Te cuento la película

Yo, Daniel Blake
Yo, Daniel Blake

I, Daniel Blake (2016) * Gran Bretaña / Francia / Bélgica

Duración: 100 min.

Música: George Fenton

Fotografía: Robbie Ryan

Guion: Paul Laverty

Dirección: Ken Loach

Intérpretes: Dave Johns (Daniel Blake), Hayley Squires (Katie Morgan), Dylan McKiernan (Dylan Morgan), Briana Shann (Daisy Morgan), Kate Rutter (Ann), Kema Sikazwe (China), Steven Richens (Piper), Gavin Webster (Joe).

Daniel Blake va a pedir prestaciones por incapacidad, debiendo para ello pasar un test, quejándose de que ya respondió a las preguntas que le hacen en un formulario de 52 páginas y que las preguntas sobre sus extremidades sobran, pues su problema es con su corazón, pues sufrió un infarto mientras trabajaba y pudo caer del andamio, insistiendo la funcionaria en que responda a sus preguntas o le denegarán la prestación.

Cuando llega a su casa ve que sus vecinos dejaron la basura en la puerta y les regaña, pese a lo cual China le pide que recoja un paquete que le llegará mientras no está.

Le hacen una ecografía del corazón y le dicen que aunque va progresando, todavía no puede trabajar, y necesita rehabilitación, y si no mejora, le implantarán un desfibrilador.

Mientras no puede trabajar se dedica a tallar piezas de madera en su casa.

Recibe entonces la resolución denegatoria del subsidio y decide llamar para consultar, dándole tiempo mientras espera a que le contesten de regañar a un vecino que no recoge las cacas de su perro, necesitando una hora y 48 minutos para que le contesten, diciéndole que tuvo solo 12 de los 15 puntos necesarios para el subsidio, aunque puede reclamar, debiendo pasar para ello una revisión, aunque antes debe esperar una llamada en que le digan que no le dan el subsidio y luego esperar a la carta que ya tiene.

Al perder el subsidio decide pedir el desempleo, aunque debe solicitarla online, alegando él desconocer absolutamente la informática, por lo que le dicen que busque la ayuda para personas disléxicas, aunque para ello debe buscar el teléfono en Internet.

Durante su estancia en la oficina una trabajadora, Ann, le ve y le hace sentarse y le lleva un vaso de agua.

Mientras está sentado ve cómo en otra mesa le dicen a una mujer que va con dos niños que le van a quitar la ayuda y podría quedarse sin casa pese a tener dos niños por no haber llegado a su hora, debiendo ella explicar que llegó a Newcastle desde Londres y por eso llegó tarde, pese a lo cual le dicen que tendrá que esperar a recibir una carta y que le atiendan, ante lo que Daniel se levanta indignado pidiendo que la atiendan, ya que no conoce la ciudad y llegó por ello un poco tarde.

Le expulsan de la oficina, acompañando luego a la mujer, Katie y a sus hijos Dylan y Daisy hasta su casa tras hacer la compra y ayudarles con esta.

Al llegar Katie le pregunta si puede ayudarles con la cisterna, asegurando él que les ayudará con lo que sea, pues es todo un manitas.

Mientras se la arregla, oye cómo Katie habla con su madre y le dice que la casa está muy bien, por lo que Daniel les pregunta cómo acabaron allí.

Katie le cuenta que cuando protestó en Londres por las humedades de la pared de la habitación de Dylan, que hacían que este siempre estuviera enfermo, el casero les echó.

Fueron tras ello a una residencia para gente sin hogar, estando dos años esperando un piso que al final le ofrecieron en Newcastle.

A los niños les sentó mal dejar su colegio y a sus amigos, pero vivían en un cuchitril y Dylan estaba mal encerrado en aquella habitación.

Katie desea volver a estudiar mientras busca un trabajo a media jornada, observando Daniel que no tienen luz, debido a esa falta de subsidio.

Daniel le dice que irá a por sus herramientas y les ayudará con los desperfectos.

