Te cuento la película

Testigo
Testigo

La mécanique de l'ombre (2016) * Francia / Bélgica

Duración: 91 Min.

Música: Grégoire Auger

Fotografía: Alex Lamarque

Guion: Yann Gozlan, Thomas Kruithof, Marc Syrigas, Aurélie Valat

Dirección: Thomas Kruithof

Intérpretes: François Cluzet (Duval) Denis Podalydès (Clément), Sami Bouajila (Labarthe), Simon Abkarian (Gerfaut), Alba Rohrwacher (Sara), Philippe Résimont (De Grugy), Daniel Hanssens (Albert).

Duval trabaja sin parar en su oficina mientas escucha a sus compañeros hablando de cosas banales en un corrillo, diciéndole entonces uno de sus jefes que debe tener listo su informe para el día siguiente por la mañana, asegurando él que lo tendrá.

Debe quedarse por ello cuando cierran la oficina para terminarlo, llamando a un compañero porque no encuentra los justificantes de los gastos que le pasó por más que rebusca entre decenas de ficheros.

Cuando llegan los encargados de la limpieza encuentran toda la oficina llena de papeles y archivadores, pero por la mañana tiene ya todo ordenado y clasificado.

Dos años más tarde

No consigue dormir y le parece tener un peso constante en el estómago por algo que puede ocurrir, recomendándole el médico hacer ejercicio para recuperar el sueño, aunque lo que él necesita es un empleo que le ocupe la mente, según cuenta a un grupo de personas que le rodean, recibiendo al término de su charla una medalla, siendo felicitado por haber conseguido llegar a un año sin beber.

Acude a una entrevista de trabajo, señalando que ya utilizó otros programas y no tendría problema para rendir cuentas ante un jefe más joven, aunque le piden referencias, debiendo indicar el teléfono de varias personas de su anterior empresa con las que puedan contactar, señalando que no mantiene el contacto con nadie.

En un funeral se reencuentra con un antiguo amigo, De Grugy, que le pregunta por su esposa, debiendo contarle que se separaron.

De Grugy le cuenta que sigue con la empresa de su padre, diciéndole que sí, y que tienen mucho trabajo en el extranjero, debiendo contarle él que trabajó para una aseguradora, pero que está desempleado, dándole el amigo una tarjeta.

A su siguiente reunión de Alcohólicos Anónimos acude una nueva mujer, Sara, pidiéndole el coordinador que se presente, pues quiere que tenga dos contactos, y, aunque se presenta y le da su teléfono, lo hace por compromiso, dándole ella las gracias, aunque asegura que no va a volver, pues no le gusta el espíritu de grupo y las oraciones, señalando él que no es una oración y que esta les ayuda a ser humildes y conocer las debilidades.

En su casa, Duval se dedica a hacer puzles gigantescos para pasar el tiempo, reicibieno un día mientras los hace, una llamada.

Un hombre que le dice se llama Clément le hace una oferta de empleo, pues, le indica, buscaban un perfil como el suyo y le dieron su número en la oficina de empleo para un puesto de incorporación inmediata, quedando para el día siguiente, pese a ser sábado.

En la entrevista, Clément le pregunta por qué dejó su anterior trabajo en la aseguradora, señalando que debido a que tenía problemas de salud.

Le pregunta tras ello por su orientación política, diciendo que nunca votó porque no le interesa la política, por lo que le pregunta si no le interesa el destino de su país y no es patriota, diciendo él que sí, que hizo el servicio militar.

Clément le dice que necesitan personas que tengan un fuerte sentimiento de pertenencia a Francia, pues dirige un organismo de vigilancia y control que defiende los intereses del país, debiendo vigilar a cierto número de personas que necesitan protección o que pueden ser peligrosas para Francia, y su trabajo consistirá en transcribir al pie de la letra el contenido de llamadas telefónicas, pues necesita tenerlo todo por escrito, ya que tiene memoria visual, necesitando por ello a alguien muy riguroso y rápido.

Le insiste en que necesitan rigor y precisión, no solo un mecanógrafo, y él como contable cree que encaja en ese perfil, pues esperan a alguien experimentado con una ética de trabajo, dispuesto a guardar máxima confidencialidad y la tecnología va contra sus objetivos, pues hace que los datos fluyan de forma incontrolable.

