Una palabra tuya
España (2008) *
Duración: 98 min.
Música: Julio de la Rosa
Fotografía: David Omedes
Guion: Ángeles González Sinde (N.: Elvira Lindo)
Dirección: Ángeles González Sinde
Intérpretes: Malena Alterio (Rosario), Esperanza Pedreño (Milagros), Antonio de la Torre (Morsa), María Alfonsa Rosso (madre de Rosario), Luis Bermejo (Lorenzo), Marilyn Torres (Tete), Chiqui Fernández (Palmira), Juan Sanz (Padre de Rosario).
Rosario debe madrugar cada día, y, a pesar de lo friolera que es, esperar el autobús a primera hora de la mañana para ir a su trabajo como limpiadora de una sucursal bancaria.
Un día, mientras espera al autobús la llaman desde un taxi, encontrándose con que su conductora es Milagros, una antigua amiga del colegio que a partir de ese día irá a recogerla cada mañana para llevarla hasta el trabajo.
Hasta que la despiden de este.
Desde ese momento las dos amigas se dedicarán a llevar el taxi para que la madre de Rosario no sepa que ha perdido el trabajo, y a gastarse lo poco que ganan en juergas.
Hasta que el tío de Milagros, al ver que con su sobrina el taxi no es rentable decide no dejárselo más. Ahorrándose además el riesgo de que la pare la policía y descubra que la muchacha no tiene carnet de conducir.
Al carecer ambas de trabajo deciden presentarse para los puestos de barrenderas del ayuntamiento, y acaban consiguiéndolo.
Milagros sigue igual de alocada que antes, llevando música pese a estar prohibido, y recogiendo constantemente cosas de la basura que se lleva a su casa.
Por su parte Rosario acaba costándose con un compañero, Morsa, en parte por lo sola que se siente, y en parte para demostrarle que no es lesbiana, tal como todo el mundo murmura en el trabajo.
Sus encuentros con Morsa le alivian un poco de la dureza de ver la pérdida de cabeza de su madre, a la que durante esos encuentros encierra en el armario.
Finalmente su madre morirá, llevándole a recordar a su padre, cuando era pequeña y las abandonó por otra mujer.
Un día, mientras realizan las labores de limpieza Milagros encuentra un bebé en un contenedor.
Rosario le dice que deben llevarlo a un hospital, pero Milagros le pide que le deje quedárselo. Que le rezó a un santo que encontró en la basura pidiéndole un hijo y cree que este le concedió el deseo.
Los ruegos de Milagros la hacen ablandarse y deja que se lo lleve.
Días más tarde Rosario descubrirá que el bebé ha fallecido y que Milagros lo tiene aun con ella.
Deciden ir hasta el pueblo de ella y enterrarlo allí, pidiéndole para ello al Morsa que las lleve, con la excusa de enterrar un gato.
Una vez cavada la fosa al lado del cementerio deben regresar a Madrid, aunque Milagros no lo hará, pues desea quedarse en el pueblo, recibiendo Rosario unos días después una llamada del tío de Milagros que le anuncia su muerte.
Sola en la vida, Rosario, que hasta ese momento no ha querido comprometerse con el Morsa, se da cuenta de que este es lo más sólido que tiene en la vida, por lo que va hasta su casa y le pide que vuelva con ella.