Pero antes de irse les deja un billete para que puedan pagar la luz.

Va a llevarle a China, su vecino la caja que recibió, mostrándole este que se trata de unas deportivas, exactamente iguales a otras que tenía, explicándole que las originales se venden a 150 Libras y ellos conocen a tipos de la fábrica que se la mandan directamente y pueden venderlas por solo 80 Libras.

China se queja de haber cobrado menos de cuatro libras por descargar un camión y por eso trata de buscar otras maneras de hacer dinero.

Daniel va a un cibercentro para pedir el desempleo por Internet, debiendo pedir ayuda para rellenar el formulario, aunque cuando consigue rellenarlo se le cuelga el ordenador y se le acaba el tiempo por lo que no puede terminar de hacer la solicitud.

Vuelve a la oficina de empleo donde le atiende y ayuda Ann, aunque no puede terminar de hacerlo al recibir una bronca de su superiora, que no desea crear precedentes.

Será finalmente China quien le ayude desde su ordenador a rellenar su solicitud.

Entretanto realiza varias chapuzas en casa de Katie, donde ve cómo Dylan vota constantemente una pelota, contándole Daisy que empezó a hacerlo en la pensión por enfado. Dice que la gente no le escucha y él hace lo mismo.

Daniel les pone plástico de burbujas en las ventanas para que las burbujas se calienten con el sol y poder mantener la casa más caliente y le regala a Daisy un colgante de peces para su habitación, mostrándoles también cómo calentar la habitación con velas y maceteros.

Katie le invita a cenar agradecida por su ayuda, poniendo platos solo para sus hijos y para él, comiendo ella una manzana, diciendo que no tiene hambre, recordándole sus hijos que dijo lo mismo los días anteriores, rechazando Daniel el plato indicando que no cena tan pronto, aunque Katie insiste en que lo acepte y lo hace.

Katie patea las calles repartiendo currrículums por comercios y buzones para tratar de encontrar trabajo como limpiadora.

Daniel acude a los servicios de empleo donde le dicen que debe invertir 35 horas en buscar trabajo para que le paguen, aunque él reconoce que lo pide porque le rechazaron la ayuda para personas incapacitadas, pues su doctora no le permite trabajar.

Pero le insisten en que si desea la ayuda debe demostrar que busca empleo activamente, debiendo tener además un currículum actualizado para buscar trabajo, debiendo acudir a un taller para aprender a hacerlo.

En él, el profesor les dice que 10 segundos es el tiempo que utiliza un empleador en examinar un currículum, por lo que debe hacer que este destaque entre los demás para que se fijen en ellos.

Daniel sale a buscar trabajo por las obras, talleres, etc., recorriendo varios polígonos, aunque solo hay un taller donde parecen interesados en contratarle, dado que es un hombre con experiencia, y se quedan con su currículum.

Daniel acompaña a Kate y a sus hijos hasta el banco de alimentos, donde se encuentran con una cola interminable, aunque una vez que entran les tratan muy amablemente y les dan todo tipo de comida y artículos de limpieza.

Pero Katie está tan débil que abre una de las latas y comienza a comer, estando a punto de caer, por lo que la ayudan haciendo que se siente y llevándole una taza con un caldo, avergonzándose por lo que hizo, debido a que estaba muy débil, aunque Daniel le da su apoyo y le dice que lo está haciendo muy bien y no debe avergonzarse, mientras los voluntarios le llevan sopa y unos bollos con azúcar para ayudarle a recuperarse.

De regreso a su casa, Daniel ve a sus vecinos vendiendo las zapatillas en la calle.

Se encuentra también con un antiguo compañero de trabajo que le invita a ir con sus amigos a tomar una pinta esa noche, aunque él le indica que tiene prohibido el alcohol.

Recibe tras ello un mensaje en que le indican que ha sido declarado apto para trabajar y no tiene por ello derecho a un subsidio.