Le pregunta a qué persona de su entorno pediría consejo si tuviera un problema, señalando que tomaría la decisión él solo tras reflexionar, algo que agrada a Clément, que le ofrece un sueldo de 1.500 Euros a la semana, trabajando de 9 a 6, no debiendo llegar tarde ni hacer horas extras, pero tampoco marcharse antes aunque termine, debiendo abrir las cortinas al llegar y echarlas al marcharse, no pudiendo salir del apartamento durante su jornada, ni siquiera para comer, no pudiendo hacer ruido, ni abrir a nadie ni fumar.

Le entregarán unas cintas que debe transcribir, todas ellas numeradas, debiendo incluir en su escrito el número de la cinta, y si comete error o errata debe destruir el documento en la trituradora, no debiendo hablar con nadie de su trabajo ni llevar el móvil al trabajo.

En la primera conversación escucha cómo hablan de unos rehenes y del silencio intolerable del gobierno.

Cuando sale se cruza con un vecino que escuchó la máquina y le dice que es traductor.

Una noche le despierta la llamada de Sara, acudiendo a su casa que encuentra patas arriba, contándole que salió a beber e invitó a subir a un hombre con el que se rio mucho hasta que él puso la música muy alta, pidiéndole ella que la bajara, a lo que no le hizo caso y empezaron a discutir acaloradamente, por lo que ella le lanzó un vaso y el volcó una mesa.

Duval le ayuda a recolocar todo antes de irse a trabajar, echando ella en falta un sermón, aunque él le dice que solo quiere ayudarla.

Sigue con su rutinaria vida. Escucha conversaciones sobre la campaña electoral, o de políticos temerosos de que salgan cosas de los presupuestos de su empresa a la luz, mientras que en su casa sigue con los puzles.

Al día siguiente, cuando acude a la reunión de alcohólicos anónimos, ve en la puerta a Sara, que le dice que ha ido a verle a él, no a la reunión, para agradecerle su apoyo de la noche anterior, aunque él la anima a entrar.

Al día siguiente encuentra en la máquina una hoja en la que le piden que no fume en el apartamento y que sea más discreto.

Escucha una conversación en que un hombre, Al-Shamikh, indica que tiene información sobre los tres rehenes franceses de Mauritania y quiere hablar con el ministro, pues lideró las conversaciones con los representantes de los terroristas y lo tiene todo anotado y está seguro de que a sus superiores, en plena campaña electoral, le interesan sus cuadernos.

Y cuando se dispone a marcharse suena el timbre de la puerta, viendo al asomarse por la mirilla a un anciano medio desnudo al que una joven va a buscar y lleva a la casa de al lado.

Al día siguiente vuelve a encontrar una nota en la que le advierten de que no fume, haciendo él otra en que indica que no entiende lo que le dicen, ya que él respeta sus instrucciones, aunque lo destruye.

Sigue las conversaciones de Al-Shamikh con un representante ministerial, indicando este que han comprobado que no participó en las conversaciones para la liberación de los rehenes, diciéndole que no trabajaba para ellos y deberían contar que llevan 9 meses sin contactar para su liberación porque sabe que no a todos les interesa su libertad.

Y de pronto, y mientras trata de negociar su reunión con el ministro empiezan a escucharse ruidos, como si alguien hubiera entrado y hubiera acabado con el árabe.

Camino a su trabajo ve al día siguiente un cartel que pide la liberación de los rehenes, que llevan secuestrados más de un año.

Cuando comienza a trabajar escucha cómo alguien abre la puerta, presentándose un hombre, Gerfaut, que le pregunta si es su nuevo copista, y tras servirse un café se sienta a estudiar los documentos escritos y le dice que si en la reunión con Clément hubiera dicho que era de izquierdas no estaría allí.

Va a un café con Sara, que le cuenta que se ha apuntado como voluntaria para trabajar por la noche en un hospital, lo que ayudará a no hacer tonterías, tras lo que le dice que le ve en las reuniones, pero no sabe nada de él.

