitaria consiguió trabajo en la misma escuela que él y se enteró así de que Baek quería comprar un coche nuevo, recibiendo entonces la visita de una bella vendedora de coches, Park Yi-jeong.

Ignoran que, deseoso de venganza, el predicador ha seguido los pasos de Geum-ja y sus contactos con sus antiguas compañeras, advirtiendo a Baek, a cambio de dinero, de la relación existente entre Yi-jeong y Geum-ja, aportándole fotografías de sus encuentros, aunque también de Geum-ja con su hija.

Enterado así de la conspiración, espera a Yi-jeong, que estaba dispuesta a actuar ya ese día, pues, había advertido a Geum-ja que no podía aguantarlo más.

Baek la ata a la silla mientras él cena enfrente de ella, a la que golpeó duramente.

Además, contrató a dos tipos a los que mostró las fotos de Geum-ja con su hija y a los que encargó que acabaran con ella.

Los dos matones abordan a Geum-ja y a su hija sorpresivamente, cogiendo uno de ellos a la niña, mientras el otro trata de meter a la mujer en el coche, golpeándola con dureza al ver cómo se resiste.

Tras los forcejeos consigue sacar su arma y acaba con el hombre que intentaba introducirla en el coche, corriendo luego tras el otro hombre, que huye con su hija, teniendo la suficiente sangre fría como para no dispararle hasta estar cerca de él, haciendo que su disparo le arranque la mano que sujetaba el arma con que amenazaba a la niña.

Entretanto, Yi-jeong, con la cara amoratada por los golpes y los dientes sangrando, sonríe al ver que su cena hizo efecto y que Baek cae sin sentido sobre la mesa.

Geum-ja lo encuentra así cuando llega, y lo tira al suelo y le corta el pelo con rabia, antes de atarlo entre ella y Yi-jeong.

Con un diccionario traduce luego una carta de Jenny en que le dice que no la ha perdonado, y cree que las madres que abandonan a sus hijos tendrían que ir a la cárcel.

Que cuando era más pequeña siempre pensaba en vengarse, aunque no se podía imaginar matándola porque no conocía su cara y ahora que ya se conocen le gustaría que le contara por qué lo hizo, pues pedir perdón no es suficiente y debía disculparse al menos tres veces.

Llevan a Baek hasta la antigua escuela abandonada, donde despierta atado y amordazado.

Apuntándolo con su pistola, Geum-ja le pide que traduzca sus palabras para Jenny, contándole cómo la cogió por vez primera y lo que la enriquecía tenerla, aunque, antes de su primer cumpleaños la detuvieron y la encerraron en la cárcel, debiendo darla por ello en adopción.

Recuerda que era muy cariñosa y que no extrañaba a los desconocidos y sabía que cualquier familia se prendaría de ella en cuanto la viera y desea que, en cuanto haya acabado con ese hombre, regrese a Australia, pues sus pecados son tan terribles e irreparables que no merece cuidar de una hija tan cariñosa pues la hizo crecer sin madre y eso también es parte de su castigo.

Le dice que todo el mundo comete errores, pero si pecas debes hacer penitencia.

La niña le pregunta si va a matarle y por qué, diciendo ella que ese hombre la convirtió en una pecadora, y que ese hombre raptó y mató a un chiquillo y ella le ayudó a hacerlo.

Jenny le pregunta si quiere que le diga a la madre del niño que lo siente, rompiendo ella a llorar.

Luego le pregunta si era feliz con ella, diciendo ella que lo era y mucho.

Yi-jeong se va con la niña, quedándose ella sola con Baek, al que apunta en el ojo, aunque no se atreve a disparar, escuchando, mientras trata de conseguir fuerzas para matarlo la alarma del móvil del profesor, viendo, cuando se lo coge, que el teléfono tiene una cadenita con diversos juguetitos, el último de los cuales es la canica de Won-mo, por lo que lo tira al suelo con rabia y lo arrastra de la corbata, con la silla a la que está atado incluida, y lo patea, tras lo que le dispara en los dos pies, dejando que se desangre.

Al mando del detective Choi, y tras haberle hecho confesar Geum-ja, la policía encuentra los cadáveres de cuatro niños enterrados en un bosque cercano, diciéndole Geum-ja al policía que si hubiera encontrado en su momento al verdadero asesino del niño, del que le muestra la canica, no habrían muerto los demás pequeños.

Mientras buscan evidencias en casa del profesor recibe una llamada de su jefe al que le dice que ese día no puede ir a trabajar, diciéndole el hombre que la buscan dos personas, los padres adoptivos de Jenny, que viajaron desde Australia.

Encuentran los videos en que Baek grabó sus asesinatos, que le muestran al detective, que debe ir a vomitar.

Localizan tras ello a los familiares de los niños, a los que llevan hasta la escuela, donde les informan de lo que les ocurrió y a los que les muestran los videos del horror por el que pasaron los niños, a los que ven llorar desesperados sin que el hombre les proporcionara consuelo alguno.