Cuando poco después le llama el empresario que cogió su currículum para ofrecerle el trabajo, debe decirle que no puede trabajar porque se lo impide su doctora y que busca trabajo porque si no lo hace le denegarán el subsidio.

Katie va a comprar al supermercado y a la salida es detenida a la salida por el guardia de seguridad que la vio robando y le pide que pase por el despacho del encargado.

Este, no obstante, le dice que se guarde lo que cogió, unas compresas, un desodorante y unas cuchillas, permitiendo que se los lleve.

Y a la salida Ivan, el guardia le da su teléfono y le dice que él podría conseguirle trabajo.

Daniel la invita a ella y a sus hijos a cenar en su casa y Katie le cuenta que ha ido a apuntarse a una agencia y a hoteles, cafeterías, etc., pero sin éxito, ofreciéndose Daniel a recoger a los niños si le sale un trabajo mientras está de baja.

Tras cenar hablan de Molly, su mujer, que les dice era muy especial, pues estaba muy animada y luego lo contrario, pero tenía un corazón enorme y le hacía reír. Les dice que era como el océano, calmada y salvaje y no se sabía qué haría. La música la ayudaba, pero perdió la cabeza, y aunque fue difícil cuidarla, reconoce que sin ella está perdido, y aunque creía que sentiría alivio tras su muerte, no fue así.

Cuando regresa a lo oficina de empleo les entrega un informe con todos los sitios donde estuvo buscando trabajo, pero como carece pruebas de que sea cierto le señalan que no le sirve, ni le sirve su currículum, hecho a mano, por lo que, indica, le sancionarán con 4 semanas de pérdida del subsidio, y si reincide, 13 semanas más, pudiendo llegar a 3 años, ofreciéndole como alternativa un vale para poder ir al banco de alimentos, algo que rechaza.

En esta situación Daniel decide vender parte de sus muebles, consiguiendo 200 Libras, viendo preocupado China que se deshaga de esas cosas.

Daisy le cuenta a su madre que las chicas de su clase se burlan de ella porque tiene las zapatillas rotas, pues aunque las pegaron volvieron a romperse, y además una de ellas se enteró de lo ocurrido en el banco de alimentos, asegurándole su madre que lo resolverá.

Desesperada, decide llamar a Ivan, el de seguridad del supermercado y queda con él y con otra mujer en una cafetería, mientras Daniel cuida de sus hijos, pues cree que va a una reunión de padres solteros.

La mujer que la recibe le dice que conoce su situación y va a ayudarle, pidiéndole que no llore.

Cuando regresa le cuenta a Daniel que le fue muy bien, pero este encuentra un sobre en el suelo que pone "Chicas de compañía" y dentro el teléfono de Ivan.

Dan acude a una casa donde una mujer le indica la habitación donde lo recibirá la chica a la que contrató, y cuando entra y Katie ve que es él se pone muy nerviosa y avergonzada, diciéndole que no puede verla así mientras Dan le dice que no tiene que hacer eso.

Dan le dice que quiere hablar con ella, pero Katie sale corriendo y le pide que se vaya. Dan le dice que le ha hecho una estantería para sus libros y que le está rompiendo el corazón, insistiendo ella en que se marche mientras él la abraza.

Katie le cuenta que ha conseguido ya 300 Libras y ahora podrá comprar fruta fresca a sus hijos y le dice a Dan que si no aguanta eso no podrán volver a verse y le dice que no quiere volver a hablar con él ni que le dé muestras de cariño, porque eso la mataría, tras lo que vuelve a trabajar.

Daniel regresa a la oficina de empleo, donde es atendido en esta ocasión por Ann, la empleada más amable ante la que Daniel se lamenta por tener que demostrar que busca trabajos que no existen y que tampoco puede aceptar, perdiendo su tiempo, el de los empleadores y el de ella, lo cual le humilla y le hace polvo, asegurando que no piensa seguir, pues ya tiene ya suficiente y prefiere presentar una apelación para obtener el subsidio por incapacidad.