Se levanta para comprar tabaco y ojea en la barra un periódico donde se encuentra la noticia de la muerte del libio Al- Shamikh y de su esposa, indicando el periódico que acabó con ella antes de suicidarse, indicando que estaba siendo objeto de una investigación por fraude fiscal.

Tras leerlo, le dice a Sara que debe irse.

Al día siguiente le dice a Gerfaut que quiere hablar con Clément, indicándole este que no puede hablar directamente con él, pues hay una jerarquía, entregándole una carta con su dimisión, diciendo que no necesita justificarse, diciéndole su compañero que debe hacerlo. Que guardará su carta y luego hablarán con calma.

Comprueba que quien fuma es Gerfaut, que le pide que le ponga una cinta donde señalan que la policía no encontró nada, pues no dejaron rastro y se preguntan por el vínculo entre Al-Shamikh y los rehenes y si fue él quien bloqueó las negociaciones y que el muerto anotaba todo y que entregó diversos documentos y entre ellos creen que sus cuadernos y se lleva la cinta, que, dice, le entregará a Clément.

Finalmente, Gerfaut le invita a bajar a comer para hablar y le dice que a Clément no le gustará, pues es un hombre prudente al que le gusta contar con todos sus hombres y desconfiará. Le pide una semana más antes de hablar con él.

Le cuenta que tiene más gente, pero que cada uno tiene un trabajo específico y nadie sabe lo que hacen los demás, asegurándole que es un hombre sin moral que utiliza a las personas y luego se deshace de ellas.

Luego, cuando se dispone a regresar a su trabajo, Gerfaut le dice que aún les queda un trabajo, que es recuperar los cuadernos del libanés del despacho de su abogado, diciéndole que no hay cámaras, solo una alarma que él desactivará y luego entrarán y él abrirá la caja fuerte y recuperará los cuadernos y él solo tendrá que vigilar.

Duval no desea participar en ello, pero cuando se dispone a bajarse del coche, Gerfaut le aprieta el cinturón de seguridad en torno a su garganta y le asegura que hará lo que él le diga y además le dice que si se marcha sabe que le encontrarán y no puede eludir su responsabilidad.

Esperan en el coche hasta que se va el último de los abogados, cerca de las 10 para colarse en el piso.

Cuando entran ven que no está encendida la alarma, debiendo él quedarse vigilando.

Escucha ruidos constantes y va a avisar a Gerfaut, topándose con el encargado de la limpieza, al que Gerfaut estrangula mientras le pide que apague la luz y le sujete las piernas.

Cuando acaban debe bajarse del coche debido a las náuseas, tras lo que pide a Gerfaut que baje de su coche, diciéndole este que entre los papeles que se llevó no hay nada.

Tras ello le pide a Duval que regrese a su casa, se duche y tire su ropa y que al día siguiente regrese a trabajar como si no pasara nada y si Clément le pregunta le dirá que estuvo toda la noche solo en su casa, pues si no lo hace estarán en peligro.

Al llegar a su casa recibe una llamada, pero cuando descuelga no le contestan, sonando a continuación su móvil, comprobando que se trata de Clément que le dice que deben verse de inmediato, esperándole un coche delante de su casa.

Una vez en este le colocan una capucha para que no vea el camino hasta llegar a un chalet donde todo está dentro de plásticos y donde le recibe Clément, que le pregunta por la cinta número 6 de las 15 que le dieron por la mañana, contándole él que se la entregó a Gerfaut junto con su transcripción, porque le dijo que quería que la escuchase él urgentemente.

Le pregunta si le entregó otras cintas o transcripciones, diciéndole él que no, pero que sí las leyó, tras lo que Clément le pregunta si recuerda el contenido de la cinta, contándoselo él de forma somera, tras lo que le pregunta cuándo se fue Gerfaut, diciéndole que sobre las 4 y que no volvió a verlo, y cuando Clément le pregunta dónde estuvo esa noche, le dice que en casa.