Geum-ja les explica que Baek era profesor de inglés en escuelas de barrios acomodados y cambiaba de escuela cada vez que acababa con uno de los niños y nunca elegía a niños de sus clases, y por ello nunca sospecharon de él.

Que las voces de los niños, que ellos oían mientras negociaban el rescate, eran grabadas, pues para entonces los niños ya estaban muertos.

Les cuenta que Baek era estéril, y le preguntan para qué necesitaba el dinero si no tenía hijos, diciendo ella que lo guardaba en el banco porque quería comprarse un yate, y que se les devolverá.

Geum-ja les dice tras ello que pueden seguir escrupulosamente la ley y entregárselo al inspector Choi para que sea juzgado, o ejecutarle allí y ahora.

Una mujer dice que si lo entregan entrarán en una espiral de juicios interminable y además actuarán los periodistas.

El padre de Won-mo sugiere que lo dejen en manos de Geum-ja, que ya estuvo en la cárcel, aunque otra mujer le dice que es un cobarde, pues eran sus hijos.

Todos votan por ejecutarlo menos el padre de Won-mo, que dice que su esposa está muy delicada del corazón, diciendo otra mujer que ella también está enferma, proponiendo Geum-ja que participe solo uno de los miembros de cada familia, aunque algunos temen que la madre de Won-mo les denuncie si se divorcian, proponiendo el padre hacer una fotografía, por si se sienten culpables luego, que haya una prueba.

Geum-ja les advierte que ha matado a gente en la cárcel y que si alguno decidiera denunciar los encontraría como hizo con Baek después de 13 años.

Discuten luego el modo en que lo harán, pues algunos desean ir solos, pues consideran que es un acto íntimo, pero otros prefieren entrar juntos, de hecho, uno de ellos dice que no quiere entrar en pareja, pues está divorciado.

Finalmente se cambian las tornas y es la madre de Won-mo la que decide entrar, pese al estado de su corazón, y el padre prefiere no hacerlo.

Decidido el orden en que entrarán, les da plásticos para que se cubran y que no les salpique la sangre.

A la primera persona que le toca entrar es a la madre de Won-mo, que lo hace con un cuchillo, explicándoles el inspector antes a todos cómo deben agarrar el cuchillo para no dañarse ellos y para que haga daño al asesino.

La mujer le pregunta a Baek por qué lo hizo, pues parece una persona normal, diciendo él que no existen las personas perfectas.

La mujer sale poco después cubierta de sangre, abrazándola, lloroso, el padre.

Hay dos parejas que entras juntos.

Entretanto, fuera, una de las asistentes, que va con su padre, cuenta que su madre fregaba suelos y se volvieron locos para conseguir el dinero del rescate y ahora no tienen casa y sus parientes no les hablan.

Otra cuenta que su nuera se suicidó y su hijo abandonó el país, comentándole que todos tienen miserias que contar.

De hecho, el padre de la chica que se quejaba de que estaban sin dinero entra antes de su turno con un hacha.

Entra finalmente la abuela del último niño. Que le clava unas tijeras en el cuello.

Luego el propio inspector los fotografía y entierran tras ello el cadáver en el mismo bosque donde él enterró a los niños.

Pide entonces Geum-ja que le den paso, pues le queda algo por hacer, disparando varias veces al cadáver desde cerca, antes de tirar su arma en la fosa.

Reunidos luego los familiares de las víctimas en la pastelería en que trabaja Geum-ja, encienden unas velas por los menores en una tarta, arrancándose uno de los padres a cantar el Cumpleaños feliz, hasta que se da cuenta de que no es una celebración, aunque todos le siguen.

Le preguntan a Geum-ja si les va a ingresar el dinero, y le dan sus cuentas.

Llega Geun-shik, que anuncia que está nevando, y salen todos afuera para ver la nevada.

Completada su venganza, Geum-ja se quita la raya roja que se había puesto en los ojos desde que salió, viendo en el baño, tras hacerlo, cómo llega hasta ella la canica de Won-mo y ve a este sentado en el suelo fumando, observando cómo cuando se acerca a él, este se transforma en adulto, con la edad que tendría en ese momento y le pone una mordaza sin dejarla hablar.

Regresa luego a casa llevándose una tarta, y seguida por Geun-shik, que le pregunta si dejará que Jenny regrese con su familia australiana.

Su propia hija cuenta que Lee Geum-ja cometió un grave error de juventud y utilizó a otra gente para lograr sus objetivos, pero aun así no lograba encontrar el perdón que tanto deseaba, e indica que, a pesar de eso, o quizá por eso le gustaba Geum-ja.

La niña sale afuera para recibirla bajo la nieve y se abrazan cariñosamente, diciéndole a la niña que viva pura como el tofu glaseado que le lleva y que le da a probar, hundiendo luego ella su cabeza en la tarta mientras Geun-shik mira hacia el cielo y deja que la nieve caiga en su boca.

Calificación: 3