Ann le dice que es peligroso que deje el subsidio por desempleo, pues su apelación puede tardar semanas en resolverse, por lo que pide que le siga firmando y que consiga a alguien que le ayuda a buscar trabajo por Internet, pues de lo contrario podría perderlo todo, asegurándole haber visto cómo le ocurría antes a otras personas.

Él le da las gracias, pero le indica que uno debe respetarse a sí mismo.

Se marcha diciéndoles a los de seguridad que ahora se verán.

Una vez fuera pinta en las paredes de la oficina: "Yo Daniel Blake, exijo que la fecha de mi apelación sea antes de morir de hambre. Y cambiar la mierda de música de vuestro número".

Efectivamente salen los guardias, pero no pueden hacer nada, pues los amenaza con su espray, por lo que deciden llamar a la policía, mientras toda la gente que va por la calle le apoya y aplaude, asegurando que hasta que no tenga una fecha para su apelación regresará cada día y volverá a hacerlo.

Detenido por la policía, como lo admite todo y no tiene antecedentes, es solo amonestado, aunque le constará como antecedente si vuelve a delinquir.

Un día Daisy acude a casa de Daniel para llevarle algo de comida. Llama a su puerta y le dice que le han llamado muchas veces y quieren hablar con él, diciéndole que su madre está muy triste, por lo que le gustaría que hablara con ella, observando por la rendija de la puerta para el correo, que la casa está casi sin muebles.

Ve a Daniel deambular cubierto con una manta y le dice que ya saben lo de su corazón, que se lo contó un vecino a su madre y le dice que le ha hecho cuscús y que Dylan le manda su piruleta, pero él le dice que no se encuentra bien y le pide que se marche.

Pero la niña le pregunta por qué no puede ayudarle si él les ayudó a ellos, decidiendo entonces Daniel abrirle por fin pidiéndole perdón mientras Daisy lo abraza.

Katie acompaña unos días más tarde a un nervioso Daniel a su apelación, diciéndole ella que cuando acabe todo lo celebrarán en casa, y que los niños lo están esperando.

Atendida por un hombre que va en silla de ruedas, este le recibe amablemente y le asegura que su apelación será atendida por un profesional cualificado y un médico.

Daniel le recuerda que si pierde la apelación se quedará en la calle, pero el hombre le dice que tienen informes actualizados de su médico, del especialista y del fisioterapeuta y le asegura que están todos indignados y que ganará su caso, pero le pide que sea él mismo, que responda a las preguntas y se relaje.

Mientras espera, Daniel acude al baño para refrescarse.

Un hombre sale entonces pidiendo que alguien llame a urgencias, pues ha encontrado a un hombre tirado en el baño, saliendo Katie corriendo hacia allí.

Ven que ha sufrido un infarto y tratan de reanimarlo, pero no responde.

Celebran al día siguiente el funeral, saliendo Katie a hablar, recordando que están allí celebrando el que llaman el funeral de los pobres, porque a las 9 son más baratos.

Pero, les dice a los asistentes, los vecinos, sus compañeros de trabajo o Ann, de la oficina de empleo, que Daniel no era pobre, porque les daba cosas que no se pagan con dinero.

Saca tras ello la nota que Daniel llevaba encima cuando murió y que pensaba a leer en su apelación, lamentando que el estado lo llevara a la tumba antes de tiempo.

En la misma, Daniel afirma que no es un cliente, ni un consumidor, que no es un gandul, ni un mendigo, ni un ladrón. Tampoco un número de la Seguridad Social ni un expediente irregular.

Asegura que siempre pagó sus deudas, de lo que estaba orgulloso. Presumía de que le daba igual el tipo de personas, y siempre intento ayudar a quien pudo para acabar: "No acepto ni busco caridad. Me llamo Daniel Blake. Soy una persona, no un perro, y como tal exijo mis derechos. Exijo que se me respete".

"Yo, Daniel Blake, soy un ciudadano. Nada más y nada menos".

Calificación: 3