Le lleva entonces hasta la cocina, donde ve tienen a Gerfaut en una silla con evidentes signos de haber sido torturado, diciéndole Clément que sabe dónde estuvo esa noche y que Duval estaba con él, asegurando Gerfaut que trabaja solo, preguntándole Clément si cree que puede planificar una operación si no sabe siquiera cumplir una orden, y le pregunta si no pensó que podía ser una trampa, diciéndole Gerfaut que no era una trampa, pues le asegura que tiene los cuadernos.

Le pregunta si tuvo tiempo de estudiarlos, señalando él que siempre lo subestimó, pero que las cuentas son fáciles de encontrar si son nombres conocidos.

Gerfaut asegura que, aunque sabe cómo acabará no dirá nada.

Clément le explica entonces que Gerfaut no trabaja para él y le ha manipulado pese a que le dejó claro que solo debía cumplir sus órdenes.

Tras ello le pide que regrese a su trabajo después de descansar dos días y le pide que se guarde sus emociones y no se las cuente a sus amigos alcohólicos.

Asustado, cuando regresa a su casa recoge todas sus cosas y con una bolsa sale a la calle, siendo retenido por dos hombres que le obligan a subir a un coche, y al bajar de este, en un parking, pierde el conocimiento.

Cuando le despiertan le preguntan para quién trabaja, señalando que está desempleado tras lo que le preguntan dónde estuvo la noche anterior, señalando que en su casa, por lo que le preguntan por qué su coche estaba aparcado a menos de 100 metros del despacho de abogados, mostrándole tras ello unas fotografías del piso, donde se le ve con Gerfaut mientras este acaba con el hombre de la limpieza, asegurando que él no lo mató y que nunca debió estar allí

Aparece luego para el interrogatorio el Comandante Labarthe que le pide que les cuente todo lo que sabe.

La policía conoce a Gerfaut, antiguo agente secreto, pero le preguntan cómo acabó él allí, señalando que necesitaba el trabajo que hace para Clément, que le paga por transcribir las escuchas y le dijo que trabajaba para una empresa de vigilancia.

Le dicen que ahora es cómplice de un asesinato, tras lo que le preguntan dónde está Gerfaut, indicando que no lo sabe.

Entretanto los policías iniciaron sus averiguaciones y fueron al piso donde les contó que fue recibido el primer día por Clément y no encontraron nada, pues pertenecía a una empresa que acababa de venderlo a un fondo de inversión y no había ningún Clément.

Cuando le pregunta a quién escuchaban, le responde a Labarthe, que a él, y desde dos o tres semanas atrás.

Le piden también los nombres de las personas a quienes escuchó, señalando que a periodistas y empresarios, pero él indica que no lo escuchaba pese a que lo transcribía, pues lo hacía de forma mecánica.

Le pregunta si participó en el asesinato de Al-Shamikh, respondiendo que no, aunque sabe que lo hicieron por orden de su contratante.

El comandante le advierte que si desea eludir 20 años de cárcel debe contar todo lo que sabe, pues tiene potestad para decidir si su expediente va o no a la fiscalía.

El comandante le dice que debe seguir trabajando, pero ahora para él, debiendo pasarle cada noche una transcripción de las cintas, aunque él dice que le vigilan y si hace algo fuera de lo habitual se darán cuenta.

Le dice que sea discreto y siga haciendo su vida habitual durante varias semanas, que será el tiempo necesario para encontrar a Clément, asegurándole que estará protegido.

Cuando llega a su casa ve que Sara le está esperando en la puerta, muy preocupada tras su marcha el día en que quedaron al ver que tampoco va a las reuniones ni responde al teléfono.

Él le pregunta cómo sabe su dirección, poniéndose violento, por lo que ella se marcha tras decirle que se la dio Albert. Pero mientras ella se aleja, Duval sufre un desvanecimiento, lo que la hace volver y servirle una bebida caliente, pidiéndole él perdón y que se quede un poco, durmiéndose los dos dormidos en el sillón.

Duval vuelve a su trabajo tratando de aparentar normalidad. Pero cuando pone la tercera cinta de ese día, comprueba que contiene la conversación que tuvo él con Labarthe, pese a que este le aseguró que la línea era segura, lo que le asusta.

Baja a la calle y le cuenta a Labarthe lo de su conversación desde un teléfono público, pidiéndole este que vuelva a su trabajo, pues nadie escucha las cintas antes que él, recordándole su acuerdo cuando él se niega a seguir, y diciéndole que ellos le protegen.

Pero ese día, antes de salir, entra un hombre en el apartamento y tras golpearle, le pide los cuadernos, que él insiste no están en su poder.

Se lo llevan y le muestran sus imágenes en las oficinas del abogado y le preguntan si sabe qué significa que no le pongan una capucha en la cabeza.

Él reacciona cogiendo con sus manos, que lleva atadas, el cuello del conductor, y aunque el hombre que iba a su lado le golpea fuertemente, él no suelta a la presa hasta provocar un accidente tras el que sale del coche tambaleándose, haciéndose cargo de él dos policías que le vigilaban mientras los matones huyen en mal estado.

Le llevan ante Labarthe y le acompañan hasta su casa, donde encuentra todo destrozado. Creen que tiene los cuadernos y se llevaron a Sara como medida de presión, por lo que deberá quedarse en casa hasta que contacten con él.

Mientras espera, y entre las cosas del suelo encuentra una tarjeta de su amigo Nicolas De Grugy, y le llama sin éxito, saliendo tras ello para tratar de encontrarlo.

Lo encuentra en un lugar donde va a celebrarse un acto electoral y le dice que ha ido a darle las gracias y le pregunta por qué le habló de él a Clement, respondiéndole Nicolas que lo vio hundido en la mierda y trató de ayudarle, aunque no trabaja para Clément, sino que este, trabaja, como él, para el candidato de la derecha Chalamont.

Duval le pide que llame a Clément y le diga que desea verle urgentemente, diciéndole Nicolas que está muy ocupado y negándose, ante lo que Duval le golpea duramente la mano con un objeto de la mesa para demostrarle su determinación, ante lo que logra que le deje su teléfono, llamándolo él.

Ve tras ello a Labarthe y le pregunta si tienen los cuadernos, a lo que este le responde negativamente, señalando que Al-Shamikh les mintió.

Pese a carecer de la documentación llama a Clément y le dice que tiene los cuadernos que entregará a cambio de que dejen a Sarla libre.

Labarthe solicita francotiradores para la reunión.

Le indican que vaya a un parking donde dejan libre a Sara y lo llevan a él ante Clément que le dice que no le hicieron nada, que solo se pasó el día en el maletero.

Duvarl le confiesa entonces que no tiene los cuadernos, pero que le puede llevar hasta ellos, debiendo negociar con Labarthe.

Durante el trayecto Clément le dice que le creía más firme, aunque Duval sabe que Chalamont no quería que liberaran a los rehenes antes de las elecciones.

El encuentro con el comandante se produce en un estadio, diciéndole Clément al llegar que imagina que no le dará los cuadernos, diciéndole el policía que tiene a sus hombres apostados y le acusa del asesinato de Al-Shamikh y su esposa y de escuchas ilegales.

Clément le pregunta si cree que pueden realizarse escuchas ilegales en la DGS desde el exterior sin apoyos superiores y le pide que apague el micro y le hablará de su futuro.

Le dice que no solo se asciende por méritos, y que es mejor guardar la información que exhibirla y que no se merece que su carrera dependa de unas elecciones y que no trataban de evitar la liberación de los rehenes, solo de posponerla y todo indica que Chalamont ganará hagan ya lo que hagan y entonces buscarán un puesto a su altura, pues lo que sabe es muy valioso y podrá sacarle partido durante mucho tiempo, mientras que Duval, seguirá trabajando para él.

Temiendo que Labarthe acepte el trato Duval se acerca a su intercomunicador y como si fuera Labarthe grita "fuego", acabando los francotiradores con Clément y sus guardaespaldas.

Cuando luego los hombres de Labarthe preguntan qué ocurrió responde Duval que iban a matarlos, diciendo Labarthe que no tuvieron opción, pidiéndole a sus hombres que le tomen declaración a Duval.

Algún tiempo después son liberados los rehenes, que son recibidos por el presidente Chalamont, una gran victoria dos semanas después de su elección.

Tras declarar, Duval va al hospital en que trabaja Sara.

Calificación: 3